Esta es la historia de un hombre que
pensaba que era el mejor amante del mundo y de la gente que intentó
curarlo. Vaya, ¿de qué me suena? No, conmigo tampoco han podido.
Que se jodan, hombre.
Don Juan de Marco es Johnny Deep que
dice que es Don Juan de Marco. Se autoproclama el mejor amante del
mundo y, por ese hecho, le meten en un psiquiátrico, los cabrones.
Hay que ver. A mi casi me pillan también, así que no seáis tontos
y echad patas si veis que vienen.
Don Juan de Marco nos plantea una forma
de ver la vida que, según mi juicio, es la buena. Veréis: lo que se
conoce como “la realidad” es un cuento, sólo que consensuado.
Simplemente es un cuento en el que la mayoría se ha puesto de
acuerdo, pero no por eso es menos cuento. Si te mola el cuento de que
tu vida consiste en morir y pagar impuestos, adelante. El estadio
vibra con la emoción de verte jugar a ti, capullo.
Sin embargo, si no te mola el rollo de
ser una cabeza de ganado y ya está, te puedes salir por la tangente.
Simplemente has de tener la osadía de inventarte tu propio cuento.
Te da igual uno u otro, todos son cuentos. Simplemente coge el que
más te mole. Hombre, en plan astuto y tal yo te aconsejaría que no
fueses como Johnny Deep en la peli vestido de mosquetero por Queens,
más que nada porque los que viven en el otro cuento, en el que se
crucifica a los diferentes, te van a coger por banda y te van a meter
en el manicomio que hemos dicho. Vamos, es sólo un consejo, tú haz
lo que te salga de ahí, que para eso eres tú el escritor.
Si ya quieres pasarte de cabrón
podrías inventarte un cuento que, una parte de él, estuviera
dedicada a sabotear el cuento consensuado. Si tienes espíritu de
Zipi y Zape como yo, de gamberro con buen corazón, te recomendaría
que escogieses esta característica para tu personaje del juego de
rol. Si has jugado a Hitman sabrás que, para ser un saboteador de
los buenos, has de confundirte con el entorno. Así nadie pensará
que estás liándola parda. Este modus operandi me hizo pasármelo
muy bien en el cole, quedando yo siempre de santo, porque estudiaba y
sacaba buenas notas, pero luego siempre estaba metido en todos los
saraos. Has de tener una coartada. Siempre una coartada.
A las chicas, por alguna razón, les
encantan los tipos como yo. Yo preferiría que apreciasen mi versión
santurrona, básicamente porque me cuesta menos esfuerzo llevarla a
cabo, pero ya sabéis, a las chicas les pone la emoción. Menudo
coñazo. Con lo fácil que es estar en pantuflas y leer el
periódico... Las chicas siempre enredando. Siempre queriendo salir a
cenar. Ay, colega, pídete una pizza, como hacemos todos. Me gustas
gorda y de poca movilidad. Esa es tu mejor versión para mi.
¡Qué bella eres siendo cebada por mi!
¡Cómo me molesta que desprecies aquello por lo que te amo!
Bueno, ya pasarán por el aro. Siempre
acaban pasando por el aro.
Don Juan de Marco acaba siendo
diagnosticado como “un romántico incurable”. Este diagnóstico
sólo lo podía dar Marlon Brando, en un personaje crepuscular que
parece escrito para él. Como Don Juan de Marco, él también es un
romántico, sólo que ha cedido al cuento consensuado que tanto mal
hace a las personas. Así que es un médico que ya pasa de todo,
cumple con su ficha para que le molesten lo menos posible y se va a
casa, a pasar de su preciosa mujer, que es preciosa. Pero tratar a
Johnny hace que en él vuelva a aflorar aquella pasión que parecía
olvidada. Y a su mujer esto le encanta, claro. ¡Ay, chochín! ¡Con
qué poco se te embauca!
En fin, que si queréis pasar por la
vida sin hacer el idiota, como hacen tantos, yo os recomendaría
imitar a Don Juan de Marco. ¿Para qué servir al amargado que, de
tan amargado que está, quiere que los demás también lo estén?
¡Mándale a tomar por culo, hombre! Vamos, yo le he mandado.
Móntate un rollo que grite de guay.
Flípate con tu propia vida y ámala en plan a saco. No dejes que te
vendan una moto que va de Yamaha pero no pasa de Montesa. De Bultaco.
Y el que quiera y pueda, que te siga. Así me lo enseñaron a mi.