Esta está en mi top 5 de películas
favoritas. Era de cuando Bill Murray era el mejor actor cómico de
todos y no un actor de culto recuperado por Wes Anderson, como si ese
niñato tuviera algo que recuperar. ¿Cómo osa Wes Anderson, como
Santiago Segura, subirse sobre las espaldas de alguien mucho más
grande que él, en el caso de Segura Tony LeBlanc, haciéndose como
el bueno por recuperar a alguien que la industria había olvidado?
Hombre, entiendo que Murray y LeBlanc estén encantados porque así
trabajan y eso es más importante que mis pesquisas, pero, por el
amor de Dios, eso es como de niño bonito haciéndole la pelota al
profesor. No nos queráis engañar, vosotros no queréis hacer que
unos viejos actores trabajen. Lo que queréis es que la gente diga lo
guays que sois por sacar en vuestra peli a aquel actor de nuestra
infancia y que todos digamos “cómo mola”. Eso es de una bajeza
espantosa, precisamente porque se disfraza de acto noble.
Los Fantasmas Atacan al Jefe es una
película maravillosa. Es una versión moderna de Cuento de Navidad
de Dickens, como todos sabréis. Cuento de Navidad es un gran cuento
porque habla de lo más importante de la vida: cómo te has perdido y
nunca fuiste capaz de volverte a encontrar. Lamentablemente (o por
fortuna) en la vida real también tendrás que recibir la visita de
tres fantasmas para obligarte a retomar la senda que la culpabilidad
te impide retomar. Por eso alguien para salvarse necesita que le
shockeen repetidas veces hasta que vea la luz. Dickens sabía de lo
que hablaba. Ese tronco pilotaba.
Veréis, cuando uno actúa en contra de
sí mismo va cultivando culpa. Uno sabe cuándo está siendo fiel a
sí mismo y cuándo no. Lo único que uno puede hacer cuando no lo
hace es fingir que no se da cuenta. Pero cada paso en la senda que te
aleja de ti es un clavo más en la cruz que algún día, si tienes
suerte, tendrás que sacarte con la parte de atrás del martillo.
Puedes actuar todo lo que quieras, pero ese dolor insoportable se
delata por sí solo. Puedes buscar cómplices del mismo delito y,
entre todos, jugar a que no os estáis jodiendo a vosotros mismos
cuando sí lo hacéis, pero eso no sirve de nada.
Frank Cross es un hombre bien jodido.
Se dejó atrás a sí mismo a cambio de dinero y poder. ¿Pero de qué
te sirve ganar el mundo si te pierdes? Además de ser un sinsentido,
es trampa, que es lo que a mi me parece más cagada. Es como si
quedas a jugar al Trivial con tus amigos y las horas antes te dedicas
a estudiarte todas las respuestas. ¿Para qué haces eso? ¿No ves
que así se arruina la diversión? ¿Tú qué quieres, divertirte con
tus amigos o que se arrodillen ante ti? Bueno, no me importaría que
quisieses que se arrodillasen, claro que no, pero por lo que tú
eres, no por una versión inexistente. Ese no eres tú. Por tanto no
te estamos admirando a ti, estamos admirando a un personaje que te
has inventado. Y que mola mucho menos que tú, si me permites
decirte.
A mi me gusta ganar al Trivial sin
estudiar. Y es que, encima, gano. Y se arrodillan, los gilipollas.
Bill Murray es perfecto para esta peli
porque es un hombre torturado. Bueno, tengo que decir que el
torturadísimo Murray de Flores Rotas o Lost in Traslation me da una
pereza que te cagas. A mi me gustaba el Murray que fingía en
pantalla que no le dolía nada. Vamos, o que se veía que le dolía,
como en Atrapado en el Tiempo, pero que al menos lo sobrellevaba con
mala leche y estando amargado. Como en esta Los Fantasmas Atacan al
Jefe. Pero, joder, Bill, tu rollo “me sincero en la pantalla” en
esta nueva etapa tuya es como... ¡Si ya lo sé! ¡Ya sé que estás
jodido! ¡Ya sé que te duele! ¿Por qué te crees que nos caes bien?
Porque eres el payaso que en el fondo está triste. Joder, pero si
ese payaso deja de ser payaso y se queda sólo en triste... Pues eso,
es sólo un triste. Y eso no mola. Ya, ya sé que no es culpa tuya,
que te han obligado. Cómo son los niñatos, ¿eh, Bill?
A mi esta peli me encantaba porque
sabía que lo que decía era Cierto Que Te Cagas. Era como el niño
negro hijo de la secretaria de Frank Cross que sólo vuelve a hablar
cuando Cross suelta ese discurso en directo hablando de los grandes
valores humanos. Sí, tío, ese es el sentido de la vida. Yo lo tenía
claro.
Y no me equivoqué. Siguiendo la senda
recta me ha ido de puta madre. A los que les ha ido como el culo es a
los que todavía se andan estudiando las respuestas del Trivial, sin
sospechar que, tío, no son unas preguntas tan difíciles como para
tener que estudiártelas. ¿Eres gilipollas? Estás tirando la vida a
la basura. ¿A quién quieres complacer con eso? ¿A papá? ¿A mamá?
Estás haciendo el ridículo. Lamento tener que ser yo el que te lo
diga, pero es que si no nadie te lo va a decir. Son todos tan
gilipollas como tú.
¿Se me olvida algo? Ah, sí; que Dios
nos bendiga a todos.