miércoles, 10 de agosto de 2016

Demolition Man


Ah, qué peliculón. Qué bien predijo el futuro. Qué bien sabía que el futuro era un montón de comemierdas tiranizados por un astuto pardillo. ¿Qué bola mágica consultaron aquí? Quiero ese modelo.


Demolition Man trata de que condenan a Stallone por un delito que no había cometido a crioprisión, que es prisión pero por congelación, no te matan, te ponen en animación suspendida. A Westley Snipes también, pero lo descongelan en el futuro y empieza a liarla. Pero como son todos unos pardillos no pueden hacer nada contra una furiosa máquina de matar desprovista de las cadenas de las formas.

Y como son todos maricones tienen que llamar a un hombre para que detenga a otro hombre. Así que descongelan a Stallone para que se haga cargo de Snipes al estilo del siglo XX: a hostia limpia.


Como veis, es lo que ha pasado en el presente, que es el futuro en Demolition Man. ¿Quién ha salido en España en defensa de la gente contra la tiranía de un psicópata fuera de sí? Pablo Iglesias, un tío con las pelotas bien colocadas en su sitio. ¿Quién en Estados Unidos? Donald Trump, ese oso de peluche pero que de un garrazo te deja bailando la jota. ¿En Londres? El señor musulman, que tiene así cara de paradito y tal, pero sí, tócale tú los cojones a ese. Esos son los peores, os lo digo.

Y ya no quiero mencionar al jefe de todos ellos, el griego Varufakis. No sé si se escribe así.

Vamos, que como en nuestro presente han pasado cosas muy graves que una panda de maricones no pueden resolver, pues hemos tenido que ser los machotes lo que resolvamos la puta situación. Dejando de lado nuestras exquisitas actividades que tanto placer nos dan, claro. Sí, ahí estoy hablando por mi. Estoy muy jodido con eso.


Total, que si la peli molaba cuando la estrenaron ahora mola que lo flipas, porque parece que la acaban de hacer hoy. “¡Propicios días!”, se dicen unos a otros los habitantes de ese futuro de Demolition Man mientras los están engañando que te cagas. Stallone flipa cuando lo descongelan, claro. Lo mismo que flipo yo. Yo tampoco sé usar las tres conchas.

En fin, tío, que no sé si te has fijado que vives en un mundo con memitis. Un buen hostiazo resuelve muchos problemas, lo que pasa es que, claro, en un mundo con un pasado tan hostil como el nuestro lo de la violencia está muy mal visto. Cosa buena, por otra parte. Pero no se la puede crucificar de esa manera porque la violencia tiene muchas cosas buenas.

Es la que calla la boca al cretino que se cree que siempre tiene razón en todo, el niño.

Es la que levanta a pulso una viga del suelo para que tú puedas construir una casa donde poner todos esos fabulosos complementos de Ikea que te has comprado.

Es la que te cubre cuando pasas por ese callejón oscuro, lleno de maleantes, que sabe Dios qué intenciones tendrán.

Es la que cuando llegas a casa te folla como hay que follar.

Así que, nen, no me seas memo. No te hagas el remilgado porque es hacia donde parece que tira el mainstream. El rollo “eterno niño que vive en Malasaña” está muy bien, pero ese rollo sólo lo puedes desarrollar en un mundo de sólidos cimientos, no en uno que se derrumba. Qué te crees, ¿que a mi no me gusta ir el domingo por la mañana a comprar pan de semillas? Me temo que no me conoces nada bien.

Pero también te digo, mi gay amigo, que para permitirte eso hay que poner unas vigas muy muy bien puestas. Para que el suelo no se derrumbe bajo tus pies cuando estás haciendo cola en la panadería. Así que entiende, ten la bondad, que los que estamos poniendo vigas para que tú sigas haciendo las cositas que por tu falta de hombría no dejas de hacer te miremos un poco mal. No, no es que seamos homófobos ni nada de eso, para nada. Es que nos jode estar currando mientras tú juegas a ser Pee-wee Herman. Es sólo eso, si a mi el rollo Pee-wee Herman me gusta mucho también. Pero a su hora.


Demolition Man, tíos. Esta es la mierda.