lunes, 22 de agosto de 2016

Tropico 4


Tropico hay que tenerlo porque sale un señor así parecido a Fidel Castro en la portada. Recuerda tiempos mejores cuando lanzar un juego no era casi una operación militar, sino un plan de fin de semana de unos colegones que se reunían para programar unas movidas, llamaban al ilustrador que se parecía a Azpiri pero cobraba la mitad que este y se bajaban todos juntos a mamar cerveza al pub de al lado del estudio que tenían alquilado para hacer los juegos.


Sí, la era de Microhobby. Hoy parece super tierno, pero fue aquella semilla la que engendró esta enorme planta de mostaza de la que hoy comen los más estúpidos directores de marketing cuando se les llena su sucia bocaza hablando de Pokèmon Go. Lo siento, si no estuviste cuando Microhobby no tienes derecho a hablar de nada. Tienes derecho a sentarte y estar callado mientras miras cómo hablamos los mayores, pero nada más. Ni se te ocurra abrir la boca o de la patada en el culo te mandamos a tu master en Esic.

Los galones son importantes, como deja claro el protagonista de la portada del juego que nos ocupa. Los que hemos labrado la tierra somos más propietarios de ella que nadie más y eso es imperativo respetarlo. De no ser así, ya sabes, patada. Aquí lo que tenemos son pelos en el pecho y huevotes entre las piernas así que, no, no estamos interesados en tu “innovadora manera de hacer las cosas”. Crees que es innovadora porque no has labrado la tierra, si lo hubieras hecho verías cómo tu sistema tiene tantos cabos sueltos que te echarías a llorar.


Soy un gran amante de la teoría porque tengo cerebro. Y al cerebro le gusta mucho la teoría, se deleita. Pero un cerebro bien-bien, no un cerebrito normalito, sabe que la práctica se parece más a un perro pulgoso que a un superordenador. Todas las maravillosas teorías se desploman cuando te das cuenta de que ese novedoso sistema que propones no se puede aplicar por un motivo muy sencillo: porque Malaquías, el encargado, a esta hora hace siesta, y no sabes cómo se pone Malaquías si le jodes la siesta. Y en tu maravilloso plan de mejora de la productividad pone que a la hora que Malaquías hace la siesta Malaquías tiene que hacer no sé qué hostias, y eso no lo vas a conseguir. Vamos, prueba, pero entiéndete tú con Malaquías. Tiene mala gaita, te dejo advertido.

La vida es así. La vida no entiende de mejoras de la productividad. Entiende que todo cuanto más fácil mejor. Entiende que es preferible que no esté todo perfecto-perfecto si a cambio tienes que dejar de echarte la siesta. Es preferible estar a bien con tu mujer que un despacho 4 metros cuadrados más grande. Es mejor ir a charlar con los amigos mientras tomas café que una foto tuya siendo el empleado del mes. De no entender esto me temo que eres un niño todavía. Y con quien niños se acuesta meado se levanta. Esa es otra de las cosas que no enseñan en Esic.


No te esfuerces tanto, hombre. Si vivimos en España. Yo entiendo que un sueco, chico, pues se devane la cabeza intentando resolver el complicado sistema de ecuaciones que es cómo gastar su tiempo. Pero aquí... Pero mira qué solecito. ¡Pero mira qué mujeres! Tienen un carácter que ya-ya, pero ¡qué mujeres! Son mejores que las suecas, quizás no para pasar modelos pero sí para hacer la casa. Y hacer la casa es clave, crucial. Es un trabajo que, también, exige el mayor de los respetos. “No, pero yo pago una asistenta”. Sí, una asistenta que piensa que eres gilipollas. Vaya genio que estás hecho. No me compares la cama hecha con amor por tu mujer que por una asistenta que se ríe de ti en cuanto te das la vuelta. No seas pardillo.

Cuando uno ha labrado la tierra se da cuenta de las cosas que son importantes y las que no. Ese sí es un buen plan de eficiencia. Labrando la tierra sí se aprende a ser eficiente, no estudiando en un despacho en la capital cómo se debería labrar la tierra. ¿Pero tú qué sabes, niño? Baja aquí con nosotros un rato, y si cuando vuelvas a subir ves las cosas de la misma manera, adelante. Sigue con tu “plan de eficiencia”. Pero te aseguro, porque ya lo he visto muchas veces, que es imposible que pienses igual después de labrar la tierra.


De seguir pensando igual lo que serías es un niño caprichoso e insoportable y lo que haremos será echarte al pilón, para que no nos molestes más con tus tonterías. ¿Ves? Eficiencia pura. Los elementos del sistema que atentan contra el sistema mismo van al pilón. Y sin haber estudiado en Esic.

Tío, de verdad, piensas demasiado con la cabeza y muy poco con el corazón. Eso es propio de niños pera que se refugian en su cabecita porque el mundo de verdad les parece demasiado aterrador. ¡Oh, qué rudos labriegos! ¡Prefiero pasarme la vida imaginando una hipótesis que no va a ir a ninguna parte a relacionarme con ellos! Pues muy bien. Si vas a acabar en el pilón igual. ¿No ves que de eso no nos hemos librado ninguno, salao?


No, hombre, no. Mira, ponte Tropico. Ahí te enseñan cómo administrar un país bananero, que es lo que son todos los países en realidad. ¡Uy, cuántas pantallas LED! ¡Uy, cuántos taxis de Uber! Que no, que eso son adornos, atontao. Que la verdad es la misma en todas partes: estar tranquilos, ir pa casa con tu mujer y tomar el café con los amigos. No vas a encontrar en tu puta vida, garantizado, un sistema más eficiente que ese. Sostenible hasta la noche de los tiempos. No te preocupes.