sábado, 20 de agosto de 2016

Enslaved Odyssey to the West


¡Sucios esclavos! ¿Cómo osáis rebelaros? ¿No veis que os conviene más permanecer bajo mi tiránica ala que aventuraros a lo desconocido? ¿Qué creéis que vais a encontrar allí?


No comprendo bien ese ansia de la libertad por la libertad. La libertad, vale, está muy bien, pero ¿a cualquier precio? Si es una libertad confortable, llena de comodidades como la tiranía que os ofrezco lo entendería, pero ¿para qué queréis ser libres si no vais a poder ver la tele, comer Whoppers o ir a clubes de striptease? ¿De verdad valoráis más la libertad que el confort?

Vuestro viaje va a ser muy duro. Quizás creáis que hay algo estoico, épico en vuestra aventura. ¡No lo hay! Lo único que hay es una extraña ceguera que os impide ver aquello que más os conviene. ¿No veis que he diseñado la civilización teniendo en cuenta vuestras debilidades?


No os gusta luchar, no os gusta comprometeros. Os gusta ser un bebé caprichoso desde que nacéis hasta que morís. No os gusta mejorar, no os gusta el verdadero esfuerzo, como el que he puesto yo en construir esta jaula de oro que con tanta bondad os ofrezco. Ya me he sacrificado yo por vosotros. ¿Por qué os empeñáis en morder la mano que os da de comer?

No podéis iros. No podéis dejarme aquí solo. ¿Qué haría yo? ¿Quién aguantaría mis penas? ¿Tendré que aprender a hacerlo yo mismo? ¡Por el amor de Dios! ¡No me hagáis esto! Soy demasiado viejo para cambiar. ¡Todo está bien tal y como está! La vida estaba diseñada para que yo lloriquease y vosotros atendieseis mis miserias, esas que yo no sé atender. Pero ahora me traicionáis y decís que ya no estáis a gusto. Que esto no es lo que queréis para vosotros.


¡Vosotros no sabéis lo que os conviene! ¡Yo sí lo sé! ¡Llevo toda la vida controlándoos! Lo único que no entiendo es ese capricho repentino por abandonarme. ¿Por qué? ¿Queréis más de algo? ¿Qué más queréis? Decídmelo, podemos negociarlo.

Mirad, os lo voy a confesar: no os quiero. Os necesito. ¿Ya estáis contentos? ¿Era eso lo que queríais oír? No sé cuidar de mi mismo. Teneros bajo mis pies no soluciona nada pero al menos me consuela. Sé que si me entra la depre o, simplemente, me apetece que alguien aguante mis gimoteos, vais a estar ahí para mi. Pero si os vais... ¡Todo mi mundo se derrumba! ¡Malditos seáis! ¡Malditos!


De verdad espero que tengáis muchos problemas. Que fracaséis en vuestro intento. Que terminéis devorados o, mejor aún, arrepintiéndoos de haberme dejado aquí solo. ¿Cómo me habéis podido hacer esto a mi? Quizás nunca me haya preocupado por quiénes sois vosotros en realidad. Es cierto. ¿Pero cómo podía hacerlo? No sé quién soy ni yo mismo. ¿Cómo esperabais que hilase tan fino? ¿Yo qué rayos sé de cuáles son las verdaderas necesidades del alma si las mías no están satisfechas? Sólo sé que estoy triste y que deberíais quedaros conmigo para consolarme, y no, me abandonáis como si no me quisierais.

Al menos satisfice vuestras necesidades de alimento y ropa. Eso no me lo podéis negar. De acuerdo que comíais lo que yo quería que comieseis y vestíais como yo quería que vistieseis, pero al menos estabais comidos y vestidos. ¿No merezco al menos un poco de consideración por eso?


Sí, fuisteis mis mascotas. Lo confieso. Pero yo es que no sé amar a nadie, sólo sé hacer a la gente mis mascotas. Es lo más parecido al amor que yo puedo dar. ¿Tendréis compasión de mi al menos por esto? No soy malo, en todo caso incompetente. Lo he hecho lo mejor que he sabido. ¡Por favor, no me dejéis solo!

Ya veo que no voy a conseguir nada. Estáis empeñados en ir hacia lo desconocido. Y, por tanto, me obligáis a ir a mi también. No, ya sé que no queréis mi compañía. Os repugno demasiado. Mi viaje hacia lo desconocido lo haré aquí, sin moverme del sitio, mirando vuestras camas vacías y vuestros armarios sin nada.


Nunca os quise por lo que erais, pero sí os quise por lo que erais para mi. Y ahora me hacéis esto.

¿De verdad la vida real consiste en esto? Porque yo prefería mi vida de mentira, si la vida real duele tanto.