martes, 9 de agosto de 2016

Dos chicas de revista

¡Qué bonita! ¡Cómo se ayudan la una a la otra! Espalda contra espalda.


Dos chicas de revista trata de que Lina Morgan es la lista y la rubia la fina pero que se la cuelan por entre las piernas siempre. Total, que a Lina esto le parece encantador y la rubia necesita una protectora. Y se hacen amigas.

Como ya sabéis cómo es La Revista, ahí dentro son todas más putas que las gallinas. Vamos, de malas, no de ligeras de cascos, que eso igual también. Así que Lina se encarga de que las gallinas, más gordas y feas, no se coman con patatas a la gallina fina, que es la que tiene que acabar encabezando el espectáculo.


El final es magnífico, porque, en el gran momento de la rubia, siente que sin Lina no puede hacerlo y se inventa el concepto de doble cabeza de cartel. La invita a actuar con ella (vamos, se lo pide, porque sola no puede) y así en vez de la primera vedette que teníamos prevista tenemos dos primeras vedettes. A mi me vale.

Dos amigas que se ayudan una a la otra, vaya. Pero dentro del ámbito de La Revista española allá por los años de maricastaña. ¡La Revista! ¿Qué coño sería eso?

Pues era como espectáculos de variedades que me imagino que tendrían mucho éxito en España porque si no no habrían hecho una película sobre ella. Vamos, una cosa rarísima, como de nuestros abuelos. No sé, no sé, algo del pleistoceno.

También sale Jose Luis López Vázquez, haciendo de director artístico heterosexual pero que parece homo, uno que te piensas que es gay pero luego resulta que le gusta la rubia. Algo como rarísimo también.

No sé, si es que exagera el sarasismo. ¿Cómo me pueden venir luego con que al tronco le gusta la rubia? Es que no tiene sentido. Eso sería porque en la época no dejaban que saliese un personaje mariquita en una película, porque si no no se entiende.

Yo hoy también lo prohibiría, pero por hartazgo.

Es que a mi me cansa muchísimo. No es nada con la sexualidad, a mi eso me la suda. Métela donde mejor te guste, tío, en una botella de Solán de Cabras, que ahí te cabe.

Es el rollo mariquitil, que, no sé, antes como que representaba algo puro, pero de repente se ha vaciado de contenido. Como que no pasa mi test de calidad más reciente.

Yo no soy como los de Volkswagen, que sacan los coches ahí a la calle sin pasar el control. Vamos, o saltándose las normas de calidad a la torera.

En Casa Juan se pasan estrictísimos controles de calidad en cada producto que sale a la calle. Pero nuestras últimas investigaciones sobre el ambiente mundial revelan que demasiado mariquitismo es malo para la salud. Fíense, lo hacemos con el mejor instituto del mundo. Es de un primo mío.


Por tanto, en Casa Juan hemos tomado la triste pero magnífica decisión de no ofrecer a nuestros clientes productos mariquitiles. Llámennos paternalistas, pero permítannos decirles que, con el tiempo, nos lo agradecerán.

Es una palabra de caballero.

Esto no es óbice para que para defender Dos chicas de revista apelemos al verdadero amor que existe entre las dos chicas, motor crucial de la película y que, gracias a él, es memorable.

Si quitásemos eso nos quedaría un Más que amor frenesí o un Perdona, bonita, pero Lucas me quería a mi. Y no. Por ahí no paso.

Es demasiado malo.