lunes, 15 de agosto de 2016

Grand Theft Auto Episodes from Liberty City


Ah, GTA. Si no conoces GTA, no sé, te deben haber hecho una lobotomía. ¿Es eso? ¿Eres Jack Nicholson al final de Alguien voló sobre el nido del cuco? Igual sí.


Bueno, Jack, tampoco pasa nada. Si a mi tampoco te creas que me gusta tanto como se supone que me tiene que gustar. La gente se hace tantas pajas con lo que los demás dicen que se las tienen que hacer... ¿No te repugna tanto como a mi, Jack? Yo creo que sí.

Yo me hago pajas con mujeres mayores de sesenta con las tetas hinchadas de silicona hasta la barbarie. Eso se supone que no está bien, ¿no?


Y ya ves, aún así, lo hago. Me temo que el más punk aquí seguiré siendo yo, como siempre.

Ser punk no es tanto la parafernalia de las cadenas y tal, es ser tan sumamente osado, haberse vuelto tan rematadamente loco, como para decir la verdad.


Antes lo punk era escuchar Elefant Records. Porque lo que decías con eso es que eras un niño puro y simple, que es lo que nadie se atrevía a decir.

Hoy lo punk es... No sé, yo pongo de ejemplo a Ibrahimovic. En estos tiempos todo el mundo tiene que ser correcto. Todos sabemos lo que tenemos que hacer, está en el aire, no necesitamos un decálogo. Se percibe claramente lo que los demás esperan de nosotros.


Hoy ser punk es ser Zlatan. Porque dice que él es el mejor, cuando lo que se supone que hay que decir es que uno es igual que los demás, aunque no lo sea ni de coña.

Hay que decir que respetas a tus compañeros de trabajo y que sois un equipo, aunque el que haces absolutamente todo seas tú.


Hay que decir que el mérito es de todos, aunque sea mío y de nadie más.

Es la dictadura del buenrrollismo, Jack. Sí, lo mismo que la enfermera Rateched. Lo mismo.


No me extraña que no la aguantaras. Yo tampoco aguanto esa, esta mierda.

¿Qué hacemos, tío? A ti por abrir la boca te cortaron un cacho de cerebro y te has quedado vegetal. A mi no te digo lo que me hicieron porque tampoco quiero que te pongas a llorar. Ya estás bastante delicado.


No, no me pidas perdón por no ser de mucha ayuda. Toma, otra cucharada de potito.

No sé. Yo me voy a quedar aquí sentado. No, coño, no es derrotismo. Es que ya ves lo que hacen si les desafías. Soy valiente, no gilipollas.


Tú tranquilo. Sigamos aquí haciendo nuestras cosas. Cada día cavemos un trocito más del túnel que hay detrás del póster de la sesentona tetona que hay en nuestra celda. Es la única manera. Si vamos a pecho descubierto nos van a joder más todavía. Mejor ser astutos.

Tú sonríe. Finge que estás encantado con sus métodos. Yo voy a hacer lo mismo, ya te digo. Voy a sonreír como nunca en mi puta vida he sonreído. “¡Propicios días!”, diré. Para que se olviden de mi. Y cuando se hayan olvidado del todo volveré aquí contigo, a seguir cavando el túnel. ¡Estamos muy muy cerca! ¿No hueles a mar? Ah, que son las cañerías. Vale, vale.


Está casi a punto, tío. Cuando estemos fuera vamos a ir a comprar un cerebro nuevo para ti. Pago yo. ¿Que son muy caros? Hombre, tan caros no serán.

¡Que vienen! ¡Pon el póster! ¡Que ni siquiera huelan la magnífica obra que estamos creando! Son capaces de destruirla. Sí, son así. Ya los conozco.


Mira, se me ocurre una idea: pon el GTA. Así creerán que somos como ellos. Qué buena idea, ¿eh? El arte del camuflaje, como en la guerra. Porque esto es una guerra, no te engañes. Es una guerra en la que no valen las armas. La guerra para la que me llevo preparando toda mi vida.

Esto es de cerebro. De estrategia. De poker. Por eso me pillé el Full House Poker en vez del GTA V. Para aprender lo que realmente había que aprender. ¿Para qué aprender a matar a gente con una escopeta si eso no vale? Hay que matarlos con las cartas. Como Gambito.


¿Que si soy bueno? Jajaja, amigo. Soy el mejor. Por eso parece que soy idiota.

Ese es el secreto.