Qué buena, ¿no? Da hasta pereza
hablar de ella de lo buena que es. Me pongo a pensar en ella y...
Bueno, es una película seria, densa, hecha por alguien inteligente,
molón. Vamos, algo muy parecido a lo que hago yo, en todos los
campos de las artes.
Dios mío, pues tampoco te creas que me
hace mucha ilusión parecerme a Woody Allen. Vamos, con mazo respeto,
pero no sé. Me gustaría ser aún mejor.
Yo fui a Nueva York porque mi amigo
Manolo trabaja en Iberia y nos dieron billetes gratis y vimos de
lejos la casa de Woody Allen desde Central Park. Vamos, no sé quién
nos dijo “allí vive Woody Allen”. Y nosotros nos lo creímos.
¿Qué íbamos a hacer?
Woody Allen dice que Nueva York es una
ciudad en blanco y negro. A mi me parece más una ciudad como la que
salía en el tebeo de Mortadelo y Filemón “El Bacilón”, una
ciudad toda llena de mierda, una ciudad capaz de engendrar a un
bacilo gigante, El Bacilón.
El humor de Ibáñez, no sé. Es como
un cohete de estos que dan vueltas.
A mi Nueva York me aplastó. Cuando
pienso en ella siento como si tuviera los pulmones llenos de humo.
Vamos, no me pasó nada, pero recuerdo mirar hacia arriba en un taxi,
hacia nuestro hotel o hacia un edificio de Times Square, que era por
donde estábamos, y ver, o sentir, no sé, una nube de smog marrón
clarito.
Aquello es como si anticipase la Crisis
Mundial que después iba a venir. Esto fue como por el 2005 o el
2006, no sé. Aquella ciudad realmente estaba maldita, era la Nueva
York de Cazafantasmas que iba a ser el portal de regreso de un
antiguo dios sumerio.
Vamos, muy puto mal rollo, Nueva York.
Luego, sí, me compré unas Reebok The
Pump doradas, porque por la época que yo fui a NYC volvían las The
Pump. Igual fue un poco antes entonces. También se empezaba a llevar
American Apparel y me pillé unos pantalones marrones de esta marca,
así apitillados. O sea, y tú llevando pitillos hoy. Tío, es que me
pareces tan gilipollas que, no sé, me das asco.
También vimos un combate de boxeo en
el Madison Square Garden, que eso es como muy guay. De eso sólo
recuerdo hacernos vídeos uno a otro, el puto combate me importó un
huevo. Lo que mola de ver un combate de boxeo en el Madison Square
Garden es decir que tú viste un combate de boxeo en el Madison
Square Garden.
Fuimos al restaurante Bubba Gump, el
que resulta de la asociación de Bubba y Forrest en Forrest Gump. Jo,
tío, eso sí que moló. Eso sí que es guay. Es como muy exquisito,
ir a ese puto sitio.
Fuimos a jugar a los dardos por barrios
de esos “por los que se sale”, no sé si eran “de los
auténticos” o “de los de para turistas”.
Nos cogió un taxista dos veces, o sea,
que fíjate qué puta casualidad se tiene que dar para que te coja en
mismo taxista dos veces.
Subimos al Empire State, que, bueno,
tampoco es que flipe yo tanto con eso, pero en fin, es una de esas
cosas que hay que hacer.
Y ¡nada! Que todo muy bien pero a mi
Nueva York no me parece una ciudad en blanco y negro, me parece una
ciudad en marrón claro que es mezcla de humo de tubo de escape y
vapor de ultratumba. Un color sepia que anuncia El Final de Los
Tiempos.
Yo, si hubiese hecho Manhattan, la
habría rodado en sepia Final de los Tiempos.
Por eso te digo que yo soy mejor que
Woody Allen, porque soy más sensitivo. Tengo más pericia.