¡Boomshakalaka! El abracadabra de los
salones recreativos. ¡Boomshakalaka! No se puede decir más con
menos.
NBA es el arcade de Midway que
convirtió los tactiquísimos partidos de la NBA en un eterno
encuentro de los Harlem Globetrotters. Partidos de dos contra dos en
los que, encima, los jugadores tienen enormes cabezones digitalizados
de la jeta original del jugador. Se ve que la digitalización que
aprendieron a hacer en Mortal Kombat (también de Midway) les moló y
le quisieron sacar más provecho.
Yo, que de pequeño nunca logré
encontrar “ese deporte al que yo era bueno”, probé con el puto
baloncesto también. En el garaje de mi tía Angustias hicimos un
agujero en uno de los pilares centrales de la casa (nosotros sí que
éramos NBA Jam, nosotros sí que éramos boomshakalaka) y ahí
metimos el aro de una canasta, rellenando el hueco con cemento para
que se mantuviese ahí colocada. Y utilicé esa canasta para aprender
a ser bueno al baloncesto. ¡Ahora se iban a enterar!
Mi error clave al enfocar el tema
deportes, ahora lo sé, es que mi problema no era tanto la técnica
sino la aversión por el contacto físico. No, a ver, no soy tan
nerd. O sea, sí, pero no en plan tanto. En los deportes cuenta más
el pressing, el agobiar al rival, que el que sepas o no meter una
canasta desde tal distancia. Si los partidos de baloncesto fuesen un
concurso de triples quizás yo podría hacer un buen papel. Pero no
es así. Los partidos de baloncesto, como todos los partidos de todos
los deportes del mundo, tienen más que ver con empujar, placar,
molestar e incluso golpear. Y yo, que soy más caballero de lo que
nunca habría soñado, tengo problemas con esos conceptos.
Yo soy el típico que te deja pasar con
la pelota porque, rayos, cómo le voy a estorbar a usted, mi buen
señor. Está usted haciendo una labor maravillosa con el balón,
querido amigo, no puedo hacerle la trampa de empujarle ahora que no
mira nadie. Es más, voy a apartarme un poco en su camino hacia la
canasta como premio al esfuerzo que está usted poniendo en este
partido. No, no, pase usted delante. Insisto.
Este rollo no vale para el deporte.
Quizás para el boxeo de caballeros o la esgrima, pero no para lo que
es el deporte como el patio del colegio nos enseñó que es. ¿Me
interesa, por tanto, aprender un deporte como la esgrima? Tampoco.
Para más inri, soy lo suficientemente exquisito como para rechazar
los clubes de caballeros exquisitos, porque su existencia sugiere que
todavía hay clases. Y, lo siento, aunque mis amigos sean una panda
de cabestros de categoría premium, son mis amigos, y la gracia que
tienen, precisamente, es lo cabestros que son.
El fracaso en los deportes está
escrito en mis genes. Soy incapaz de joder a alguien si no es por
exigencias del guión. Si alguien está abusando de los demás, por
ejemplo. Si se está pasando de listo, por ejemplo. Mi estricto
código ético me impide llegar a levantar la copa de la Champions
League.
Que sí, que ahí tienes a Cesc, por
ejemplo. Sí, vale. Pero que he elegido otro camino en la vida.
Podría haber llegado a ser Cesc pero pasé. Tampoco me vayas a hacer
un drama.
Además, ¿para qué quiero todo eso si
tengo NBA Jam? En NBA Jam puedo ser todo lo hijo de puta que me
permita mi corazón sin molestar a nadie. Y me temo que en la
realidad jamás podría llegar a hacer un mate como los que aquí se
plantean.
Píllate NBA Jam, hombre. Es un
pedacito de historia. Además ¡vaya nombre más redondo! ¡NBA Jam!
¡Qué corto! ¡Qué sonoro! ¡Lo dice todo en un plis! Un ejemplo
pop de la sección áurea, el patrón matemático en base al cual
está edificado El Partenón.
Sí, ya sé que el iPod también lo es,
pero, joder, el iPod aburre a las ovejas ya. ¡Que le den por culo al
puto iPod! ¡El que hoy tenga un producto de Apple es gilipollas! ¡Ya
está! ¡Apple está más pasada que la mierda! Apple duró
exactamente lo mismo que duró su creador, Steve Jobs. El resto es
paja, es un señor con una misión que le queda bochornosamente
grande.
¿Qué ha hecho Apple desde que murió
Jobs? MacBooks Air de colores e iPhones de colores. Stacys Malibu con
un sombrero nuevo.
Pero... ¿Pero ustedes a quién
pretenden engañar? ¿Pero ustedes se creen que yo soy idiota?
¡Cierren la puta fábrica de Apple! ¡Su existencia ya no tiene
sentido! Apple era Steve Jobs, pretender otra cosa es... Ridículo.
Ah, mis putos amigos subnormales. Qué
haría yo sin ellos. Aburrirme en un asqueroso club de caballeros.
Puagh.