Mi primo Jesús o Néstor, uno de los
dos se comerá este Army of Two The 40th Day.
Esta es la segunda parte del para mi
brillante Army of Two, juego cuyo concepto me priva: espalda contra
espalda, man.
En la vida muchas veces es así.
Espalda contra espalda. Los enemigos son muchos y tú y yo somos dos.
Yo te cubro a ti y tú me cubres a mi. Ese es el combo ganador, más
que alitas y patatas. Estas relaciones son, yo diría, imperecederas,
porque ayudarse el uno al otro hace que los dos quedéis tatuados en
el corazón forever and ever. Te pongas como te pongas. Y estos
tatuajes no se pueden borrar con láser.
El ciclo de la modernidad para mi es
uno de los mayores deleites que encuentro en el mundo. Tras la oleada
de tatuajes portuarios que hemos tenido la desgracia de contemplar,
ahora llega la bella resaca. La bella resaca de los tatuajes
portuarios es que aparezcan clínicas especializadas en quitar
tatuajes, tipo Vitaldent. Bonito, ¿no? ¡Qué inconsistentes son los
modernos de palo, no de alma! ¡Qué hojas llevadas por el viento
son!
Yo, que soy tan tacaño como el Tío
Gilito, no me hago tatuajes porque son caros. Y si me los hiciese lo
que ya no se me pasaría por la cabeza ni en un millón de años es
quitármelos. Pero bueno, ¿qué es este derroche? Banco de Alimentos
desbordado y tú quitándote tatuajes con láser.
En estos tiempos, aunque tengas de
sobra para comer y vestir, la etiqueta obliga a no gastar mucho.
¿Cómo puedes osar a gastarte el dinero en Mandarina Duck cuando hay
tanta pesadumbre a tu alrededor? ¿No se te cae la puta cara de
vergüenza? Aunque tengas un sueldazo estás obligado a comprarte la
ropa en Humana, porque no se puede tener tanta desfachatez como para
hacer alarde de dinero cuando la gente está pasando hambre.
Recuerdo estar esperando a que se
pusiese el semáforo en verde cuando dos niñatos pasaron con un
deportivo, pa encima metiendo ruido. Yo, que suelo percibir las
emociones que están en el ambiente, noté cómo tanto yo como los
demás que esperábamos en el semáforo linchamos a esos dos niñatos
en el pensamiento. ¡Pero bueno!
Si quieres un detector de putos
mierdas, te recomiendo el mío: señala con una cruz aquellas
personas que en estos años de crisis hayan medrado. Inequívocamente,
tendrás un listado de gente que sería bueno para todos empalar
inmisericordemente. No, no te vas a equivocar, no se te va a colar
ninguno que no se lo merezca. Si te ha ido bien estos años eres un
puto mierda. El motivo es que te has aprovechado de la desgracia de
los demás para que te vaya bien a ti. No, dudo mucho que se deba a
tus capacidades. Si tuvieras altas capacidades le habrías dado la
espalda a ese ascenso y te hubieras tirado a las calles a buscar
gente que necesitase tu ayuda. De no haber hecho eso queda
suficientemente claro que tus cualidades son miserables, ratoneras,
dignas del más bajo jefe de sección.
¿Que a ti te ha ido bien, dices? Pues
ya sabes lo que pienso de ti.
Que a ti te vaya bien mientras a los
demás les va mal no es nada de lo que sentirse orgulloso. Es algo de
lo que avergonzarse, porque delata que tu existencia va en contra de
la del resto. Eres como un virus, que si no es a costa de la
desaparición de otros organismos jamás llegarías a nada. ¿Y qué
necesidad hay hoy de este tipo de formas de vida? Ninguna, a no ser
que sea científica. Por tanto, sólo eres necesario si los demás
nos animamos a diseccionarte y estudiarte, pero nada más.
¿Lo haremos? Es posible. No lo
descartes.
Si quieres ser una buena persona, si
quieres sentirte orgulloso de ti mismo, lo que tienes que hacer es
imitar a los protagonistas de Army of Two. Ellos luchan por la
justicia apoyándose el uno al otro, no traicionándose. Sean cuales
sean las circunstancias saben que siempre tienen un hombro en el que
reposar a su lado. Tú, sin embargo, te has aprovechado de las circunstancias para ganar un poquito más de dinerito. ¿Quién va a
confiar en ti? Nadie, porque tu comportamiento deja bien claro que a
ti los demás te importamos un cojón, a ti lo que te importa es tu
ombligo y nada más que tu ombligo.
Y, por si tu ridículo no fuera
suficiente, con tus actos nos has enseñado a todos tus cartas. O
sea, que tienes la letra escarlata tatuada en el pecho. Ya ves,
nosotros tenemos nuestros compañeros tatuados en el corazón y tú
tienes la letra escarlata tatuada en el pecho.
Yo que tú estaría aterrorizado.