miércoles, 10 de agosto de 2016

La huella


Otra película que yo tengo en la categoría en la que estaría cualquier comedia descerebrada pero que la gente te mira como bien si hablas de ella. Vuestro mundo es un coñazo, tíos, en serio.


Esta peli es una peli fina-fina, con dos actores en duelo ahí como si fueran Mourinho y Guardiola. ¡Ah! ¡Los duelos de caballeros! ¡Cómo me ponen! ¡Me sacan el rabino a pasear!

Tendríamos que tener más duelos. No sé, esto es un coñazo. ¿Para qué querría yo tantas películas si estuviese apuntado a El club de la lucha? Pa estorbar.


Un amigo del pueblo y yo usamos el Street Fighter IV para hostiarnos entre nosotros de forma civilizada, porque una pelea física podría acabar muy mal para ambos. Como veis, hemos llegado a un buen acuerdo.

Pero la belleza de todo esto es que sientes en tu piel las hostias que se dan Ryu y Ken (yo Ryu, porque soy más fino) en la pantalla. Pero lo bonito, lo precioso, es que esa hostia te la ha dado tu amigo. ¿Cómo te quedas?


¡Ah, yo no puedo ser más que adicto a esta sensación! ¡Cuántas cuestiones hemos aclarado del más exquisito de los modos!

Yo en los ambientes sado maso, en los que no me meto, sería el puto capo. Todo el mundo me tendría miedo a pesar de mi aspecto aniñado. Porque saben que este hijo de puta sí que sabe de lo que trata este juego.

Ah, nenes. Demasiado cuero y demasiado poco fijaros en los sencillos objetos que tenéis en vuestra propia casa. Os lo tengo dicho.

Vuestro sometimiento está basado en demasiada parafernalia, demasiado adorno. Sin ese látigo no eres nadie.

Yo, sin embargo, te pongo a mis pies mientras juego con los Masters del Universo. ¿Quién lo habría dicho?

De esto se trata, tíos. Ay señor.

Qué harían sin mi.

Esta peli trata de estos refinados duelos. De dejar claro quién es aquí el gallo del gallinero sin recurrir a las burdas formas. Trucos, son todo trucos. Pero ¿quién de los dos será capaz de ejecutar el más definitivo de ellos? De eso se trata todo.


Ah, qué belleza. El final de esta peli es tramposo, porque el perdedor no acepta la derrota. Lo que, en el cómputo final de la partida, el universal, el que rinde cuentas con Dios, te deja como perdedor. Fue una pena, porque eres muy divertido. Pero aquí el que gana es este servidor.

Como veis, tíos, la vida es bien jodida. ¡Qué cosas hacemos! ¡Somos unos auténticos hijos de puta! ¡No tenemos desperdicio ni en 300 ni en Resacón en Las Vegas! Somos unas máquinas de matar asombrosas, lo que hace el ejército lo puedo hacer yo. Un gasto tonto.

Pero claro, sólo porque podamos hacerlo no vamos a ir haciéndolo constantemente. Así que es mejor cultivar otras cosas, como la amistad, el amor y esas cosas bonitas que unen a la sociedad de exquisita manera. ¡Pero, ei, cómo mola haber aprendido este truco del Street Fighter para poder hostiarnos tanto como estamos deseando los dos sin dejarnos hechos papilla, que es como, créeme, acabaríamos!

Tenéis que empezaros a buscar un estilo de duelo más cool, más pop. Menos de plaza de pueblo, joder. Ahí se derrochan unos preciadísimos recursos energéticos. Haced como el Dani y yo, pillad un juego guapo y arreglad ahí las cosas.


Como los hombres. Pero por ser insultantemente cool no somos menos hombres.