sábado, 20 de agosto de 2016

Copa Mundial de la FIFA Sudáfrica 2010


¿FIFA o PES? ¿PES o FIFA? ¿PSOE o Podemos? ¿Ciudadanos o PP? ¿Qué mierda prefieres? ¿La mierda A o la mierda B? Expónme tus razones. Diserta sobre tus porqués. Abúrreme con algo que no tengo interés en oír.


Yo soy de Podemos y de PES. A la izquierda de la izquierda. Soy Fidel, yo. PES es más de izquierdas que FIFA. FIFA es más de derechas. PES es más soñador, FIFA más conservador. PES aspira, FIFA te da lo que quieres, sin cuestionarse si es bueno para ti o no. FIFA estudia a sus consumidores y les regala lo que piden, PES tiene una idea que quiere mostrar al mundo para que sea más grande de lo que es.

Aún con todo, tengo este juego de Electronic Arts, de FIFA. ¿Por qué? Chico, porque tampoco me vuelvo loco. Una cosa es que me guste más una cosa que otra y otra es que monte mi vida alrededor de una idea. Las ideas son sólo eso, ideas. Nubes que van y vienen en el cielo que es la vida. Y tampoco me voy a romper aquí ahora la cabeza por una nubecilla.


Tener PES 2014 y comprarse ese FIFA Sudáfrica 2010 para “ver qué tal” es un horror. La comparación deja a FIFA, en este caso, a la altura del betún. Ya no sólo porque le lleva 4 años de ventaja, que en el mundo de los videojuegos eso es como, no sé, medio siglo en el resto de las ciencias. Este juego parece un juego de fútbol de los años 90, todo como super poco orgánico, como todo robótico.

Pero aún así me lo compro. Porque cuesta 3 euros, claro, de no costar 3 euros que se lo compre Rita La Cantaora. Y porque es bueno conocer a tu enemigo, sus virtudes y sus defectos. A mi FIFA no me consigue enamorar. Siento todo demasiado prefabricado. No veo ahí una idea que me quieran contar, veo un compendio de inputs que esperan que satisfagan a mi caprichoso ombligo. Y mi ombligo si es poco algo es caprichoso. ¡Me da lo mismo! Si tuviera tan claro cómo debería ser un juego de fútbol lo haría yo mismo.


En PES veo un equipo de gente que ve el fútbol de una manera que me quieren transmitir. Yo al fútbol de pequeño, como adivinarás, era muy malo, porque eso de la cosa física no es lo mío. Pero, ya de mayor, he aprendido a apreciar la belleza de este deporte como espectador. ¡Caray! ¡No me extraña que esto tenga tanto éxito! ¡Es pura poesía!

¿De quién iba a ser yo fan en mis años mozos sino de Valdano, lo mismo que ahora lo soy de Mou? Valdano y Mou son la misma cosa en momentos distintos del tiempo. Son el “apostar de nuevo por el vértigo” del que hablaba Valdano en su librito.


Sí, me compré el libro de Valdano. ¿Qué pasa? ¿Tienes algún problema?

La poesía ha de hablar siempre de la verdad. Pero hablar de la verdad implica que cambies tu forma de hacerlo dependiendo de la mentira que impere en el mundo en cada momento. Cuando fui fan de Valdano la mentira imperante era resultadista, se echaba de menos la belleza por la belleza. Por eso Valdano tenía sentido en su momento y, como no podía ser de otra manera, su visión se impuso sobre las otras, ya que era más verdadera que estas.


Cuando una se impone, acaba convirtiéndose en la mentira imperante. Es así, todavía no he encontrado una manera de que esto no pase. De momento mi mejor idea para afrontarlo es aceptarlo. Pero no me rindo en encontrar esa verdad pura y última que se exprese de una forma en la que jamás pueda ser pervertida.

Vamos, que aspiro a algo más de lo que hizo Jesús, cuyas enseñanzas están más pervertidas que la leche. Por eso creo que es mejor y más humilde apuntar un pelín más bajo.


La verdad de Valdano concibió la mentira de Guardiola; un fútbol bello por el mero placer de la belleza que lo que en realidad escondía era cobardía. No ser capaz de enfrentarse al rival desprovisto de palabrería. Y para poner las cosas en su sitio llegó Mou con su juego directo y adaptado a las circunstancias.

Como Mou es como es, jamás nadie aceptará su visión como la norma. La gente es así, vanidosa. No acepta que alguien sea mejor que ellos, aunque lo sea sin ninguna duda. Pero lo que dice Mou sí es cierto, así que se ha adoptado (se está empezando a adoptar) con la filosofía de Simeone, que es la misma que la de Mou pero más de soldado, más de pueblo llano, menos repipi. Y eso la gente sí lo acepta porque no se siente amenazada por ello.


Así que ahora es bueno que os preparéis para la próxima mentira imperante, que será el juego estratégico en su más dura forma, la partida de ajedrez eterna que proponía Mou pero contada por su discípulo, mal que le pese, Simeone. Y eso es lo que hará el mainstream en los próximos años.

La filosofía Simeone llegó a su punto más alto cuando venció al Bayern de Guardiola en las semifinales de la Champions de este año. Ese día Simeone fue coronado como mesías y desde ese día su forma de ver las cosas fue universalmente aceptada. Ese momento, en el que los demás empiezan a creer, es el momento en el que vosotros tenéis que dejar de hacerlo, porque el trabajo ha terminado. Es momento de ir a por la siguiente cosa.


Ahora todo el mundo empezará a hacer lo que hace El Cholo y la verdad, por abuso de ella, se convertirá de nuevo en mentira. Y así, ad eternum.

¿Cuál será la nueva forma de señalar a la verdad? ¿Será de nuevo la belleza por la belleza de Valdano? No tengo ni idea. Eso es a lo que me dedico, a descubrirlo antes que nadie.


Vaya puto curro que he elegido, ¿eh? Es cansadísimo. Y nunca se llega a ninguna parte. O sea, sí, has llegado desde el principio, porque has llegado a la verdad. Pero tienes que volver, otra vez, a diseñar un sistema para que la gente la entienda.

Cansadísimo pero maravilloso. No me quejo.