Qué fácil te resulta hablar de un
juego cuando está de putísima madre. Chico, es que no tienes que
hacer ningún esfuerzo. Bueno, un poco, que siempre es más fácil
rascarse la barriga.
Batman Arkham Asylum es el primero de
los ¿4? ¿5? ¿cuántos llevan ya? juegos de Batman de la saga de
Arkham. Yo sólo he jugado a este y al siguiente, Arkham City, porque
me temía, y creo que no me equivocaré, que los siguientes iban a
seguir la clásica senda del “mejorar la calidad técnica mientras
el alma se va marchitando”. A los niños rata esto les da lo mismo
porque, como buenos cerdos, se comen todo lo que les echan, para
engordar y, pronto, morir acuchillados. No es mi caso.
Entre este y el segundo prefiero este,
porque aunque técnicamente es peor, es más puro. La primera obra
siempre es la mejor, digan lo que digan. Luego, vale, sí, mejoras la
técnica y esas cosas sin importancia, pero lo que cuenta en una obra
es el alma, y cuando haces la primera la pones toda. Luego ya tienes
éxito, te acomodas, prefieres rascarte la barriga a escribir, te
endiosas, coges becarios, fumas en pipa, miras por la ventana
ensimismado y, finalmente, preso de tu propia vanidad, te pegas el
batacazo. Lo he visto tantas veces que, joder, hay que ser tonto para
no aprender de tus propios errores, pero hay que ser rematadamente
tonto como para no aprender de los de los demás.
Además, mientras que en Arkham City
(el segundo) tienes toda una ciudad abierta para explorar, aquí lo
que tienes es el manicomio de Arkham, o sea, que mola mucho más. Un
manicomio mola mucho más que una ciudad, te pongas como te pongas.
Por el mero hecho de que una ciudad está bajo cielo abierto hace que
mole menos. Acojona menos.
Me temo que lo que pasó en Rocksteady
Studios fue “¡Tíos, lo hemos petado, lo hemos pe-ta-do! ¡Hay que
seguir, tíos, hay que seguir! ¡De esta nos forramos
fiiiiijooooooooo...! ¿Dónde coño podemos meter a Batman ahora?
¡Venga, ideas! ¡Ideas! ¡Ideas!” Y se les ocurrió que, bueno,
podía pasar en la ciudad. Guay.
En Valve son mucho más listos. Tienen
un éxito y lo encajan como hombres, porque los éxitos también hay
que saber encajarlos, más que las derrotas, yo diría. Cuando uno se
emociona tanto con un éxito es porque no ha tenido muchos. Por eso
yo hago caso a Kipling y ante el éxito y el fracaso trato del mismo
modo a ambos farsantes.
Pero vamos, aparte del asco que me da
la gente que mete un golito y trata de repetir la jugada n veces, sin
entender que en el fútbol cada jugada es única y ha de ser tratada
individualmente, Batman Arkham Asylum está dabuti. Me lo he acabado,
o sea, que para eso tiene que estar muy dabuti. Ya sabéis que yo
acabarme juegos, pocos. Los que mantienen vivo el interés de Juan,
ese tan inquieto.
Niños, tranquilos; la vida es muy
larga y no va de ganar o perder. Eso es lo que os enseñan las
personas débiles, absurdas, cuyas vidas no tienen sentido y por eso
tratan de dárselo desesperadamente mediante la constante victoria.
Es ese error de la percepción el que ha llevado al mundo al límite.
No, el sentido de la vida no es avanzar implacablemente. ¿Hacia
dónde? Dime, ¿dónde está ese lugar al que tan desesperadamente
quieres ir? ¿Qué hay allí? ¿No es aquello que tienes delante de
tus propias narices y que, por tu estupidez, no eres capaz de ver?
¿No es más inteligente y más sano esforzarte en ver ese milagro
que ocurre segundo tras segundo ante tus propios ojos? ¡Ah, mi
estúpido amigo, mi triste niñato! ¡Cuánto desprecio me provocas!
¡Qué pequeño eres ante mi!
Esto es lo que le diría a Rocksteady,
que si se hubieran parado en el primer Batman hubieran quedado como
unos putos señores; si se hubieran parado en el segundo hubieran
quedado bien. Pero no, siguieron y siguieron hasta que la versión de
PC del último era, sencillamente, una estafa, de tantos errores que
traía.
No hagáis eso, niños. No os dejéis
engañar. Sed unos putos señores. Servíos a vosotros mismos, no a
aquel que está ciego y, encima, os quiere cegar a vosotros.