Esta peli es de esas que te alegras de
descubrir. Igual tú la conoces, pero yo no la conocía. Y es
putadeishion, porque parece que a uno le apetece conocer todo lo que
ha hecho Danny DeVito.
Esta peli trata del capitalismo crudo.
Danny es un tiburón sin sentimientos que se dedica a aprovecharse de
las desgracias de los demás para su propio beneficio, como manda,
claramente, el capitalismo. Descubre una empresa que se dedica a no
sé qué de metales o no sé que hostias que tiene problemas de cash
flow o de no sé qué. Y Danny llega, en plan tiburón, a ofrecerse a
comprar la empresa. Con la pasta que deja Danny se solucionarían
muchos problemas pero a cambio el control sería de Danny y, bueno,
pues si hay que echar a unos cuantos trabajadores para que esto sea
rentable pues se echan, qué le vamos a hacer.
Vamos, lo que ha llegado a pasar en la
realidad pero ya casi en plan comedia, donde los Danny DeVitos se han
ofrecido a comprar Estados para solucionar sus problemas de liquidez.
Y, oye, si hay que recortar en sanidad y educación pues se recorta,
faltaría más. Un sarampión no nos va a joder aquí ahora el
bisnes.
Esta peli tiene pinta de ser de los 80,
o sea, que no digáis que no se os ha advertido.
Esta manera de actuar lleva,
evidentemente, al desastre. Es como si le quitas el suero a tu abuela
para hacerte cubatas. Pues oye, te vas a meter algunos cubatas de
más, eso está claro, pero tu abuela se va a morir. Y el dolor de
corazón que eso supone te va a acabar destruyendo, porque no puedes
negar, aunque te empeñes, que tienes conciencia. Puedes fingir que
no, pero para hacerte cubatas estás dejando de alimentar a una parte
de ti mismo que también necesita ser alimentada. Y ese dolor te va a
llevar a que te cueste levantarte de la cama, nublará tu mente para
que no puedas seguir teniendo olfato para los negocios y, finalmente,
acabará contigo como el perro que eres. No es poesía, no es moral,
es pura física.
No creo que los culpables de La Crisis
(¡La Crisis! ¡La Crisis!) duerman bien por la noche. No, no es la
esperanza de un viejo derrotado, es que yo cuando hago las cosas mal
tampoco duermo por la noche. Es que esto es así, tío. No le des más
vueltas, no hay “una forma de salirte con la tuya”. Las reglas de
la vida son estas y si quieres dormir por la noche tienes que tratar
bien a los demás. Ya está. Es el mecanismo que se inventó Dios, el
cabrón, para que no se te pirara demasiado la pelota, como el tonto
redomado que eres. Dale las gracias, en todo caso, por que inventase
un sistema de alerta tan estupendo que te permitiese seguir avanzando
en la vida sin torcerte del buen camino.
Como, aún con todo, eres tonto hasta
decir basta, igual crees que existe alguna manera, todavía, para no
rendirte a la evidencia. Para no aceptar que tienes que quitarte de
cubatas para ponerle suero a tu abuela. Tío, si no lo haces por tu
abuela, que ya te valdría si no lo haces por ella, cabrón, hazlo
por ti. Por alimentar esa parte de ti que tienes la soberbia de no
darle importancia pero que es como ese grano de mostaza que, como
semilla, es la más pequeña de todas, pero como árbol ya adulto es
inmenso y en sus ramas da cobijo a las aves del cielo. Esa es la
manera, mi triste botarate, de que el alimento en la Tierra sea
infinito, y no intentar la enésima fusión de empresas. Si tu
estupidez no fuese tan dañina sencillamente se quedaría en
encantadora, pero tío, tenemos que pararte los pies. Tu retrasadez
mental puede hacer daño a mucha gente. Por eso hemos tenido que
placarte, porque eres un patético imbécil.
Si, como Danny DeVito en esta peli,
eres un loco abocado a su propia autodestrucción, he de decirte que
has fracasado, como era, evidentemente, de prever. Simplemente porque
luchas contra la vida misma y, mi querido enanito mental, tu eres
mucho más débil que ella. Deja de retorcerte. Llora como mujer lo
que no has sabido defender como hombre y, cuando termines, baja con
nosotros a que nos riamos de ti. Cuando nos cansemos de humillarte
quizás tengamos la humanidad de dejarte jugar con nosotros. Pero no
creas que vas a jugar de otra cosa que no sea de portero.
Es el destino de los idiotas. Jugar
siempre de portero.