viernes, 26 de agosto de 2016

Dragonheart


Mira que me gusta a mi esta peli. No sólo porque el dragón esté doblado por Paco Rabal, ojo. Que ya sólo por eso hay que echarse a los pies de esta peli. Es que el cuento es precioso.


A Paco Rabal yo ya le conocí de mayor, tengo la idea de él de un anciano entrañable, ese abuelo al que te da gusto abrazar y que te regala caramelos de menta, ahora que no mira tu madre. Sin embargo le vi en una peli que me encanta de la que algún día tendré que hablar, Historias de la Radio, y ¡joder! ¡Menudo galán! ¡Joder con el abuelito Churupuqui! ¡Pero si era James Bond!

A mi esas cosas me flipan, de verdad. Los abuelos pacíficos no han sido pacíficos siempre. Han llegado a ser pacíficos porque han peleado mucho. La bondad de corazón no es algo que se haya de impostar, como hoy hace casi todo el mundo, porque todos sabemos que hay que ser bondadosos de corazón y, como lo dicen en la tele, lo hacemos. Ser pacífico es una conclusión a la que se llega.


Sí, de acuerdo, sólo las grandes almas tienen esa predisposición. Claro que sí. Y, sí, sólo las almas grandes son beligerantes, beligerantes ante las injusticias, me refiero. Claro que sí. Hombre, un corazón bondadoso ante las injusticias de bondadoso no tiene nada. ¡Por eso es bondadoso! Porque no se calla ante las injusticias. Si ante las injusticias te callas como haciéndote así el buena persona de buena persona no tienes un pelo. Lo que eres es un mierda.

Por eso las personas que con 30 años van de viejos bondadosos lo que son en realidad es unos mierdas y a los 80 el pastel quedará descubierto y serás un viejo huraño, tembloroso, que es capaz de darte un bastonazo sólo porque se le ha cruzado un cable. Y ahí te llevarán al asilo, como castigo a ser un impostor a los 30.


¿Qué te creías? ¿Que te ibas a ir de rositas? No, ahora por cutre a comer papillas.

La peli esta va de que el príncipe del reino es un niño cutre y mezquino al que le dejan casi todo tieso. Y la madre, que aunque haya cagado a un niño malévolo no deja de ser su hijo, lo lleva ante el dragón para que le salve la vida dándole un cacho de su corazón.


Pero el niño, que es más malo que la quina, se empeña en seguir siendo malo y pervierte el corazón del dragón. O sea, que aunque el dragón bondadoso le ha dado un cacho de su bondadoso corazón para salvarle la vida, el corazón del crío es tan pestilente que se sobrepone a la bondad que también lleva dentro de él.

O sea, que fíjate qué niño. Un Demian de la vida.


Total, que como niño malvado y dragón están unidos por el corazón, el dragón se sacrifica ofreciendo su vida para poder matar al niño malvado, al que se le ha pirado la olla y no hay quién pueda con él ya. Al dragón le pegan un espadazo en el corazón y dragón y niño malvado mueren, porque están conectados, y si muere uno muere el otro.

¡Joder con el puto niño! ¡La que ha liado! A mi me sale un hijo así y, no sé, le llevo al río a ahogarle, contándole que vamos a pescar.


¡Ven, hijo, que vamos a pescar truchas! ¡Ponte las botas de goma, hijo, y acompáñame aquí un poco a mitad del río, sí, aquí por donde cubre como por el muslo!

Y ahí ¡raca! Le engancho del cuello al puto niño y lo ahogo en el río.


¿No es mejor eso que tener que sacrificar a un dragón tan bueno?

Y nada, que esta peli es preciosa, es la que te recuerda que tú también tienes dentro un corazón de dragón. Se te ensancha el alma y te dan cosquillitas cuando el dragón muere y se convierte en una constelación de estrellas, que es lo que él ansiaba. ¿Ves? Me están dando cosquillitas, según escribo.


Asi que ¡nada! ¡Pasando de los niños malévolos! ¡Que se jodan! ¡Ni un cacho de tu buen corazón les des! Porque los niños malévolos son así, pasan de todo. ¿Que tú te has sacrificado y les has dado un cacho de tu corazón para salvarles la vida? ¡A ellos se la trae floja! Ellos lo único que quieren es mirarse el ombligo.

“Hombre, Juan, pero no seas así, tú también como eres”. Sí, ya. Tú hablas mucho porque no sabes lo que yo sé. Que hay como, no sé, doscientos niños malévolos por ahí sueltos con un cacho de mi corazón en su pecho. ¡Y que nada! ¡Y que no hay manera! ¡Y que no se enmiendan!


Entiende que yo soy como Paco Rabal, un tío con mucha mili. Que si soy tan grande no es porque tome Cola Cao, que también, sino porque he hecho muy buenas obras y me he llevado tanto las mieles de eso como las hieles.

Ahora te toca a ti dar cachos de tu corazón a niños diabólicos.


¡A ver qué tal te sienta, espabilao!