martes, 23 de agosto de 2016

Manhattan


Qué buena, ¿no? Da hasta pereza hablar de ella de lo buena que es. Me pongo a pensar en ella y... Bueno, es una película seria, densa, hecha por alguien inteligente, molón. Vamos, algo muy parecido a lo que hago yo, en todos los campos de las artes.


Dios mío, pues tampoco te creas que me hace mucha ilusión parecerme a Woody Allen. Vamos, con mazo respeto, pero no sé. Me gustaría ser aún mejor.

Yo fui a Nueva York porque mi amigo Manolo trabaja en Iberia y nos dieron billetes gratis y vimos de lejos la casa de Woody Allen desde Central Park. Vamos, no sé quién nos dijo “allí vive Woody Allen”. Y nosotros nos lo creímos. ¿Qué íbamos a hacer?


Woody Allen dice que Nueva York es una ciudad en blanco y negro. A mi me parece más una ciudad como la que salía en el tebeo de Mortadelo y Filemón “El Bacilón”, una ciudad toda llena de mierda, una ciudad capaz de engendrar a un bacilo gigante, El Bacilón.

El humor de Ibáñez, no sé. Es como un cohete de estos que dan vueltas.


A mi Nueva York me aplastó. Cuando pienso en ella siento como si tuviera los pulmones llenos de humo. Vamos, no me pasó nada, pero recuerdo mirar hacia arriba en un taxi, hacia nuestro hotel o hacia un edificio de Times Square, que era por donde estábamos, y ver, o sentir, no sé, una nube de smog marrón clarito.

Aquello es como si anticipase la Crisis Mundial que después iba a venir. Esto fue como por el 2005 o el 2006, no sé. Aquella ciudad realmente estaba maldita, era la Nueva York de Cazafantasmas que iba a ser el portal de regreso de un antiguo dios sumerio.


Vamos, muy puto mal rollo, Nueva York.

Luego, sí, me compré unas Reebok The Pump doradas, porque por la época que yo fui a NYC volvían las The Pump. Igual fue un poco antes entonces. También se empezaba a llevar American Apparel y me pillé unos pantalones marrones de esta marca, así apitillados. O sea, y tú llevando pitillos hoy. Tío, es que me pareces tan gilipollas que, no sé, me das asco.


También vimos un combate de boxeo en el Madison Square Garden, que eso es como muy guay. De eso sólo recuerdo hacernos vídeos uno a otro, el puto combate me importó un huevo. Lo que mola de ver un combate de boxeo en el Madison Square Garden es decir que tú viste un combate de boxeo en el Madison Square Garden.

Fuimos al restaurante Bubba Gump, el que resulta de la asociación de Bubba y Forrest en Forrest Gump. Jo, tío, eso sí que moló. Eso sí que es guay. Es como muy exquisito, ir a ese puto sitio.


Fuimos a jugar a los dardos por barrios de esos “por los que se sale”, no sé si eran “de los auténticos” o “de los de para turistas”.

Nos cogió un taxista dos veces, o sea, que fíjate qué puta casualidad se tiene que dar para que te coja en mismo taxista dos veces.


Subimos al Empire State, que, bueno, tampoco es que flipe yo tanto con eso, pero en fin, es una de esas cosas que hay que hacer.

Y ¡nada! Que todo muy bien pero a mi Nueva York no me parece una ciudad en blanco y negro, me parece una ciudad en marrón claro que es mezcla de humo de tubo de escape y vapor de ultratumba. Un color sepia que anuncia El Final de Los Tiempos.


Yo, si hubiese hecho Manhattan, la habría rodado en sepia Final de los Tiempos.

Por eso te digo que yo soy mejor que Woody Allen, porque soy más sensitivo. Tengo más pericia.