Menuda película. ¿Prefieres El Chico
de Oro o El Príncipe de Zamunda? Una pregunta clave. Bueno, clave
tampoco, pero es que las dos son muy buenas.
Yo antes era de El Chico de Oro, luego
volví a ver El Príncipe de Zamunda y ya dudo más. El Chico de Oro
es más alta cultura, El Príncipe de Zamunda es más gloriosa
comedia. No sé, yo si puedo no elegir ninguna y quedarme con las dos
me haces un favor.
El Chico de Oro tiene algunas Escenas
Que Nos Traumatizaron, como el malo convertido en demonio, en su
forma original, encima movido en plan animatronic, lo que se hacía
antes de las 3D, que tiene una cadencia horripilante, muy de dar
miedo. También está la mujer que es mitad mujer y mitad serpiente
cuando Eddie Murphy tira el biombo tras el que ella se oculta y sale
ahí, moviéndose en el aire y haciendo sonar sus cascabeles de
serpiente.
Por eso digo que El Chico de Oro es más
alta cultura, porque tiene estos sabores para adultos que a un niño,
como yo, pues le dejan un poco pallá.
También es más alta cultura porque va
de un niño que es una especie de reencarnación de Buda, o de
Salvador del Mundo sin tener que ser nadie reencarnado, que tiene
entidad por sí mismo, no sé. El misterio de su background añade
interés a la película.
También es más alta cultura porque
Eddie Murphy tiene que viajar al Tíbet, y ya sabes que todo lo que
pasa en el Tíbet es muy místico, muy “oooooooh, cuidado con el
Tíbet”. A mi, bueno. Creo que si fuera al Tíbet no aprendería
nada nuevo. En todo caso a aburrirme como una ostra. Si yo fuese al
Tíbet me temo que sería como Eddie Murphy en esta película, un
vacila que cuestionaría la manera de acercarse a Lo Eterno de los
monjes.
Quizás los monjes rasos creyesen que
soy un enviado de El Mal que viene a socavar su estupenda sociedad
monjil, pero quizás el jefe de los monjes, como ocurre en esta
película, se daría cuenta que en mi provocación no hay más que
sabiduría. Que alguien les tiene que poner un tocata bien alto a
esos monjes a ver si así llegan al nirvana más rapidito. No tengo
nada en contra de estar 50 años sentado en una roca, pero si puedes
lograr lo mismo en un par de añitos jugando a la Xbox... No sé, yo
prefiero lo segundo.
Es que lo primero, caray, es que es de
tontos. A mi que me perdonen.
Hay que mencionar la escena de la lata
de Pepsi que, gracias a los poderes ultraguays de El Chico de Oro, se
convierte en un bailarín de claqué. Un amigo que se comió un tripi
me dijo que había visto eso. No me extraña, esa escena es tan guay
que se te queda grabada para siempre, tanto si te comes un tripi como
si sueñas de forma normal, en la cama, esa escena va a aparecer en
algún momento de tu vida. Es demasiado guay como para que tu cerebro
no se deleite con ella en alguna ocasión.
Y nada, que si eres un monje te digo
que, oye, a lo mejor te parece que por mis formas urbanas no tengo
tanta sabiduría como tú, pero es que ese precisamente es mi truco.
Parecer que soy tonto de baba, como el monje jefe de El Chico de Oro,
que parece un tolai de mucha categoría pero luego resulta que es el
monje jefe. Hombre, cuando tienes sabiduría tratas de no hacer
alarde de ella, va implícito en el hecho de ser sabio. Buscas una
manera divertida de acercar a la gente los conocimientos elevados,
como Jesús hacía parábolas, finísimas, por cierto. Jesús tenía
que ser un tío que vestía de Armani, no me cabe ni la menor duda.
Yo me llevo este rollo “chico Red
Bull” porque me parece que es lo que más conecta con el zeitgeist
de nuestro tiempo. Cuando fui a visitar a Grandes Sabios para
enterarme un poco de las alturas del conocimiento me parecía que,
oye, que su fondo estaba muy bien, por eso les escuchaba. Pero si
quieres llevar esos conocimientos al mundo actual no puedes ir de
meapilas, que es lo que, con todos mis respetos, parecen ellos.
Tienes que inventarte una manera actual
de acercar esos conocimientos a la gente que vive en la época
actual. Esto es, gente que se mete Red Bull, Monster, Burn y
Rockstar. Que se flipa con los camiones monstruo y que se va a la
Fabrik a petarlo, petarlo, petarlo como si no hubiese mañana. Ese es
el lenguaje que yo entiendo que el alto conocimiento ha de saber
manejar hoy en día. Si no en cuanto abra la boca la gente le va a
empezar a tirar latas de Red Bull vacías a la cabeza por tío
coñazo, y con toda la razón por otra parte.
Por eso mi logotipo es como es.
¡Aaaaaaaamigo! ¿Ya caes? Sí, ahora me vienes con que ya te habías
dado cuenta. ¡Y una polla! ¡Te acabas de dar cuenta ahora!