lunes, 29 de agosto de 2016

Blackberry Z10


Este es el mejor teléfono del mundo. Primero porque es mío y segundo porque es verdad. A mi madre casi le da un ictus cuando rechacé el iPhone flamante que me regaló porque me recordaba a una sociedad en decadencia que se hundía. Todavía lo está superando. Rezad un poco por mi madre, a ver si se le pasa el berrinchín…


Mi madre es mi madre, por lo tanto es como yo pero un poco peor, porque yo he mejorado el modelo. Eso es algo que todavía está superando. Yo por eso no quiero tener hijos, porque sé que engendraría a una especie de Clark Kent que, yo qué sé, quizás el mundo implosionaría si mi hijo se pasease por él. Así que por vosotros hago que mis mujeres se liguen las trompas.

Cuando mi madre me vino con el iPhone yo no quería saber nada de smartphones. Todo eso me recordaba a una sociedad enloquecida que no iba a ninguna parte y no quería formar parte de eso. Pero, claro, por muy firme que sea en mis convicciones no puedo ver sufrir a mi madre.


Así que opté por esta solución intermedia. Un iPhone que da la espalda a la sociedad. Una Blackberry, el teléfono Aldea de Astérix. Un teléfono sólido como una roca, por dentro y por fuera, que opta por un sistema operativo propio. Además para Blackberry apenas hay apps, de hecho antes de final de año me tendré que cambiar de teléfono porque Whatsapp no va a seguir desarrollando para Blackberry, y Whatsapp es la única app que uso.

Ningún teléfono me ha hecho más feliz que este. Es mi teléfono favorito de toda mi vida. Ningún teléfono ha captado mejor lo que yo le quería decir al mundo. Es un smartphone porque no me queda más remedio que estar conectado a la sociedad, aunque sólo sea por hacer feliz a mi madre. Pero por otra parte es como vivir en un mundo aparte, como he vivido yo estos años.


Si no fuera porque mi madre es más pesada que una vaca en brazos no tendría ni Blackberry, ni pantalones, y probablemente habría olvidado el idioma. Estaría viviendo en una autocaravana (otra mierda que no me dejó hacer mi puta madre, comprarme una autocaravana) en cualquier rincón que no te puedas imaginar. Quizás debajo de tu casa, quizás en Rota, quizás en Cartagena. Nadie lo sabe. Por eso ya no le cuento un puto plan más a mi madre, total, para que me los joda...

Dicen que la madurez significa saber ceder. Lo compro, pero me jode hacerlo. No he podido llevar a cabo mi “época espiritual” con toda la pureza que me hubiese gustado. Por otra parte, he tenido la “época espiritual” más posmoderna que puedas imaginar. Ha sido una mezcla entre comer raíces y beber Red Bull. He estado perdido por los montes de Galicia y también he estado deambulando por Madrid como un mendigo, a merced de las miradas espantadas de los integrados, como Amador Rivas cuando volvió del monte con barba y pelos. Respetad a los mendigos, tienen los cojones muy hinchados con vosotros, os lo digo.


Mi Blackberry me ha acompañado en mi viaje recordándome que tengo un estilo único e inimitable. Gracias a mi madre, hay que reconocerlo. Mi estilo se lo debo a mi madre. No hay nadie con más estilo que yo y eso es trabajo suyo. Así que le perdonaremos lo de la autocaravana.

Blackberry es el teléfono de los que pasan de todo el mundo, es decir, el teléfono de los ricos. A los ricos les importa una mierda tener o no el Angry Birds en su teléfono, porque si quieren se compran una isla del Pacífico donde viven los verdaderos pájaros en los que están basados los del videojuego.


Yo, si seguimos el postulado de que el más rico es el que menos necesita, soy el más rico del mundo. Yo con dos euros al día vivo. Y vivo más contento que tú, me temo. Me lo paso bomba dedicando el día a exprimir dos euros como una ama de casa supersónica, que con el raquítico sueldo de su marido tiene que alimentar a una familia de seis. Eso es lo que aprendes dejándolo todo, que la vida mola muchísimo. Si no sabes divertirte ese es tu puto problema, no de la vida.

Y, sí, yo también paso de todo el mundo. Si te encuentras conmigo por la calle no te intentaré seducir para que me hagas un favorcillo, como te pasa con todos los demás con los que te cruzas. Si me caes bien te daré un abrazo, si me caes mal o pasaré de ti o te vacilaré, según tenga el punto en ese momento.


Como ves, tengo el teléfono perfecto para la etapa de la vida en la que he estado inmerso. El teléfono de Bryan Adams, ese tío confiable que nunca pasa de moda. El teléfono de las pijas venezolanas, que creen que tener una Blackberry es el complemento imprescindible para unas tetas bien reventonas de silicona. El teléfono de Juan, el ser que más mola del mundo.

Desde aquí rindo homenaje a mi mejor teléfono de la historia, Blackberry Z10.