martes, 16 de agosto de 2016

Boom Blox


¡Un juego de Steven Spielberg! Steven Spielberg se flipó cuando salió la Wii y dijo que eso tenía muchas posibilidades, que si el futuro del entretenimiento, etc, etc.


Dato de experto pop: cuando vaya a salir algo y todo el mundo mee colonia desconfía de ese algo porque va a fracasar sí o sí. Te lo digo por si estás flipado con el “futuro del entretenimiento” que es Oculus Rift.


Supongo que la gente o tiene memoria de pez o no sabe interpretar los hechos, porque es que ha habido tantos Oculus Rift en la historia que, no sé, ¿cómo alguien es tan idiota de poner sus fichas en esa casilla?

La respuesta es que la gente que dirige el mundo no es esa gente superinteligente que pensamos, sino que son una panda de niñatos licenciados en Esade que tienen la cabeza nublada de pájaros y que no han echado un vistazo a la realidad en su puta vida.


Saber dónde hay que invertir es muy fácil, sólo hay que oler. ¿Esto huele bien? Invierte aquí. ¿Esto huele mal? Déjalo correr. Ya está.

Lo que pasa es que la gente no tiene confianza en su olfato y sí en un montón de datos acumulados que, por el mero hecho de estar acumulados, no tienen validez. ¿Por qué tirar de manual cuando puedes ver lo que tienes delante de tus ojos y no fallar ni en un milímetro? La solución a todo siempre es el camino más sencillo. Esa es la respuesta acertada siempre.


El agua no hace análisis complejísimos, no recurre a superordenadores para saber cuál es el mejor movimiento que hacer a continuación. ¿Cuál es el camino más fácil? Este. Pues es por ahí.

El cerebro es el más sobrevalorado de todos los órganos. Ese cerebro metafórico compuesto por todos los cerebros de la humanidad está exhausto. ¡Por Dios, dejen de preguntarme a mi! ¡Yo-qué-sé! ¡Sólo soy un puto cerebro! ¡Pregúntenle a los ojos, al corazón, a los pelos del brazo! ¡Que hagan algo ellos, que para eso están diseñados! ¡Estoy HARTO! Desde este momento me declaro en huelga.


¿Tú te crees que yo para escribir pienso y repienso cada frase, como esos aspirantes a literato que se rompen, literalmente, la cabeza para que les queden las cosas ni fu ni fa? ¡Coño! ¿Por qué te crees que yo soy tan cercano, tan guay? Porque escribo lo primero que se me pasa por la cabeza. Lo paso por un filtro, un cauce general de hacia dónde quiero que vayan las cosas y ya está. No pienso si repito esta o aquella palabra. Si la he repetido, pues chico, la he repetido. ¿Qué más da? Además, ¿no sería muy pretencioso por mi parte intentarte hacer creer que escribo mejor de lo que lo hago de forma natural repensando y reescribiendo lo escrito un millón de veces? ¡Qué osado por mi parte sería!

También te digo que yo antes era copywriter y toda esa mierda de la que acabo de hablar ya la he pasado. Ya he pensado, repensado y vuelto a repensar las frases como para hacerlo todo un poco ya de forma automática. Pero también te digo que si tuviera un hijo no le metería en ese laberinto ni harto de moriles. Tú no te preocupes, hijo; lo que te salga, por definición, está bien. Nada de lo que te salga puede estar mal. En todo caso será más o menos adecuado a un contexto pero ¿mal? Imposible.


Por eso, niños, si estáis intentando “ser buenos en algo” mi consejo es que os rindáis. No se “llega” a ser bueno en algo. Se es de esta o de aquella manera. Nunca harás nada mejor que la primera vez que lo hiciste. Como mucho lo harás más rápido o de forma más refinada pero ¿mejor? No. Ríndete. Eso no existe. Has llegado a tu máximo potencial de nacimiento. Nunca se “llega” a nada más.

¿Has visto qué liberador es mi mensaje? Si me haces caso, ahorrarás entre un 75% y un 80% de tus gastos, que normalmente están destinados a “mejorar” aquello que percibes erróneamente como imperfecto. Usa mejor ese dinero para, no sé, hacer cosas buenas por el mundo. Y con el 20% restante adorna un poco lo que ya tienes, valóralo, vístelo. La clave es valóralo.


Si me haces caso llegarás a ser el mejor sin el más mínimo esfuerzo.

Vamos, como yo. Yo soy la garantía de calidad de tu éxito.