domingo, 28 de agosto de 2016

Perseguido


Yo de esta peli lo que más recuerdo es el lanzamiento de su juego de Spectrum. Me imagino que sería de Ocean o algo así. Cuando se lanzaba un juego basado en una película en la Micromanía hacían un despliegue apabullante: mapas, fotos, carteles, resúmenes de la peli, todo lo imaginable. La Micromanía era una auténtica pasada.


Tan pasada era la Micromanía que cuando luego veías la peli te había gustado más el reportaje de Micromanía que la peli. O sea, mira qué reportajes. Qué pasión. ¿Qué artículo te lees de la Cinemanía que te guste más que la película? Ya quisieran, panda de mataos.

Hoy los periodistas y los profesionales liberales en general son unos mataos. Unos cobardes. Se han olvidado de por qué eligieron la profesión que eligieron. No, no era para tener contento a tu jefe. A eso es a lo que te has tenido que resignar después. No me digas que cuando estabas en la facultad estabas deseando que te contratasen para poder, de una vez por todas, cumplir las órdenes de tu jefe. Venga ya.


Ya, hoy las cosas están como están. “Así están las cosas”, es la frase que has oído tantas veces que has acabado creyendo que esa es la verdad. No, no te culpo. Hombre, respetar tampoco esperarás que te respete. Digo yo, vamos, no sé. No te tiro nada a la cabeza. Confórmate con eso.

Cuando te veo por la calle, pues chico, no esperes que diga “¡Allá va ese gran hombre!”. Digo, para mis adentros, porque tampoco es plan de joderte la vida más de lo que la tienes, “Por ahí va el pobre mierda de fulanito”. ¡Hombre, es que el respeto se gana!


Cuando estudiamos juntos, no sé, teníamos unos ideales, estábamos vivos. Pero por mucho que te he azuzado tú has preferido conformarte. ¡Caray! ¿Qué ha sido de ti? Esta sombra de pegasellos no es el chico que yo conocí. Que sí, que bastante tienes con poder comer todos los días e irte a H&M cada 15 a comprarte una camiseta o dos con un par de motivos que han diseñado otros matados como tú. Pero ¡hombre! Ese no era el plan. Vamos, o me mentiste a saco o ese no era el plan. ¿No?

¡Joder, qué quieres que yo le haga si no me inspiras respeto! Mira mi amigo Dani: se hizo surfero. Lo que más le gustaba de pequeños, cuando no parábamos de pelearnos porque él era un posturitas y yo un dibujitos, era el surf y el skate. El kung-fu, todas esas mierdas que a mi me gustan en las películas pero que en la vida real me parecen para bárbaros, como él. ¡Qué bárbaro es Dani! Qué bien te vendría que hiciese de ti un caballero. ¿No te cansas de ir así, siempre sucio?


Pero ninguno de los dos nos rendimos. Por eso peleábamos tanto, porque Dani y yo a lo mejor otra cosa no tendremos, pero cojones tenemos a machete. ¡Posturitas! ¡Dibujitos! Hoy el posturitas enseña surf y skate y el dibujitos es artista de la pista. Y nos respetamos de honda manera, como Goku y Vegeta, como Ryu y Ken.

Y cuando cada año nos hacemos nuestro viaje hasta el pueblo cuando él viene de hacer surf de lejanos países en avión y mejor le llevo yo en coche porque así de paso visito a la familia, nos contamos nuestras aventuras. Comprobamos, entusiasmados, que ninguno de los dos se ha rendido. Ninguno de los dos fingimos que llevamos una vida feliz cuando llevamos una vida de mierda. Llevamos la vida que llevamos, con las aventuras y desventuras propias de seguir el camino que debemos seguir porque así se dispuso desde Lo Alto, de un modo sublime. Ninguno de los dos nos hemos traicionado. Ni a nosotros ni Al Que nos dio los dones que detentamos.


Por eso, tío, cuando te veo por la calle, cuando vuelvo a Madrid de llevar al Dani, y te veo como con esa sonrisa de perro lamechochos que encima quiere tener la desfachatez de quedar por encima mía... No, tío. Al único que le permito retarme es a Dani. Él se lo ha ganado. Tú eres un mierda. Y da gracias que no te cruzo la cara. Si no lo hago es porque te haría más un favor que otra cosa y prefiero que sigas así, retorciéndote en tu miseria, por cobarde.

¡Ey, tampoco te encojas ahora! Te pasas la vida encogiéndote. Ante mi, ante tu jefe, ante tu mujer... Ante todo el mundo. No pasa nada, si ¡no sé! Tus razones tendrás. Pero ¡coño! Me lo paso mucho mejor con el Dani. Dani y yo tenemos colmillos, y como perros nos peleamos. Como perros-perros, no como perros lamechochos, que ladran mucho pero en cuanto se les enseña el colmillo se van a esconder entre los pies de su ama, de tu jefe, en este caso.


¿Cómo te vamos a respetar? Ese es un lujo que no puedes afrontar. Mira, la próxima vez que te vea pasar por la calle te voy a sacar una foto con el móvil y se la voy a mandar a Dani. Para que vea de lo que nos hemos librado.