Yo soy una persona maravillosa. No, no
se me caen los anillos, más se me caerían si pecase de falsa
modestia, ese vicio tan terrible.
Como lo soy, aprecio Fiebre del Sábado
Noche más que muchísimas otras películas. Es tan preciosa, tan
delicada, tan exquisita que no tengo palabras. Es la película más
bonita del mundo. La escena del baile final es lo más elevado que
podrás ver en el cine.
Si has sentido realmente lo que es el
amor, si sabes lo que es eso de lo que hablan las películas (es muy
posible que no lo sepas ya que eres un patético pedazo de tiza)
sentirás que Fiebre del Sábado Noche habla con esa parte de tu
corazón que está conectada a la otra persona. La poesía pura, el
fundiros juntos para siempre. Eso, y no otra cosa, es el amor y eso y
no otra cosa es Fiebre del Sábado Noche.
Cuéntame, ¿cómo ha sido tu vida
amorosa? Una mierda, ¿no? Bueno, es que ¿quién te va a querer a
ti? La perrera municipal, porque si no ya me dirás tú quién. Si es
que eres lamentable. No, no, por muchas veces que te rearmes siempre
serás el mismo rufián, ese tipejo sucio por dentro cuyo problema es
que no acepta que es patético. ¡Si lo aceptases todo sería
facilísimo! Encontrarías a la mujer adecuada enseguida.
Las mujeres se pirran por los perros
perdidos como tú. ¡Les encantan! Pero, claro, al que no le gusta
serlo es a ti. Te humilla como hombre, ¿no? Bueno, más bien como la
idea que tú tienes de lo que es ser un hombre, tan medieval, tan
cazurra. Tan causa última de aquello en lo que te has convertido.
No, hombre, tú qué vas a saber lo que
es el amor. No tienes valor para saber lo que es. Tú, como mucho,
sabes lo que es el caprichín, el, bueno, pues con esta. ¡Con esta
me conformo! Madre mía. Y lo terrible es que, insistentemente, te
atreves a querer mirarme a los ojos. No, no, no te voy a devolver la
mirada. Iría acompañada de una carcajada y, bueno, no te quiero
devastar.
¡Ah, el amor! Si supieras lo que es
eso abandonarías esa vida de farsante que tienes. ¡Inmediatamente!
Cada vez que te veo me pregunto “¿habrá aceptado por fin lo
patético que es?”. Y ni hablar. Cada vez que te veo me sorprendes
con otro intento, otro más, de demostrar al mundo que no eres una
mierda de perro. ¡Diablos! ¡Te estás haciendo mayor! ¡Estás
tirando la vida a la basura viviendo esa vida de mentira que no sé
para quién vives, de verdad! ¡Para ti no, desde luego!
Para tus amigos, ¿no es eso? Que van
de machos camachos. ¡Ah, si te dieras cuenta de lo tontos que son no
les harías el más mínimo caso! Pero te han engañado a base de
bien. Te han hecho creer que ellos son mejores que tú por sacar
pecho y tú has picado como un pececito. ¡Ay, pececito! Si es que
eres tan tonto como ellos. ¡Pececito! ¡Pececito! ¿No has visto esa
escena de El Sentido de la Vida? Es muy graciosa, brillante.
En fin, te dejo por imposible, no te
enfades. Pero es que yo soy profesor de universidad y tú no has
aprobado el jardín de infancia. Compasión, toda la que quieras,
respeto, ninguno.
No, no, no te pongas Fiebre del Sábado
Noche. La mancharías. Eres demasiado repugnante. No, no.
Para mi chica, la que es mi pareja de
baile para la eternidad, para ella sí es esta película. Porque ella
sabe lo que significa bailar. Sabe lo que significa el beso final.
Pues claro que yo también, tonta. ¿Qué
te crees?