Hombre, una peli seria, de esas que
hablas por ahí de ella y te tratan bien, como si fueras un tío
culto y tal. Con el asco que me da. Si es para esos quehaceres no os
acerquéis a mi, por favor.
Como sabéis, ver películas o leer
libros para que digan de ti que eres un tío culto es propio de los
seres más incultos de la Creación. Máximo Pradera acusaba, en una
entrevista, a Gallardón de estas prácticas. Entre las personas
realmente cultas estos procederes nos repugnan en grado sumo, porque
revelan un alma mediocre que, más mediocre aún, intenta aparentar
que no lo es.
O sea, el requetescupitajo en la cara
de Dios. Es decirle “¡Odio cómo me has hecho! ¡Lo odio! ¿Por
qué me tuviste que hacer sencillo y noble, en vez de culto y
refinado?”. Y Dios, con las lágrimas asomándosele en los ojos, no
sabe qué decir. Como un padre cuando un hijo se encabrita y le acusa
de mil y una gravedades. Y tú ahí, leyéndote libros de filósofos
antiguos y viéndote Alguien voló sobre el nido del cuco. Sólo para
tapar que esto de la cultura no es lo tuyo. Ya está bien. No tienes
derecho.
Si realmente vieras (y entendieras,
salao) Alguien voló sobre el nido del cuco no actuarías así.
Porque te darías cuenta de que eres como la Enfermera Ratched,
personaje al que odio con todas las fuerzas de mi alma. Una mujer que
tiene tanto miedo de sí misma que se agarra a las formas como a un
clavo ardiendo, haciendo que estas prevalezcan sobre el fondo, como
si su misión fuera tener entidad por ellas mismas. ¡Y no es así!
¿De qué sirve que vayas a misa todos los domingos si luego estafas
a tus trabajadores? ¿Crees que Dios no ve eso, espantoso hipócrita?
Tendría más compasión de ti si les estafases y luego fueras por la
vida escondido, sabiendo que lo que estás haciendo es horrible pero,
bueno, pongamos por caso que les tienes que estafar porque si no no
llegarías a fin de mes y sería tu familia la que tendría que pagar
el pato. Pero no, en vez de eso sacas pecho para ocultar tu negro
corazón y te paseas por el bulevar como si fueses el hombre más
respetable del barrio. ¡Vigila! ¡Alguien que sabe que eres chungo
te observa! Además de mi, me refiero.
En esta película Jack Nicholson hace
los deberes para interpretar después a su gran personaje, el Joker.
La gente discute sobre qué Joker es mejor, Jack Nicholson o Heath
Ledger. Yo por cariño digo que Jack Nicholson, pero hay que
reconocer que el otro hace un papel que te cagas. Mi Batman es el de
1989, y los nuevos Batmanes me parecen, bueno, pues bastante cagada.
Como dándole demasiada importancia a Batman. Como si un personaje de
comic necesitase que lo dignificasen dándole mucho bombo, mucha
solemnidad. No, mis queridos botarates. Batman es y será grandioso
sin necesidad de vuestras sucias dádivas. Que algo sea sencillo no
significa que no sea profundo. Hacer un Batman cada vez más y más
intenso lo que revela es que no le amáis en realidad. Creéis que
necesita ser vestido de trascendencia, como si no la tuviera ya de
por si.
A los que defienden a los nuevos
Batmanes les tiraría una tarta con la cara de Adam West dibujada con
azúcar encima, como diciéndoles “¡Comed el barro que negáis!”.
Esto es lo que sois y siempre seréis, por mucho que os queráis
ocultar en unas formas cada vez más rocambolescas, para que no os
pillen.
Aparte de todo, Alguien voló sobre el
nido del cuco es una peli inspiradora. Te dan ganas de salir a la
calle gritando “¡Ya está bien!”. ¡Ya está bien de mentiras!
¡Ya está bien de que os dejéis domesticar! ¡Tenéis todo lo que
necesitáis dentro de vosotros! ¡No dejéis que la tiranía
disfrazada de cordialidad de la Enfermera Ratched os convierta en
unos peleles! No tenéis por qué. Y, sobre todo, no tengáis miedo,
porque no os va a pasar nada que no queráis que os pase.
El final de esta película te rompe el
alma en mil pedazos, claro. Sólo recordarlo hace que me pase como al
jefe indio, que coja la fuente de agua con mi colosal fuerza y la use
para romper la ventana con barrotes y escapar por ella hacia mi
libertad.
¡Mmmmmññññññaáááááá!
¡Catacrack! ¡A tomar por culo! ¡Ahí os quedáis!