Supongo que tú, como todo el mundo,
anda en busca del talento. ¡Ah, el talento! ¡Qué perfume más
sutil! ¿Dónde está, el talento? ¿Está en las escuelas de
talento? ¿Está en los barrios marginales, a la espera de ser
descubierto? ¿Cuál es tu fórmula para encontrar el talento, eso
que todo el mundo busca pero, por lo visto, nadie tiene porque vaya
horrores que vemos día a día ante nuestra faz?
Yo, como sí lo tengo, no lo valoro
mucho. Soy como el elefante, que eso de coger ramas con su enorme
trompa y llevárselas a su bocaza no lo valora, pero desde lejos mira
a los perritos de la pradera y a su forma de asomarse y le parecen
encantadores. Así que en vez de practicar en coger ramas con la
trompa, porque eso ya lo sé hacer, practico en ser encantador. ¿Así
está bien? ¿Ya soy lo suficientemente mono? Soy grotesco, como un
perrito de la pradera intentando alcanzar ramas altas, pero, ei, cómo
nos divertimos todos intentando ser lo que no somos, ¿no?
Mira, te voy a dar un tip para
reconocer el talento: no tener miedo a revolcarte en el barro. La
gente que tiene poco talento intenta rodearse de gente que, en
principio, sí lo tiene, a ver si así se le pega algo. A ver, a
priori parece buena jugada, pero harían mejor en valorarse a sí
mismos en vez de intentar contagiarse con el reflejo de otros.
Alguien de talento está en la cresta
de la ola con la saga GTA y de repente lo deja todo. ¡A la mierda!
¡Esto no va a ninguna parte! ¡Esto no me satisface! ¡Ahora voy a
hacer un juego de...! ¡De ping pong! ¡Hala! ¡Sísísísí, lo veo
muy claro! ¡La sencillez del ping pong tiene la pureza que anhela mi
alma en este momento!
Y va el tío y, con sus dos cojones, se
marca un juego de ping pong.
Eso suele ser síntoma de talento.
A ver, uno sabe en el fondo de sí de
lo que es capaz y de lo que no. Yo, por ejemplo, evito meterme en
peleas, porque en el fondo de mi (vamos, y no tan en el fondo) sé
que me pueden dar una buena paliza a poco que se esfuercen. Sé que
ese no es mi tema, así que con saber defenderme y hacer que me
respeten voy que me mato. ¡Pero no estoy tan colgado como para
llegar a un parque a provocar a una panda de macois! ¡No sé, es que
no me sale!
Así que si tu punto fuerte no es el
talento déjate de experimentos: vete a lo seguro, búscate un
huequecito en algo que más o menos sepas hacer sin quedar demasiado
en evidencia y repítelo constantemente. Sé humilde, acepta lo que
eres, como hago yo, y tira millas. Así todos estaremos contentos, tú
porque te sentirás cómodo con tu forma de ser y yo porque no voy a
tener que tragarme espantosas osadías que hacen que me sangren los
ojos.
De todos modos, puede que la gente
talentosa te atraiga, como a mi me atrae la gente fuerte físicamente.
No tengo nada que ver con un mecánico hasta arriba de aceite de
motor, pero el cabrón tiene tanta gracia que me siento a su lado a
escuchar sus mil y una ocurrencias. “¡Pues te reviento!”, dice
el tío imitando a Amador Rivas. Jajajajaja. Jo, tío, eres la monda.
En serio. Me caes super bien.
Si te atrae la gente talentosa, fíjate
en la que hace jugadas como la que Rockstar hizo con este Table
Tennis. ¡Un juego de ping pong! ¡O sea, de ping pong! Vamos, lo que
es el Pong, lo más básico de los videojuegos. Pero ellos cogen la
esencia última del medio y la reconstruyen con un juego que, caray,
es que es muy bueno. Mola mucho cuando te metes en una pelea de
raquetazos y, chan chan, empieza a sonar una música techno que te
sube todo el rollo. ¡Eso mola mazo! Yo diría que es lo que más
mola de todo el juego.
Las cosas son así. Nos necesitamos los
unos a los otros precisamente porque somos distintos. Yo puedo decir
“¡Te reviento!” dándole un toque irónico, haciendo un guiño a
aquel capítulo número 74 cuando Amador lo dijo de aquella manera
particular, pero jamás lo diré con las tripas, como el mecánico,
que no tiene giro, ni guiño ni nada pero ¡jajajajajajaja! hace que
te rías con las tripas.
A lo mejor tú eres mecánico y te
encanta mi forma de escribir, porque en esto tú estás pez. ¡Me
parece fabuloso! ¡No tengo ningún problema en que me mires por
encima del hombro mientras lo hago, notando tu peste a suciedad
recalcitrante que, créeme, me gusta mucho más de lo que crees!
¡Ah, la mugre! ¡Qué suerte tienes!
¡Yo estoy obligado a rodearme de tíos culofinos, más memos que su
puta madre, que jamás tendrán la gracia que a ti te sale de forma
natural! ¿Qué dices? ¿Que el que tengo suerte soy yo porque puedo
rodearme de gente fina y que a ti eso te encantaría hacerlo?
Bueno, podemos discutirlo, vale. ¡Pero
imítame otra vez a Amador Rivas! “¡Pues te reviento!”
Jajajajajajaja. No me canso.