viernes, 5 de agosto de 2016

Con el dinero de los demás

Esta peli es de esas que te alegras de descubrir. Igual tú la conoces, pero yo no la conocía. Y es putadeishion, porque parece que a uno le apetece conocer todo lo que ha hecho Danny DeVito.


Esta peli trata del capitalismo crudo. Danny es un tiburón sin sentimientos que se dedica a aprovecharse de las desgracias de los demás para su propio beneficio, como manda, claramente, el capitalismo. Descubre una empresa que se dedica a no sé qué de metales o no sé que hostias que tiene problemas de cash flow o de no sé qué. Y Danny llega, en plan tiburón, a ofrecerse a comprar la empresa. Con la pasta que deja Danny se solucionarían muchos problemas pero a cambio el control sería de Danny y, bueno, pues si hay que echar a unos cuantos trabajadores para que esto sea rentable pues se echan, qué le vamos a hacer.

Vamos, lo que ha llegado a pasar en la realidad pero ya casi en plan comedia, donde los Danny DeVitos se han ofrecido a comprar Estados para solucionar sus problemas de liquidez. Y, oye, si hay que recortar en sanidad y educación pues se recorta, faltaría más. Un sarampión no nos va a joder aquí ahora el bisnes.

Esta peli tiene pinta de ser de los 80, o sea, que no digáis que no se os ha advertido.

Esta manera de actuar lleva, evidentemente, al desastre. Es como si le quitas el suero a tu abuela para hacerte cubatas. Pues oye, te vas a meter algunos cubatas de más, eso está claro, pero tu abuela se va a morir. Y el dolor de corazón que eso supone te va a acabar destruyendo, porque no puedes negar, aunque te empeñes, que tienes conciencia. Puedes fingir que no, pero para hacerte cubatas estás dejando de alimentar a una parte de ti mismo que también necesita ser alimentada. Y ese dolor te va a llevar a que te cueste levantarte de la cama, nublará tu mente para que no puedas seguir teniendo olfato para los negocios y, finalmente, acabará contigo como el perro que eres. No es poesía, no es moral, es pura física.


No creo que los culpables de La Crisis (¡La Crisis! ¡La Crisis!) duerman bien por la noche. No, no es la esperanza de un viejo derrotado, es que yo cuando hago las cosas mal tampoco duermo por la noche. Es que esto es así, tío. No le des más vueltas, no hay “una forma de salirte con la tuya”. Las reglas de la vida son estas y si quieres dormir por la noche tienes que tratar bien a los demás. Ya está. Es el mecanismo que se inventó Dios, el cabrón, para que no se te pirara demasiado la pelota, como el tonto redomado que eres. Dale las gracias, en todo caso, por que inventase un sistema de alerta tan estupendo que te permitiese seguir avanzando en la vida sin torcerte del buen camino.

Como, aún con todo, eres tonto hasta decir basta, igual crees que existe alguna manera, todavía, para no rendirte a la evidencia. Para no aceptar que tienes que quitarte de cubatas para ponerle suero a tu abuela. Tío, si no lo haces por tu abuela, que ya te valdría si no lo haces por ella, cabrón, hazlo por ti. Por alimentar esa parte de ti que tienes la soberbia de no darle importancia pero que es como ese grano de mostaza que, como semilla, es la más pequeña de todas, pero como árbol ya adulto es inmenso y en sus ramas da cobijo a las aves del cielo. Esa es la manera, mi triste botarate, de que el alimento en la Tierra sea infinito, y no intentar la enésima fusión de empresas. Si tu estupidez no fuese tan dañina sencillamente se quedaría en encantadora, pero tío, tenemos que pararte los pies. Tu retrasadez mental puede hacer daño a mucha gente. Por eso hemos tenido que placarte, porque eres un patético imbécil.


Si, como Danny DeVito en esta peli, eres un loco abocado a su propia autodestrucción, he de decirte que has fracasado, como era, evidentemente, de prever. Simplemente porque luchas contra la vida misma y, mi querido enanito mental, tu eres mucho más débil que ella. Deja de retorcerte. Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre y, cuando termines, baja con nosotros a que nos riamos de ti. Cuando nos cansemos de humillarte quizás tengamos la humanidad de dejarte jugar con nosotros. Pero no creas que vas a jugar de otra cosa que no sea de portero.

Es el destino de los idiotas. Jugar siempre de portero.