domingo, 28 de agosto de 2016

El hombre que pudo reinar


Ah, la avaricia. La megalomanía. Qué tentadora es para algunos. Para mi no, yo ya sé que soy genial. No tengo nada que demostrarme a mi mismo. Pero para aquel que se siente muy pequeño es un veneno al que le es difícil resistir.


Esta peli va de dos soldados que van en comandita a conquistar un país pequeño gracias a sus superiores dotes militares. Sin embargo, por avatares del destino, uno de los pueblos que conquistaron cree que uno de los soldados es un dios. Al principio lo aprovechan para mandar sobre el pueblo con más facilidad, pero al final el soldado “tocado por la vara del destino” cede ante el jugoso néctar de que igual sí, igual sí es un dios. Y ahí se va todo al garete.

Es fácil perder la olla. Especialmente cuando uno es tonto. Si sales a la calle verás cientos de personas con la olla pirada: este se cree que es un triunfador cuando en realidad es un puto mierda, esta se cree que es una mujer atractiva cuando es una bruja horripilante, aquel se cree un valiente cuando en realidad es un cobarde, aquella se cree una chica fuerte cuando en realidad es masa blandita…


Un puto desastre.

Qué sociedad, ¿eh? Me pregunto por qué se ha hundido y más que se hundirá.


Quizás tú seas una de esas personas que se cree un dios. Igual me dices “un dios no me creo”, pero yo diría que sí. Un dios es alguien capaz de modelar a un ser humano según él quiera. Tú, que eres de determinada forma, quieres ser de otra. ¿No estás por tanto intentando usurpar las características de un dios? Yo creo que sí.

La creencia de que “uno se puede modelar a su antojo” está muy extendida hoy en día. Yo diría que es la esencia en la que se basa la sociedad actual. ¡Yo puedo llegar donde yo quiera! ¡Soy barro sin forma y mis sabias manos, a lo largo de la vida, me darán a mi mismo la forma que yo crea más deseable!


¿Entrevés la locura en la que estás perdido/a?

La creencia de que uno se puede modelar a su antojo es la raíz de todos los males. Es el pecado original, siendo tremendistas. Ese es el motivo por el que tu jefe, que todo el mundo sabe que es un mierda, un cretino y un incompetente, no se rinde a la evidencia de que es un mierda, un cretino y un incompetente. Por este capricho sin sentido, a ti te está amargando la vida. No creas que eres el único, a sus jefes también, porque es un incompetente, y tener de subordinado a un incompetente es una putada. Y a mi también me la está amargando, porque está tomando decisiones que afectan a que este aparato que acabo de comprar se haya roto. Vaya por Dios. Con los buenos duros que me ha costado.

Me pongo así un poco de coña porque no quiero asustarte, pero hoy estamos hablando, en primicia, de aquello que ha llevado al mundo al colapso. Vamos, que un poco más y acaba con el mundo, así. Y eso es la creencia de que uno puede ser aquello que se imagine que es. La verdadera locura de la humanidad es esa.


Supongo que ya te has dado cuenta de que la locura más absoluta ha llegado a su máximo esplendor. Hoy en día los más bajos ocupan los puesto más altos. O están a punto de ocuparlos, en el caso americano. Tal es su empeño en ser lo que no son que no les importa llevar al mundo a la quiebra más absoluta si eso provoca que sus caprichos infantiles se vean satisfechos. ¡Da lo mismo! ¡Yo quiero ser el jefe! ¿A quién le importa que no tenga cualidades para ello? ¡Ni siquiera he pensado en eso! Sólo he pensado en lo bien que me quedaría esa corona. Ah, en eso sí que he pensado. Qué bien me quedaría...

Y esa es un poco la raíz de todos los males. ¿Quién puede detener a un loco empeñado en sus locuras? Los de la camisa de fuerza, sí, pero es que esos también se han vuelto locos. Esos, uno se ha empeñado en ser bailarín. ¡Tócate los huevos! Y el otro está empeñado, no te lo pierdas, en diseñar videojuegos. ¡Ole! ¡El gorila diseñando a Donkey Kong! Hay que reconocer que, al menos, todo está adornado de una preciosa ironía.


Como veis, el mundo se tiene que derrumbar porque nadie está en su puesto. Es como si los soldados se hubieran vuelto alfareros y los alfareros soldados. Es imposible que esa fortaleza siga en pie. Está todo justo como no debe estar.

A mi todo esto me parece de puta madre porque sé lo que está pasando. La locura colectiva no me afecta, ya que sé que estoy dentro de ella. Es como el que sueña y sabe que está soñando, se la suda todo. ¡Vaya, una hamburguesa comiéndose a un hombre! ¡Qué divertido! ¿Qué será lo próximo?


Como los soñadores lúcidos, soy capaz de interactuar con el sueño ya que sé que estoy soñando. Así que si quito esta piedra de aquí y el edificio se desploma no pasa nada, ya que no hay tal edificio. Todo es fruto de tu imaginación. En todo caso, te estaré ayudando a despertar de tu locura enseñándote que lo que crees es falso. Tu edificio se ha derrumbado y yaces en los escombros. Y, sin embargo, sigues vivo. ¿Cómo puede ser? Pues porque te lo estás imaginando, idiota. No hay tales escombros. Estás perfectamente bien. Lo que está mal es tu cabeza.

Podríamos seguir avanzando en cuan profundo es tu delirio, pero por hoy ya es bastante. Como sabes, es peligroso despertar bruscamente a un sonámbulo. Le puede dar un tal. Así que por hoy es suficiente, después de darte este susto espantoso que es meterte en la cabeza la idea de que quizás no seas un tío brillante y sí una mierda de perro, es mejor que te conduzca dulcemente hasta la cama. Allá habrás de reposar este elemento tan perturbador que he introducido, sagazmente, en tu sueño.


¡Buf! ¡Vaya dislate que tienes en la cabeza! ¡Espero que no te pase nada, por favor!