lunes, 22 de agosto de 2016

Zone of the Enders HD Collection


Como todos los juegos de Kojima, este Zone of the Enders me gustaría que me gustase más de lo que me gusta. ¿Pero tú has leído el nombre? ¡Zone of the Enders! No sé, es que no se puede flipar más, es como Eastenders pero en muchísimo mejor.


La zona de los Enders, si no he entendido mal, porque me he aburrido super pronto del puto juego, es una zona donde se desarrollan robots. Mechas, porque están tripulados, creo. Y ya está. ¡Tampoco uno necesita saber más! La cultura popular es cultura, y la cultura sirve para comunicarnos los unos con los otros. Nada más. También vale para hacerse pajas pensando “¡oooooooh, qué culto soy!”, pero eso es lo que uno dice por no decir “¡ooooooh, qué poco follo!”. Así que no vale.

Así que cuando Porta canta “soy una máquina creada en Zone of the Enders” yo entiendo que el tío es asombroso, apabullante, como los mechas de Zone of the Enders. Ya está. El juego ha cumplido su función.


Con Kojima me pasa como con las discotecas de moda, que me gustaría que me gustasen pero no me gustan. Son tela de guays, me encantaría encajar en esos ambientes, pero es que detrás del barniz me pasa como con Kojima, que lo que veo es una panda de memos luchando desesperadamente por dejar de serlo y, claro, me baja el rollo. Es como aquella película cult de un tío que se pone unas gafas y ve que los extraterrestres dominan la Tierra, mientras los demás no ven nasti. Pues el pobre hombre no se puede quedar tan pancho, entra en pánico. A mi con las discotecas de moda y con los juegos de Kojima me pasa igual.

Los robots de Zone of the Enders son chulísimos, más estilizados que los Transformers, con pies de estos que acaban en punta y tienen tacón. Igual con esto tú te quedas bocas, pero yo sé positivamente que hay una serie de mechas cuyos pies acaban en punta y tienen tacón. Me gustan menos que los teenagers Transformers, porque a mi lo teenager me gusta más siempre, pero estos dan una sensación de “fffffffffffnnnnnn”, de cortar diamante con diamante que no puede dejarte indiferente.


Supongo que esto es lo que me pasa con Kojima, que era como aquellos niños que estaban demasiado empeñados en crecer antes de tiempo. Como si su niñez no fuese suficientemente feliz y creyesen que en la adultez todo va a mejorar. Dios mío, no me puedo imaginar cómo alguien puede llegar a ser tan tonto. Es evidente, también de niño, que la niñez es la mejor época de todas, y hay que estirarla como el chicle Kilométrico de Boomer que estás mascando.

Sus robots reniegan de la inocencia y de las gracias gruesas y apuestan por estar siempre serios, como si la vida fuese algo muy serio. A mi esta visión, más que de un adulto, me parece de un pobre imbécil, muy perdido, amargado, que lo único que hace es llorar por dentro mientras por fuera me intenta dar lecciones de civismo. No hay nada más triste, de verdad, que aquel que piensa que la vida es algo muy serio. Este no ha mirado a las aves del cielo, que están más felices que unas castañuelas, dejando claro que el que tiene un problema es él y no la vida.


Con Zone of the Enders me pasa un poco eso. Me parece un parapeto para niños que los demás rechazan y se montan la fantasía loca de un mundo ultrasmooth pero que por dentro está lleno de gusanos. Alguna persona así me he encontrado en mi vida y me pareció como encontrar una trufa, ya que uno piensa que tal estupidez sólo se puede encontrar en la fantasía, pero no, existen. Sí, tuvieron una infancia espantosa y todos los rechazaban, vale. Pero, aún con eso, aún con todo eso, me parece que hay que ser muy estúpido como para montarse una fantasía al margen de la realidad en vez de, honestamente, llorar todo lo que tienes que llorar.

Vamos, aunque sólo sea para no hacer el ridículo. Porque se hace, mucho.