Ah, qué peliculón. Qué bien predijo
el futuro. Qué bien sabía que el futuro era un montón de
comemierdas tiranizados por un astuto pardillo. ¿Qué bola mágica
consultaron aquí? Quiero ese modelo.
Demolition Man trata de que condenan a
Stallone por un delito que no había cometido a crioprisión, que es
prisión pero por congelación, no te matan, te ponen en animación
suspendida. A Westley Snipes también, pero lo descongelan en el
futuro y empieza a liarla. Pero como son todos unos pardillos no
pueden hacer nada contra una furiosa máquina de matar desprovista de
las cadenas de las formas.
Y como son todos maricones tienen que
llamar a un hombre para que detenga a otro hombre. Así que
descongelan a Stallone para que se haga cargo de Snipes al estilo del
siglo XX: a hostia limpia.
Como veis, es lo que ha pasado en el
presente, que es el futuro en Demolition Man. ¿Quién ha salido en
España en defensa de la gente contra la tiranía de un psicópata
fuera de sí? Pablo Iglesias, un tío con las pelotas bien colocadas
en su sitio. ¿Quién en Estados Unidos? Donald Trump, ese oso de
peluche pero que de un garrazo te deja bailando la jota. ¿En
Londres? El señor musulman, que tiene así cara de paradito y tal,
pero sí, tócale tú los cojones a ese. Esos son los peores, os lo
digo.
Y ya no quiero mencionar al jefe de
todos ellos, el griego Varufakis. No sé si se escribe así.
Vamos, que como en nuestro presente han
pasado cosas muy graves que una panda de maricones no pueden
resolver, pues hemos tenido que ser los machotes lo que resolvamos la
puta situación. Dejando de lado nuestras exquisitas actividades que
tanto placer nos dan, claro. Sí, ahí estoy hablando por mi. Estoy
muy jodido con eso.
Total, que si la peli molaba cuando la
estrenaron ahora mola que lo flipas, porque parece que la acaban de
hacer hoy. “¡Propicios días!”, se dicen unos a otros los
habitantes de ese futuro de Demolition Man mientras los están
engañando que te cagas. Stallone flipa cuando lo descongelan, claro.
Lo mismo que flipo yo. Yo tampoco sé usar las tres conchas.
En fin, tío, que no sé si te has
fijado que vives en un mundo con memitis. Un buen hostiazo resuelve
muchos problemas, lo que pasa es que, claro, en un mundo con un
pasado tan hostil como el nuestro lo de la violencia está muy mal
visto. Cosa buena, por otra parte. Pero no se la puede crucificar de
esa manera porque la violencia tiene muchas cosas buenas.
Es la que calla la boca al cretino que
se cree que siempre tiene razón en todo, el niño.
Es la que levanta a pulso una viga del
suelo para que tú puedas construir una casa donde poner todos esos
fabulosos complementos de Ikea que te has comprado.
Es la que te cubre cuando pasas por ese
callejón oscuro, lleno de maleantes, que sabe Dios qué intenciones
tendrán.
Es la que cuando llegas a casa te folla
como hay que follar.
Así que, nen, no me seas memo. No te
hagas el remilgado porque es hacia donde parece que tira el
mainstream. El rollo “eterno niño que vive en Malasaña” está
muy bien, pero ese rollo sólo lo puedes desarrollar en un mundo de
sólidos cimientos, no en uno que se derrumba. Qué te crees, ¿que a
mi no me gusta ir el domingo por la mañana a comprar pan de
semillas? Me temo que no me conoces nada bien.
Pero también te digo, mi gay amigo,
que para permitirte eso hay que poner unas vigas muy muy bien
puestas. Para que el suelo no se derrumbe bajo tus pies cuando estás
haciendo cola en la panadería. Así que entiende, ten la bondad, que
los que estamos poniendo vigas para que tú sigas haciendo las
cositas que por tu falta de hombría no dejas de hacer te miremos un
poco mal. No, no es que seamos homófobos ni nada de eso, para nada.
Es que nos jode estar currando mientras tú juegas a ser Pee-wee
Herman. Es sólo eso, si a mi el rollo Pee-wee Herman me gusta mucho
también. Pero a su hora.
Demolition Man, tíos. Esta es la
mierda.