Si no te gustan Bud Spencer y Terence
Hill eres tonto. Mira qué fácil hemos encontrado el test
definitivo. Una entrevista de trabajo:
-¿Le gustan a usted Bud Spencer y
Terence Hill?
-No.
-Usted es tonto. Siguiente.
La clave de la tontería de alguien a
quien no le gustan BS y TH es que se quiere hacer el listo. Y sólo
los tontos necesitan hacerse los listos. Si fueran listos ni se les
pasaría por la cabeza.
La vida cotidiana de un tonto es una
pesadilla. Es lo más parecido a vivir en el infierno. Cuando suena
el despertador lo primero en lo que piensas es en que, por favor, tu
mujer no se dé cuenta de lo tonto que eres. Así que le das un beso
y le dices que la quieres, aunque no te apetezca nada. Pero como eso
es lo que has visto en las películas que hacen los maridos tú lo
haces, no vaya a ser el demonio que tú no seas un buen marido y todo
se te vaya al garete.
Llegas al trabajo y toda tu energía se
va en que, por favor, no se den cuenta, por favor, de lo tonto que
eres. Ni tus jefes, porque te echarían, ni tus subordinados, porque
te perderían el respeto. Así que hablas de cosas que has oído por
ahí que son las que dicen los buenos trabajadores. Hablas de
sinergias y de brainstormings. Tuerces el gesto cuando alguien te
pregunta algo, porque tienes entendido que la gente competente está
siempre como un poco malhumorada, y tú quieres que piensen que eres
competente. Así que tuerces el gesto.
Vas a comer con tus jefes y pides lo
mismo que ellos, no vayas a pedir otra cosa diferente y piensen que
eres idiota.
Vuelves a tu casa y le das un beso a tu
mujer y a tus niños, porque has oído que los buenos maridos dan
besos. Aunque odias a tu mujer, a tus hijos y a tu puta vida, porque
es una mierda. Pero no lo puedes decir, no se vayan a pensar que eres
tonto y has construido una puta mierda de vida. No, nadie te ha
obligado a meterte en ella. Te has metido tú solo. Pero no quieres
que lo sepan, porque entonces pensarían que eres tonto.
Pero es que eres tonto. Y ese
pensamiento te persigue, implacable. Eres tonto. Eres tonto. Eres
tonto. Eres tonto.
Y vuelve a sonar el despertador. Y
vuelta al infierno. Dios mío, que alguien detenga esta pesadilla en
la que he convertido mi vida.
Yo tengo el remedio, pero no te lo voy
a dar. Se lo voy a contar a estos amigos, para reírnos un poco todos
de ti, triste títere patético.
Se trata de que te pongas Dos Super
Dos. Es una peli que va de que BS y TH son los dobles de unos tíos
igualitos a ellos y que son super millonarios y les tienen que
sustituir mientras hacen un negociete. Y como los millonarios tienen
maneras refinadas y ellos son de calle, pues qué risa cuando de
repente los millonarios actúan como arrabaleros del tres al cuarto.
¡Qué risa, Tía Felisa!
En la tele has oído decir que la
comedia ligera es para tontos. Por eso aunque te encantaría quedarte
en calzoncillos, tirarte pedos y comer judías, como hago yo,
mientras ves Dos Super Dos no lo haces. Y es una pena, porque
entonces te darías cuenta de que no eres tan tonto. O sí, pero que
los demás ya lo sabemos y no nos importa. Lo que nos irrita es que
trates tan desesperadamente de hacernos creer que no lo eres. Eso es
lo que nos molesta.