viernes, 26 de agosto de 2016

Toy Story 3


Ah, qué buena Toy Story 3, ¿eh? Qué bien cierra la trilogía. Ah, no, espera, que están preparando la 4. Ay, Pixar. No te tenías que haber dejado comprar. Disney te ha hecho el jugadote, te ha comprado y ahora mola más que tú. Te ha hecho el lío.


Adelantar por la derecha me parece muy guay, pero adelantar por la izquierda ya me parece una pasada. Por un lado es legal. No infringes ninguna norma de circulación. Soy más rápido que tú ergo te adelanto. Por otro lado es más elegante.

Adelantar por la derecha mola porque evoca meterte por el arcén, pisar tierra, oyes las piedras chocando contra los bajos del coche, clonc, clonc, clonc, clonc... Es muy machote, muy Esparta.


Pero adelantar por la izquierda evoca el vídeo de Daft Punk One More Time. Una especie de futuro bucólico de blanca tecnología. Todo es perfecto, ganan los buenos. Adelantar por la derecha es adelantar a los malos usando sus mismas armas, que se jodan, ¿no querías caldo? pues toma dos tazas.

Pero por la izquierda ya no usas sus armas, porque los malos no tienen tan refinadas armas. Ahora que te he dejado hecho mierda adelantándote por la derecha te remato adelantándote por la izquierda. Es como tener al dragón que has dejado moribundo a espadazos pidiendo clemencia y vas y lo rematas soplándole polvo de hada en la nariz, ese que por su naturaleza malévola a él le resulta tóxico.


Y el dragón muere. No, no es que esté moribundo, no. Muere. Se acabó la historia.

¿Existía un final mejor para esta historia? Ni el mejor de los guionistas hubiera dado con uno más maravilloso.


A Pixar le han hecho el lío, como a todo lo que huela a hipster. La naturaleza del hipster es confiada. Es un crío que nació entre algodones y entre algodones se quiso quedar el resto de su vida. Para compensar la falta de virilidad que este tipo de crianza provoca llenó su cuerpo de tatuajes portuarios, como la mona se viste de seda. Sin embargo, como Podemos, eso no compensó su falta de solidez real. Las circunstancias, que de tontas no tienen nada, les ha obligado a permanecer en la oposición a comer chuscos, cual sargento.

La Guerra Blitz no es tal. La guerra Blitz es el apaño, las faltas de ganas de trabajar. Es querer seguir agarrado al cordón umbilical de mamá porque ¡caray! Cortar ese cordón sí que no. ¿Qué hago yo sin él? Eso me obligaría a caer de bruces al barro y en el barro me come el PP. No, no es teoría, me come, como me comió en el patio del colegio en la infancia, como me comió en Pacha en la adolescencia y como me comió en el lugar de trabajo cuando era un hombrecito. La Guerra Blitz es poner un nombre sofisticado a la memitis.


Ese ha sido el gran fallo de Podemos, fallo que no estoy seguro de que tenga el valor de corregir en el futuro. Pablo Iglesias realmente estuvo lúcido cuando previó que en los próximos comicios se pueden comer una hostia de padre y muy señor mío. Sí, Pablo Iglesias en un buen líder. Tiene visión. Tiene visión incluso cuando esta no le favorece en absoluto. Hay que ser serio para poder encajar tal revés.

Me temo que ha llegado el momento de aceptar la verdad. Los tatuajes se desvanecen y dejan ver lo que siempre estuvo ahí, camuflado, temblequeante. Un niño memo al que le pueden todos los demás chicos. Los que votan al PSOE, los que votan a Ciudadanos, los que votan al PP. Todos. Todos pueden al chico de los tatuajes, aunque, con tanto tatuaje, amedrente de primeras al ojo no entrenado.


Tengo un amigo del PP al que se la han dado con queso pero bien. Realmente se ha tragado los fuegos artificiales de Podemos. Le han asustado realmente. Yo, como en mis años de publicidad he estado rodeado de esos memos, me sé todas sus jugadas, sus recovecos, conozco sus poderes hipnóticos despampanantes. Lo mismo que conozco que de una buena hostia el mago hipnótico se pone a llorar en el suelo y la ilusión desaparece. Eso es lo que le aconsejo a él que haga. Pero fíjate si le han asustado que no se atreve, a pesar de que es tan grande como una apisonadora.

Temo que Pixar ha abusado en los últimos años del mismo efectismo. Sí, su background es intachable, hasta Ratatouille, incluida esta, su carrera es per-fec-ta. Ni una mácula. A partir de ahí empezamos a hacer trampas. No pasa nada, todos tenemos derecho a cometer errores. Lo único es que al final hay que pagar. Siempre hay que pagar.


Así que ahora estamos en un escenario en el que Disney ha superado a Pixar, lo mismo que el PSOE, me da la sensación, va a superar a Podemos en molonismo en los próximos meses. Porque, sí, puede que cuando hubo que dar la cara no la dieran, es verdad. Pero no se puede pasar por encima de no sé cuántos años de historia y de trabajo con una Guerra Blitz de niño mimado. Lo siento. Eso es trampa.

Y ya bastantes trampas hemos aguantado estos últimos años.