La otra gran comedia de Eddie Murphy.
Quizás el acervo popular la tenga como la mejor. No tengo problemas
con eso.
El Príncipe de Zamunda trata de un
príncipe africano que antes de ser coronado rey quiere vivir como un
plebeyo corriente. Así se conocerá mejor a sí mismo y, por tanto,
a la mujer que le conviene.
Trata un poco de lo mismo que la
canción Common People de Pulp pero sin ironía y desde el punto de
vista del que quiere vivir como la gente corriente, no como la
canción, que está cantada desde la persona corriente que se
encuentra con alguien que siendo noble quiere vivir como la gente
corriente y se le nota mucho resentimiento hacia los nobles.
¡Joder, Jarvis! ¡Yo qué sé! ¡Pues
si soy noble soy noble! ¿Qué le voy a hacer? Da gracias al menos
porque me haya acercado a ti, que necesidad no tengo ninguna.
Aprovecha para contagiarte de mi nobleza en vez de andarme llamando
niño pijo durante toda la canción.
Joder, los pobres sois la hostia,
también.
La canción, eso sí, es muy energética
y todo un himno generacional. Los pobres, aunque sea de vez en
cuando, hacen algo medianamente bueno. Mira Wallapop, mira The Good
Burger.
Esta peli está llena de momentos
descojonantes como cuando el Príncipe de Zamunda va a un bar a
conocer mujeres. Allí aparece un carrusel de espantos a cada cual
peor. Cómo te entiendo, Eddie. No, es que se creen que, yo qué sé,
que los pájaros maman. No, no, no, piba, siendo una zorra tan vulgar
no me vas a enamorar. Que yo iré así vestido con un suéter como de
Bershka pero soy un príncipe, lo que pasa es que me he disfrazado
para que no me quieras por mi dinero. Eso es todo. Y, caray, chocho,
es que has suspendido el examen pero con muy deficiente.
Cuando a alguien en clase le ponían
muy deficiente, no sé. Vaya hecatombe. A mi nunca me han puesto
ninguno de esos. Como mucho un insuficiente. Pero muy deficiente...
¿Cómo está mi examen? Lo siento, es insuficiente para aprobar.
Vaya por Dios.
¿Cómo está mi examen? No es que sea
insuficiente para aprobar, es que lo considero muy deficiente. Tiene
muchas deficiencias. O sea, tan deficiente es que te escupo en la
cara, niño. ¡Schup! ¡Muy deficiente! ¡Eres muy deficiente!
Quizás la expresión “muy
deficiente” sea políticamente incorrecta hoy en día. Quizás la
hayan cambiado por “unicornio que no ha cruzado el arco iris”.
Puede ser.
Sea como sea, encontrar mujer para un
príncipe no es tarea fácil. Yo ahora vengo de la calle de analizar
posibles mujeres para mi. Ninguna da la talla. Hay algunas que,
caray, es que parece que sí, pero no. Son estas que son guapísimas,
que son dulcísimas, pero dentro llevan un núcleo amargo que las
aleja de la sangre azul. Son, en el mejor de los casos, burguesas
altas. Pero de ningún modo pueden acercarse a mi sin agachar la
cabeza.
Los nobles necesitamos mujeres nobles,
compasivas, humildes de corazón, no de formación. Necesitamos
mujeres que sepan sufrir por su pueblo cuando las circunstancias lo
exijan, ya que eso es lo que distingue a la verdadera nobleza, el
amor por su pueblo. Así que si alguien ha de recibir los dardos y
las flechas ese soy yo. ¡Dispara todo lo que tengas sobre mi pero
deja en paz a estas buenas gentes! Yo soy su líder, su protector. Al
que buscas es a mi.
Así que nada, seguiré deambulando por
Queens a ver si encuentro a mi princesa. Ya tengo una fichada, pero
no sé, no sé si al final querrá nada conmigo. Es perfecta, pero,
ya se sabe, las verdaderas princesas no son fáciles de conquistar.
Pido una oración por mi, simpático
pueblo, dulces campesinos, sencillas gentes, para que mi jornada
tenga un final feliz.
Así sea.