lunes, 29 de agosto de 2016

Un pez llamado Wanda


Esta peli la vimos mi madre y yo en el cine de pequeño y ella salió encantada, meada de la risa. Esta peli le encantó. Y por eso me gusta a mi.


Esta peli va de traiciones y jugarretas entre compinches pero de coña. Vamos, no es una comedia de estas de gags constantes, pero todo tiene un tono de humor de modo muy fino. No en vano sale el que más me gusta de los Monty Python, haciendo de estiradísimo abogado inglés.

Sale Jamie Lee Curtis, en plan desnudándose y esas cosas. Esta tronca, no sé, cómo le gusta enseñar teta. ¡Se vende por dos duros, la ramera! En Entre pillos anda el juego también se sacaba las tetas, ahí, gratuitamente. Cómo le va la marcha, a la Jamie Lee Cur.


Sale Kevin Kline, un bigotes tipo Bigote Arrocet que me gusta mucho, las otras pelis donde me gusta es en French Kiss y en Wild Wild West, especialmente en French Kiss. Ahí hace de duro vividor que enamora a Meg Ryan, o sea, que cuidao.

¿A ti te gustaba más Meg Ryan de natural o cuando se ha hecho un verdadero estropicio en su faz y cuerpo? A mi cuando se ha hecho un verdadero estropicio en su faz y cuerpo. Como sabes, las mujeres deformadas a causa de la presión social me parecen enternecedoras, y esa belleza resultante del dolor de una niña asustada me parece muchísimo más sublime que cualquier belleza “natural”.


¿Qué hay más natural que que una niña se asuste por lo que los demás puedan pensar de ella? ¡Malditos hipócritas! No merecéis que Meg os deleite con esos labios espantosos, dignos del museo de cera más horrendo.

No, queridos amigos. Os sumáis a un club facilón al despreciar a las mujeres operadas. Sois como los que apedreaban a rameras en tiempos de Jesús. ¿No sois vosotros igual que Meg? ¿No os compráis ropa cara para que los demás piensen que os va muy bien? ¿No os ponéis guapos para salir por ahí, porque, como a Meg, os importa lo que puedan pensar de vosotros?


Sed honestos, si no os operáis es porque cuesta un pico. Y unos mindundis como vosotros no podéis hacer frente a ese gasto ni suplicando en Cofidís. Ahí no hacen preguntas, pero te cobran un 22%. ¡Vamos, eso no lo pueden pagar unos primos como vosotros pero ni en dos vidas! Meg se opera porque rodó French Kiss, además de otras tantas comedias inolvidables, y tiene pasta para permitírselo. ¡Siempre he sido una niña bonita pero siempre he soñado con ser una zorra chupona! Pues claro que sí, Meg. No les hagas caso, yo te protejo. A mi lado no pueden hacerte nada.

Yo no me opero, bueno, porque soy un machista, y creo que eso de operarse es para mujeres. Como limpiar, hacer la comida, las camas, todo eso. Las mujeres a hacer la cama y a operarse. ¿Cómo me voy yo a hacer “unos retoquitos”? ¡Ni que fuera homosexual!


Mis motivos son estos, que me gusta el olor a sudor y la tez del desierto. Nada más.

Pero aparte de machista sé ver la verdadera belleza. La que nace de dentro, la que hace que una dulce niña quiera, de repente, ponerse tetas, lo mismo que quiere lucir una falda sensacional. ¿Qué mayor gozo hay que sentirse guapa? ¡Ninguno! ¡Eso es por lo que merece la pena todo el esfuerzo! Para eso es para lo que lo haces todo. Y así debe ser.


Hoy he visto pasar a una que, caray, qué monumento. ¿Por qué vale ponerse zapatos de tacón pero no vale ponerse tetas? ¿No son los zapatos de tacón igual de “antinaturales”? ¿No te hacen parecer más alta cuando en realidad eres más bajita? La silicona son unos zapatos de tacón que se incorporan en el pie. Sirven para que parezca que tienes más tetas cuando en realidad no tienes tantas. ¿Dónde está la diferencia?

Dime que, oye, que eso de operarte te parece un coñazo, además de peligroso. Pues claro que sí. Yo pienso lo mismo. A otro perro con ese hueso. Pero no me des argumentos fariseos sobre la naturaleza o antinaturaleza de la silicona porque me puedo enfadar, y mucho, y ya sabemos los dos cómo acaba la cosa cuando me enfado.


Tú en el suelo y yo con un pie sobre tu cabeza. Y no te creas que me gusta a mi tanto ese juego…