miércoles, 3 de agosto de 2016

Los Fantasmas Atacan al Jefe

Esta está en mi top 5 de películas favoritas. Era de cuando Bill Murray era el mejor actor cómico de todos y no un actor de culto recuperado por Wes Anderson, como si ese niñato tuviera algo que recuperar. ¿Cómo osa Wes Anderson, como Santiago Segura, subirse sobre las espaldas de alguien mucho más grande que él, en el caso de Segura Tony LeBlanc, haciéndose como el bueno por recuperar a alguien que la industria había olvidado? Hombre, entiendo que Murray y LeBlanc estén encantados porque así trabajan y eso es más importante que mis pesquisas, pero, por el amor de Dios, eso es como de niño bonito haciéndole la pelota al profesor. No nos queráis engañar, vosotros no queréis hacer que unos viejos actores trabajen. Lo que queréis es que la gente diga lo guays que sois por sacar en vuestra peli a aquel actor de nuestra infancia y que todos digamos “cómo mola”. Eso es de una bajeza espantosa, precisamente porque se disfraza de acto noble.


Los Fantasmas Atacan al Jefe es una película maravillosa. Es una versión moderna de Cuento de Navidad de Dickens, como todos sabréis. Cuento de Navidad es un gran cuento porque habla de lo más importante de la vida: cómo te has perdido y nunca fuiste capaz de volverte a encontrar. Lamentablemente (o por fortuna) en la vida real también tendrás que recibir la visita de tres fantasmas para obligarte a retomar la senda que la culpabilidad te impide retomar. Por eso alguien para salvarse necesita que le shockeen repetidas veces hasta que vea la luz. Dickens sabía de lo que hablaba. Ese tronco pilotaba.

Veréis, cuando uno actúa en contra de sí mismo va cultivando culpa. Uno sabe cuándo está siendo fiel a sí mismo y cuándo no. Lo único que uno puede hacer cuando no lo hace es fingir que no se da cuenta. Pero cada paso en la senda que te aleja de ti es un clavo más en la cruz que algún día, si tienes suerte, tendrás que sacarte con la parte de atrás del martillo. Puedes actuar todo lo que quieras, pero ese dolor insoportable se delata por sí solo. Puedes buscar cómplices del mismo delito y, entre todos, jugar a que no os estáis jodiendo a vosotros mismos cuando sí lo hacéis, pero eso no sirve de nada.


Frank Cross es un hombre bien jodido. Se dejó atrás a sí mismo a cambio de dinero y poder. ¿Pero de qué te sirve ganar el mundo si te pierdes? Además de ser un sinsentido, es trampa, que es lo que a mi me parece más cagada. Es como si quedas a jugar al Trivial con tus amigos y las horas antes te dedicas a estudiarte todas las respuestas. ¿Para qué haces eso? ¿No ves que así se arruina la diversión? ¿Tú qué quieres, divertirte con tus amigos o que se arrodillen ante ti? Bueno, no me importaría que quisieses que se arrodillasen, claro que no, pero por lo que tú eres, no por una versión inexistente. Ese no eres tú. Por tanto no te estamos admirando a ti, estamos admirando a un personaje que te has inventado. Y que mola mucho menos que tú, si me permites decirte.

A mi me gusta ganar al Trivial sin estudiar. Y es que, encima, gano. Y se arrodillan, los gilipollas.

Bill Murray es perfecto para esta peli porque es un hombre torturado. Bueno, tengo que decir que el torturadísimo Murray de Flores Rotas o Lost in Traslation me da una pereza que te cagas. A mi me gustaba el Murray que fingía en pantalla que no le dolía nada. Vamos, o que se veía que le dolía, como en Atrapado en el Tiempo, pero que al menos lo sobrellevaba con mala leche y estando amargado. Como en esta Los Fantasmas Atacan al Jefe. Pero, joder, Bill, tu rollo “me sincero en la pantalla” en esta nueva etapa tuya es como... ¡Si ya lo sé! ¡Ya sé que estás jodido! ¡Ya sé que te duele! ¿Por qué te crees que nos caes bien? Porque eres el payaso que en el fondo está triste. Joder, pero si ese payaso deja de ser payaso y se queda sólo en triste... Pues eso, es sólo un triste. Y eso no mola. Ya, ya sé que no es culpa tuya, que te han obligado. Cómo son los niñatos, ¿eh, Bill?

A mi esta peli me encantaba porque sabía que lo que decía era Cierto Que Te Cagas. Era como el niño negro hijo de la secretaria de Frank Cross que sólo vuelve a hablar cuando Cross suelta ese discurso en directo hablando de los grandes valores humanos. Sí, tío, ese es el sentido de la vida. Yo lo tenía claro.


Y no me equivoqué. Siguiendo la senda recta me ha ido de puta madre. A los que les ha ido como el culo es a los que todavía se andan estudiando las respuestas del Trivial, sin sospechar que, tío, no son unas preguntas tan difíciles como para tener que estudiártelas. ¿Eres gilipollas? Estás tirando la vida a la basura. ¿A quién quieres complacer con eso? ¿A papá? ¿A mamá? Estás haciendo el ridículo. Lamento tener que ser yo el que te lo diga, pero es que si no nadie te lo va a decir. Son todos tan gilipollas como tú.

¿Se me olvida algo? Ah, sí; que Dios nos bendiga a todos.