viernes, 19 de agosto de 2016

WWE 12


Jo. La World Wrestling Entertainment. Casi nada. La madre del cordero. El Mayor Espectáculo del Mundo, me atrevería a decir.


Bueno, es que lo es. El mayor espectáculo del mundo era el circo, ¿no? Y esto es un circo increíble. Tíos cachísimas, prodigios de la naturaleza, freaks a punta pala, malos, buenos, emociones radicales, de raíz... En fin, no sé. Si esto no es el mayor espectáculo del mundo yo no sé lo que lo es.


“No, pero es que es todo mentira”. Vaya por Dios. Ya saltó el listo. Pues sí, claro que es mentira. ¿Pero tú has visto los golpes que se da esta gente? Si fuera de verdad no sería la WWE, sería el circo romano, donde muere un gladiador por combate. Y, hombre, vale que no seamos un mundo así super civilizado y tal, pero como en tiempos de los romanos tampoco estamos. No nos pongamos alarmistas, tampoco.

De pequeños, yo llevaba a mi pueblo cintas de VHS con la Wrestlemania grabada de Telecinco, porque en Madrid se veía Telecinco y allí todavía no. Y nos flipábamos viendo los combates de Hulk Hogan y El Último Guerrero. ¡Para no fliparnos! ¡Que a El Último Guerrero le ha dado El Baile de San Vito! ¡Parecía noqueado pero Manitú ha entrado en él! ¡Que se prepare Hulk Hogan! Bueno, bueno. Aquello no tenía precio.


Tanto nos flipamos que no se nos ocurrió otra cosa que irnos a La Fornilla (el prado principal de mi pueblo) a jugar al wrestling. Yo dije “pero es mentira, es teatro, acuerdan los combates”. ¡Ah! ¡Menuda metedura de pata! ¡Se me echaron todos encima! “¡Juan, la lucha libre es un deporte! ¡Un deporte!”, me decía Sebastián, muy serio, como intentando que yo volviera en mi.

Bueno, vale. ¡Pues es verdad! ¡Lo que vosotros digáis!


No sé si los hados ese día se pusieron de mi parte o qué, para resarcirme de tanta injusticia cometida contra mi. No sé. Yo diría que sí. Porque justo después de eso nos tocó combatir a Sebastián y a mi y yo, que suelo ser malo en esto de las peleas, no sé cómo le calcé un DDT que no sé cómo no le rompí la cabeza contra el suelo al pobre Sebas.

Pero no un DDT de los de Jake “The Snake” Roberts, que eran así como más cutrillos, no, no. Un DDT de los de El Enterrador, que eran poniendo la cabeza del rival entre tus piernas, cogerle de la cintura, tirar para arriba de su cuerpo, ponerle boca abajo y dejaros caer los dos haciendo que su cabeza impacte contra la lona. Bueno, contra la hierba de La Fornilla, en este caso.


¡Pobrecillo! ¡Quedó todo jodido!

¡Toma deporte! ¡Para que vuelvas a por más!


También yo es que en lo de las peleas, no sé, a mi me parece que hay que intentar hacer siempre el golpe definitivo, el que más daño haga. Y a mi me parecía que el DDT de El Enterrador era el golpe más definitivo de todos. Además era relativamente fácil de hacer, no es muy acrobático, no sé. Son todo ventajas, con el DDT de El Enterrador.

Total, que después de aquello se nos quitaron a todos las ganas de jugar al wrestling. Pero lo seguimos viendo en VHS, claro. ¡Como para no! ¡Cómo molaba!


Hoy en día la WWE está mucho más hipervitaminada que entonces. Todo el mundo está muchísimo más cachas, todo es muchísimo más agresivo. Todo más. Es la era del Red Bull, de la testosterona constante, del avanzar alocadamente hacia ninguna parte. Es absurdo, es de gilipollas total, pero bueno, es nuestra época. Y hay que apreciarla tal como es, porque de eso se trata ser moderno. Amar la época en la que vives.

No digo que no haya que ser nostálgico, como yo en este post. Digo que no hay que vivir constantemente amargado, viendo siempre las faltas de todo. A ver, no digo ser un cínico, girar la cabeza ante las injusticias con la excusa barata esta de que “hay que ser moderno”. Creo que se puede ser sensato en esto que estoy diciendo.


Sí, podría volverme loco con este rollo de que “estamos avanzando sin sentido hacia ninguna parte y pronto caeremos por el precipicio”. Y, vamos, que así es. Es evidente. Pero eso no deja de tener belleza, como las estatuas deformadas de cuando cayó el Imperio Romano. A mi eran las estatuas que más me gustaban cuando estudiaba aquella época, porque eran las más originales. Vale que vivir en la época en la que se esculpieron tuvo que ser cosa bien jodida, como lo es vivir en nuestra época, que todo el mundo sólo mira por su pellejo, se ha destruido completamente el tejido social en el que se basa una sociedad próspera. Pero, ei, yo qué sé. El arte de una sociedad en decadencia me parece más interesante que el de una sociedad en su esplendor. Eso es todo.

Y, chico, si buscas arte deforme, desmesurado, retorcido, que grita de dolor, pues, hombre, ponte la WWE. No vas a encontrar nada mejor.


Bueno, quizás el nuevo canal en abierto Gol TV, donde puedes ver torneos de camiones-monstruo y de fútbol-playa. Y lo que mola es que le dan una importancia de la hostia al fútbol-playa, el locutor parece que está retransmitiendo la final de la Champions y son cuatro putos mataos jugando con un balón de plastiquillo que se lo lleva el viento.

Arte desmesurado. Arte crepuscular. Arte alocado. El mejor arte de todos.


Bueno, y pobre Sebas. Pobre Sebas.