miércoles, 3 de agosto de 2016

Dos Super Dos

Si no te gustan Bud Spencer y Terence Hill eres tonto. Mira qué fácil hemos encontrado el test definitivo. Una entrevista de trabajo:

-¿Le gustan a usted Bud Spencer y Terence Hill?
-No.
-Usted es tonto. Siguiente.


La clave de la tontería de alguien a quien no le gustan BS y TH es que se quiere hacer el listo. Y sólo los tontos necesitan hacerse los listos. Si fueran listos ni se les pasaría por la cabeza.

La vida cotidiana de un tonto es una pesadilla. Es lo más parecido a vivir en el infierno. Cuando suena el despertador lo primero en lo que piensas es en que, por favor, tu mujer no se dé cuenta de lo tonto que eres. Así que le das un beso y le dices que la quieres, aunque no te apetezca nada. Pero como eso es lo que has visto en las películas que hacen los maridos tú lo haces, no vaya a ser el demonio que tú no seas un buen marido y todo se te vaya al garete.


Llegas al trabajo y toda tu energía se va en que, por favor, no se den cuenta, por favor, de lo tonto que eres. Ni tus jefes, porque te echarían, ni tus subordinados, porque te perderían el respeto. Así que hablas de cosas que has oído por ahí que son las que dicen los buenos trabajadores. Hablas de sinergias y de brainstormings. Tuerces el gesto cuando alguien te pregunta algo, porque tienes entendido que la gente competente está siempre como un poco malhumorada, y tú quieres que piensen que eres competente. Así que tuerces el gesto.

Vas a comer con tus jefes y pides lo mismo que ellos, no vayas a pedir otra cosa diferente y piensen que eres idiota.


Vuelves a tu casa y le das un beso a tu mujer y a tus niños, porque has oído que los buenos maridos dan besos. Aunque odias a tu mujer, a tus hijos y a tu puta vida, porque es una mierda. Pero no lo puedes decir, no se vayan a pensar que eres tonto y has construido una puta mierda de vida. No, nadie te ha obligado a meterte en ella. Te has metido tú solo. Pero no quieres que lo sepan, porque entonces pensarían que eres tonto.

Pero es que eres tonto. Y ese pensamiento te persigue, implacable. Eres tonto. Eres tonto. Eres tonto. Eres tonto.

Y vuelve a sonar el despertador. Y vuelta al infierno. Dios mío, que alguien detenga esta pesadilla en la que he convertido mi vida.

Yo tengo el remedio, pero no te lo voy a dar. Se lo voy a contar a estos amigos, para reírnos un poco todos de ti, triste títere patético.


Se trata de que te pongas Dos Super Dos. Es una peli que va de que BS y TH son los dobles de unos tíos igualitos a ellos y que son super millonarios y les tienen que sustituir mientras hacen un negociete. Y como los millonarios tienen maneras refinadas y ellos son de calle, pues qué risa cuando de repente los millonarios actúan como arrabaleros del tres al cuarto. ¡Qué risa, Tía Felisa!

En la tele has oído decir que la comedia ligera es para tontos. Por eso aunque te encantaría quedarte en calzoncillos, tirarte pedos y comer judías, como hago yo, mientras ves Dos Super Dos no lo haces. Y es una pena, porque entonces te darías cuenta de que no eres tan tonto. O sí, pero que los demás ya lo sabemos y no nos importa. Lo que nos irrita es que trates tan desesperadamente de hacernos creer que no lo eres. Eso es lo que nos molesta.