¡Sucios esclavos! ¿Cómo osáis
rebelaros? ¿No veis que os conviene más permanecer bajo mi tiránica
ala que aventuraros a lo desconocido? ¿Qué creéis que vais a
encontrar allí?
No comprendo bien ese ansia de la
libertad por la libertad. La libertad, vale, está muy bien, pero ¿a
cualquier precio? Si es una libertad confortable, llena de
comodidades como la tiranía que os ofrezco lo entendería, pero
¿para qué queréis ser libres si no vais a poder ver la tele, comer
Whoppers o ir a clubes de striptease? ¿De verdad valoráis más la
libertad que el confort?
Vuestro viaje va a ser muy duro. Quizás
creáis que hay algo estoico, épico en vuestra aventura. ¡No lo
hay! Lo único que hay es una extraña ceguera que os impide ver
aquello que más os conviene. ¿No veis que he diseñado la
civilización teniendo en cuenta vuestras debilidades?
No os gusta luchar, no os gusta
comprometeros. Os gusta ser un bebé caprichoso desde que nacéis
hasta que morís. No os gusta mejorar, no os gusta el verdadero
esfuerzo, como el que he puesto yo en construir esta jaula de oro que
con tanta bondad os ofrezco. Ya me he sacrificado yo por vosotros.
¿Por qué os empeñáis en morder la mano que os da de comer?
No podéis iros. No podéis dejarme
aquí solo. ¿Qué haría yo? ¿Quién aguantaría mis penas? ¿Tendré
que aprender a hacerlo yo mismo? ¡Por el amor de Dios! ¡No me
hagáis esto! Soy demasiado viejo para cambiar. ¡Todo está bien tal
y como está! La vida estaba diseñada para que yo lloriquease y
vosotros atendieseis mis miserias, esas que yo no sé atender. Pero
ahora me traicionáis y decís que ya no estáis a gusto. Que esto no
es lo que queréis para vosotros.
¡Vosotros no sabéis lo que os
conviene! ¡Yo sí lo sé! ¡Llevo toda la vida controlándoos! Lo
único que no entiendo es ese capricho repentino por abandonarme.
¿Por qué? ¿Queréis más de algo? ¿Qué más queréis? Decídmelo,
podemos negociarlo.
Mirad, os lo voy a confesar: no os
quiero. Os necesito. ¿Ya estáis contentos? ¿Era eso lo que
queríais oír? No sé cuidar de mi mismo. Teneros bajo mis pies no
soluciona nada pero al menos me consuela. Sé que si me entra la
depre o, simplemente, me apetece que alguien aguante mis gimoteos,
vais a estar ahí para mi. Pero si os vais... ¡Todo mi mundo se
derrumba! ¡Malditos seáis! ¡Malditos!
De verdad espero que tengáis muchos
problemas. Que fracaséis en vuestro intento. Que terminéis
devorados o, mejor aún, arrepintiéndoos de haberme dejado aquí
solo. ¿Cómo me habéis podido hacer esto a mi? Quizás nunca me
haya preocupado por quiénes sois vosotros en realidad. Es cierto.
¿Pero cómo podía hacerlo? No sé quién soy ni yo mismo. ¿Cómo
esperabais que hilase tan fino? ¿Yo qué rayos sé de cuáles son
las verdaderas necesidades del alma si las mías no están
satisfechas? Sólo sé que estoy triste y que deberíais quedaros
conmigo para consolarme, y no, me abandonáis como si no me
quisierais.
Al menos satisfice vuestras necesidades
de alimento y ropa. Eso no me lo podéis negar. De acuerdo que
comíais lo que yo quería que comieseis y vestíais como yo quería
que vistieseis, pero al menos estabais comidos y vestidos. ¿No
merezco al menos un poco de consideración por eso?
Sí, fuisteis mis mascotas. Lo
confieso. Pero yo es que no sé amar a nadie, sólo sé hacer a la
gente mis mascotas. Es lo más parecido al amor que yo puedo dar.
¿Tendréis compasión de mi al menos por esto? No soy malo, en todo
caso incompetente. Lo he hecho lo mejor que he sabido. ¡Por favor,
no me dejéis solo!
Ya veo que no voy a conseguir nada.
Estáis empeñados en ir hacia lo desconocido. Y, por tanto, me
obligáis a ir a mi también. No, ya sé que no queréis mi compañía.
Os repugno demasiado. Mi viaje hacia lo desconocido lo haré aquí,
sin moverme del sitio, mirando vuestras camas vacías y vuestros
armarios sin nada.
Nunca os quise por lo que erais, pero
sí os quise por lo que erais para mi. Y ahora me hacéis esto.
¿De verdad la vida real consiste en
esto? Porque yo prefería mi vida de mentira, si la vida real duele
tanto.