domingo, 28 de agosto de 2016

El Príncipe de Zamunda


La otra gran comedia de Eddie Murphy. Quizás el acervo popular la tenga como la mejor. No tengo problemas con eso.


El Príncipe de Zamunda trata de un príncipe africano que antes de ser coronado rey quiere vivir como un plebeyo corriente. Así se conocerá mejor a sí mismo y, por tanto, a la mujer que le conviene.

Trata un poco de lo mismo que la canción Common People de Pulp pero sin ironía y desde el punto de vista del que quiere vivir como la gente corriente, no como la canción, que está cantada desde la persona corriente que se encuentra con alguien que siendo noble quiere vivir como la gente corriente y se le nota mucho resentimiento hacia los nobles.


¡Joder, Jarvis! ¡Yo qué sé! ¡Pues si soy noble soy noble! ¿Qué le voy a hacer? Da gracias al menos porque me haya acercado a ti, que necesidad no tengo ninguna. Aprovecha para contagiarte de mi nobleza en vez de andarme llamando niño pijo durante toda la canción.

Joder, los pobres sois la hostia, también.


La canción, eso sí, es muy energética y todo un himno generacional. Los pobres, aunque sea de vez en cuando, hacen algo medianamente bueno. Mira Wallapop, mira The Good Burger.

Esta peli está llena de momentos descojonantes como cuando el Príncipe de Zamunda va a un bar a conocer mujeres. Allí aparece un carrusel de espantos a cada cual peor. Cómo te entiendo, Eddie. No, es que se creen que, yo qué sé, que los pájaros maman. No, no, no, piba, siendo una zorra tan vulgar no me vas a enamorar. Que yo iré así vestido con un suéter como de Bershka pero soy un príncipe, lo que pasa es que me he disfrazado para que no me quieras por mi dinero. Eso es todo. Y, caray, chocho, es que has suspendido el examen pero con muy deficiente.


Cuando a alguien en clase le ponían muy deficiente, no sé. Vaya hecatombe. A mi nunca me han puesto ninguno de esos. Como mucho un insuficiente. Pero muy deficiente... ¿Cómo está mi examen? Lo siento, es insuficiente para aprobar. Vaya por Dios.

¿Cómo está mi examen? No es que sea insuficiente para aprobar, es que lo considero muy deficiente. Tiene muchas deficiencias. O sea, tan deficiente es que te escupo en la cara, niño. ¡Schup! ¡Muy deficiente! ¡Eres muy deficiente!


Quizás la expresión “muy deficiente” sea políticamente incorrecta hoy en día. Quizás la hayan cambiado por “unicornio que no ha cruzado el arco iris”. Puede ser.

Sea como sea, encontrar mujer para un príncipe no es tarea fácil. Yo ahora vengo de la calle de analizar posibles mujeres para mi. Ninguna da la talla. Hay algunas que, caray, es que parece que sí, pero no. Son estas que son guapísimas, que son dulcísimas, pero dentro llevan un núcleo amargo que las aleja de la sangre azul. Son, en el mejor de los casos, burguesas altas. Pero de ningún modo pueden acercarse a mi sin agachar la cabeza.


Los nobles necesitamos mujeres nobles, compasivas, humildes de corazón, no de formación. Necesitamos mujeres que sepan sufrir por su pueblo cuando las circunstancias lo exijan, ya que eso es lo que distingue a la verdadera nobleza, el amor por su pueblo. Así que si alguien ha de recibir los dardos y las flechas ese soy yo. ¡Dispara todo lo que tengas sobre mi pero deja en paz a estas buenas gentes! Yo soy su líder, su protector. Al que buscas es a mi.

Así que nada, seguiré deambulando por Queens a ver si encuentro a mi princesa. Ya tengo una fichada, pero no sé, no sé si al final querrá nada conmigo. Es perfecta, pero, ya se sabe, las verdaderas princesas no son fáciles de conquistar.


Pido una oración por mi, simpático pueblo, dulces campesinos, sencillas gentes, para que mi jornada tenga un final feliz.

Así sea.