Una de mis pelis favoritas, por
Spielberg. ¡Joder con Spielberg! ¡Qué acaparador! ¡Todo lo bueno
lo hace él! ¡Deja algo para los demás, si ves que tal!
Esta peli mola muchísimo porque trata
del más grande impostor que haya conocido el mundo. Frank Abagnale
Jr. recibe una noticia terrible: sus padres se van a divorciar. Así
que su vida, hasta entonces perfecta, bucólica, se viene abajo de un
día para otro.
No pudiendo encajar tal revés, Frank
huye. Simplemente no puede aceptar lo que ha pasado. Y para huir
recurre a los más asombrosos trucos que tú jamás imaginarías.
El padre de Frank es la persona a la
que más admira, así que recurre a las argucias que él le había
enseñado para seguir escapando ad eternum. Frank Sr. tenía un lema:
el equipo de los Yankees no ganan porque tengan a Mickey Mantle,
ganan porque los contrarios se quedan hipnotizados con las rayas del
uniforme. Es decir, da igual lo que seas o lo que no; lo que importa
es lo que a los demás les hagas creer que eres. Un consejo
horripilante pero que no deja de ser fabuloso por la explosión de
creatividad a la que te puede llevar.
Nuestra civilización se basa, o
basaba, en las enseñanzas de Frank Sr. Aquí nada es lo que parece,
un importante ejecutivo es un psicópata enloquecido, una humilde ama
de casa es la más fulgurante de las poetisas. Ha sido la sociedad
del embuste como norma, pero no por eso ha dejado de ser divertido.
En mi etapa de acercarme a las
enseñanzas espirituales, leí que Dios había dejado que el
capitalismo fuese el sistema imperante en el mundo no por su
justicia, que poca tiene, sino por la explosión de creatividad a la
que llevaría a la humanidad. Parece ser que Dios, que sabe lo suyo
sobre lo que más le conviene a sus hijos, creyó preferible que
aprendiésemos a pensar de forma creativa antes de montar un sistema
realmente justo, ya que un sistema realmente justo no se puede montar
sin saber pensar de una forma creativa.
Es aventurado interpretar los motivos
de Dios, pero yo en este caso me lo permito arrodillándome,
fulminado, dada la sabiduría que veo en esto. ¡Cristo bendito! ¡Qué
razón tiene el Padre!
Porque el comunismo sería justísimo
de raíz y todo eso, pero yo visité Berlín oriental y, por Dios,
aquello será todo lo justo que quieras, pero para una vida así de
aburrida mejor vivir en un sistema un poco más injusto pero que no
te mate de sopor. De aburrimiento también se puede morir, y supongo
que Dios tuvo esto en cuenta a la hora de dejar que el capitalismo se
erigiera como sistema dominante.
Frank Jr. fingió ser de todo antes de
aceptar la vida tal como es: piloto de la Pan Am, abogado, médico,
galán, no sé, todo lo que puedas imaginar. Al final Tom Hanks le
atrapa, subrayando que eso de las rayas del uniforme es un cuento
chino, y Frank pone al servicio de la sociedad todo lo que ha
aprendido siendo un farsante: se convierte en detective especializado
en detectar cheques falsos, aquello en lo que se había hecho
especialista para vivir su vida de mentira.
Para encima esta es una historia real,
el verdadero Frank Jr. aparece en una escena haciendo un cameo.
Bueno, Spielberg, mira: tú te estás
pasando. No se puede ser tan bueno. No, tío, es que eres un abusón.
Nos dejas a los demás en ridículo. No se puede llegar y plantarme
en la cara una historia como esta, tan magnífica, tan sublime, y
encima rodarla así, como si rodaras una comedia de Walt Disney. No,
no, no me vengas con hostias, me estás dejando mal. ¿Pero tú sabes
el calado de lo que aquí estás contando? ¿Pero tú sabes a las
alturas que nos lleva tu puta peli? ¡Y luego encima vas por la vida
con gafitas y gorra! Pero tú... ¡Tú lo que eres es un hijo de
puta, hombre!
¡Seguridad!