jueves, 18 de agosto de 2016

Tony Hawk´s Project 8


¿Que tú no sabes jugar al Tony Hawk? ¿No sabes grindar? Jo, tío, vaya vida de mierda. Te lo digo siempre, pero es que ahora ya has confesado como el pringado que eres. ¿De verdad no sabes jugar al Tony Hawk? Tío, tío. Te vas por el desagüe. Adiós, adiós, cacafuti.


Tony Hawk, aparte de un skater, cosa que me interesa menos, es un juego de skate muy de puta madre. Luego está Skate, que me parece que es de Electronic Arts o de una de estas así tochas, que se lleva el rollo de “Tony Hawk es más arcade, pero nuestro juego es más simulador” pero se pega una hostia de boca, como un skater novel. ¡Un puto coñazo, ese juego! ¿A quién le interesa un juego de skate “de simulador”? ¡Si sólo para darle pedales al asunto hay que darle a un botón! Que no, que no, déjame de simulaciones y dame mierda, por favor.

Tony Hawk es un juego en el que puedes hacer unos trucos alucinantes, caerte de morros y levantarte tan campante. O sea, lo que debería ser la vida real y no es. Bueno, te quitan puntos, pero ¿a quién le interesan los puntos? Los puntos son el MacGuffin de los videojuegos, eso que lleva toda la vida con nosotros pero a nadie le importa. Por hacer muchos puntos no te dan nada. Así que que le follen a los puntos.


Incluso cuando jugabas en arcade eran un timo, porque a ver: sacas la máxima puntución. Vale. Grabas tus iniciales. Yo solía poner ALF. Porque me gustaba Alf. Y salías ahí el primero. ALF ha hecho la mejor puntuación de todas. Uy, cojonudo. Qué ilusión. No, en serio. Hacía ilusión.

¡Pero por la noche cerraban los recreativos y apagaban las máquinas! ¡Y las máximas puntuaciones se evaporaban! ¿Nadie pensó en que podían poner una pila de guardado para que se mantuviesen? ¡No había gloria más efímera! Te sacas un millón de puntos y al día siguiente nadie recuerda tu nombre. ¡Joder! ¡Qué putísima mierda!


Así que, chico, ya me dirás tú para qué servían los puntos si ni para presumir dos días te servían. Además no había móviles y no podías hacerle una foto a la pantalla de puntuaciones, no sé, como recuerdo. ¡Nada! ¡El trabajo de una vida evaporado de un día para otro! No hay derecho, hombre.

Yo a Tony Hawk aprendí en la Play 1 en los descansos de cuando estudiaba los exámenes para la universidad. Sí, putos niñazos, yo en la Play 1 estaba ya en la universidad. Podéis comerme todos la polla con vuestro puto rollo imberbe.


Yo de aquella estudiaba muchas veces con Raúl, el dueño de aquella Play, y se la trajo a casa de mi tío, que era donde estudiábamos. La casa estaba vacía así que nos venía dabuti. Y entre Katovit y Katovit nos echábamos unos Tonys. Había una prueba que era que, por ejemplo, grindabas una barandilla con 1000 puntos. Entonces se ponía de tu color, rojo. Pero si detrás venía Raúl y la grindaba con 1100 se ponía azul, el color de Raúl. El que más elementos del escenario tuviera de su color al terminar el tiempo ganaba. ¡Joder! ¡Aquello es que molaba demasiado, tío!

¿No sabes lo que es el Katovit? Claro, porque lo retiraron del mercado porque un puto niño como tú no puede con todas esas ¿vitaminas? que llevaba dentro. El Katovit era para los hombres, cuando te metías muchos meabas fosforito, como si te hubieras comido un subrayador Staedler.


Cuando yo me ponía de Katovit para estudiar me flipaba todo lo que estudiaba, y eso que yo estudié Administración de Empresas, o sea, que fíjate si tenía que ser bueno el Katovit. Con el Katovit entrabas en La Espiral Multicolor, en El Túnel del Tiempo, todo de repente se tornaba claro, todas las piezas encajaban. Eras un chamán de la macroeconomía y las curvas de crecimiento del PIB eran pinceles en tus manos.

Menuda kaña el Katovit.


Y nada, que este es el Tony Hawk de 360. Vale que ya no está Raúl, vale que ya no estoy de bajón de Katovit, pero sigue molando igual. Grindas cosas, subes halfpipes, pegas unos saltos que te flipas, te pegas la hostia, te levantas y aquí no ha pasado nada.

¿Voy yo por la vida como en el Tony Hawk? Bueno, ahora ya no. Ahora ya estoy mayor y prefiero ser más conservador. Pero de joven... ¡Ay, de joven!


¡No quedó una viva!

¡Menudo era yo!