viernes, 26 de agosto de 2016

Parque Jurásico


Esta es otra peli redonda. El cabrón de Spielberg siempre hace pelis redondas. Y eso es porque no se vuelve loco. Tengo entendido que Kubrick se moría de envidia con Spielberg. Él ahí, venga a retorcerse la cabeza, venga a hacer cosas dificilísimas, para que luego llegase Spielberg, se tirase un pedo y le dejara en el más espantoso de los ridículos.


Tiene que ser jodido ser Kubrick. Que dieses dos brazos por tener el talento que otro ni le da importancia. Spielberg se lo monta fácil. ¿Cómo hacemos esta transición, Steven? Pueeeees... ¡No sé! ¡Como mejor te venga!

Y ahí, el montador, que nunca jamás nadie le ha dicho que lo que él piense puede ser relevante para nada, se llena de amor y le hace una cosa muy bonita con cariño, para agradecerle a Steven que haya sido la primera persona en el mundo que no le ha tratado como un cacho de mierda.


Es así de fácil.

Si has trabajado en algo “creativo” sabrás que hay tantos mentecatos que uno no sabe si reír o llorar. Las personas que trabajan en trabajos creativos están asustadas el 100% del tiempo. Están alerta por si alguien va a llegar y va a decir que no son tan creativos como todo el mundo piensa. Por eso están en tensión constante, intentando demostrar todo el tiempo que, sí, que son muy creativos. No vaya a ser el demonio que alguien descubra que no.


Por eso cuando alguien les pregunta “¿Cómo hacemos esta transición?” un mar de emociones les invaden. Tú te piensas que han estado pensando un segundo, pero dentro de ellos han pasado meses, incluso años, barajando qué opción es la más correcta dado el mar de datos que tienen que tener en cuenta. No, no datos sobre el trabajo, eso es lo de menos. Datos sobre qué respuesta es mejor para que todo el mundo se siga pensando que son competentes.

Su trabajo consiste en que no se descubra que son incompetentes. He ahí un dato que puede que te haya devastado por dentro. No es para menos.


Las cosas son tan fáciles que hasta da vergüenza que así sea. No hay que esforzarse para nada, sólo dejar que las cosas sigan su curso normal. Esto, que a lo mejor te parece hasta un timo, es lo que jamás te vas a encontrar en un trabajo creativo. Todo el mundo está tan asustado por que no se descubra lo irrisorio de su capacidad que a preguntas sencillas siempre darán respuestas espantosas.

“¿Cómo hacemos esta transición?” Y el nota se rasca la barbilla. Te pide que le pongas la escena otra vez. Se vuelve a rascar la barbilla. Se va de la habitación sin decirte palabra. ¡Sin decirte palabra! Y tú te quedas ahí, bueno, sin decir nada, porque eres más educado que él.


Al rato vuelve y te vuelve a pedir que le pongas la escena. Tú se la pones, aunque ya te está cansando el puto idiota con sus chorradas. Se sienta y pone una pose muy intensa, suspirando hondo. Y tú sólo quieres irte a casa a follar con tu novia gorda, porque a ti lo que te gustan son las gordas porque no eres idiota, como él.

Al final se va a casa y tú acabas haciendo la transición como te dijo Steven desde el principio que la hicieras: como mejor te venga.


Yo con los montadores y gente que tenía que ejecutar el trabajo que yo pensaba siempre fue con los que mejor me llevaba de todos. Era así porque eran personas normales, no niños asustados porque no les pillaran. ¿Cómo hacemos esto? ¡No sé! Prueba esto, a ver. Joder, qué horror. Mira a ver esto otro. Vaya mierda también. ¿Tú qué pondrías?

Y el tío te lo hacía como lo haría él y quedaba bien, porque para eso es el montador y se pasa el puto día entre asuntos de montaje, asuntos de los que yo no tengo ni remota idea.


Las cosas suelen ser así de sencillas. Dejar que la gente haga su trabajo y poco más. ¿Que queda mal? Pues se arregla. ¿Que, mira, ya es muy tarde y habrá que irse a casa a follarse a la gorda? Pues también tienes razón. Si, total, tampoco queda tan mal. Además, así queda más fresco, más vivo. Seguro que si estamos aquí tres horas no lo conseguimos mejorar. Venga, vamos, que espera la gorda.

Los trabajos creativos son, en esencia, lo mismo que hacías en el colegio cuando dibujabas en clase de historia. Vamos, en mi caso al menos. No sufrías porque esa mano te quedara mal. Bueno, sufrías, sí, pero no te pasabas la vida sufriendo por una tontería.


Con el tiempo y con mi relación con los montadores he aprendido que no comerse la olla no sólo es bueno, sino que puede llegar a ser un estilo en sí mismo. Mi estilo actual tiene mucho de eso. Puede que a ti mi trabajo te parezca a veces descuidado, pero ese descuido tiene más inteligencia que el más repensado de los trazos. ¡No importa! Mira los fractales. Son aparentemente caóticos, porque se desarrollan sin patrón aparente, pero al estar movidos por la propia fuerza de la naturaleza acaban siendo bellísimos.

Mira los bosques. No hay un patrón. El único patrón que hay es que la semilla haya caído aquí o dos metros más allá. Todos los árboles son distintos y todos iguales a la vez. No hay un director creativo que marque cómo se han de distribuir los árboles en el bosque ni el grosor de sus troncos ni el número de ramas principales y subsidiarias que han de tener. Es todo casualidad, porque la casualidad es la fuerza creativa de la vida misma. Y ni el mejor director creativo del mundo conseguirá hacer nada nunca tan bello como el más sencillo de los bosques.


Así que, chico, si te estás volviendo loco con cómo debería ser esa transición, con qué tipografía deberías poner, mira, yo te lo resuelvo: esta misma. Ya está.

Y ha quedado mejor de lo que tú conseguirías jamás.