No, yo no tuve la Dreamcast. Supongo
que por lo que todo el mundo. Porque Sega ya la había liado con la
Saturn y porque anunciaron demasiado pronto la Play 2. Bueno, y
porque yo pasaba de las consolas en ese momento, eso también cuenta.
Pero a a toro pasado todo nos parece sublime, exquisito, aunque en el
momento no lo fuera. ¡Ah, el momento! ¡El momentum! ¡Cómo es el
momentum! Ojalá el momento presente nos provocara nostalgia
instantáneamente, así todo estaría cubierto con un halo de algodón
de azúcar.
Sea como sea, no me gusta hacerme
(demasiado) el guay y no soy de negar mis propios sentimientos,
aunque eso me valiese el aplauso del resto de los comensales de la
mesa. Así que si veo este Dreamcast Collection pues me lo pillo,
porque, oye, ¡qué guay es la Dreamcast! Y no tengo ganas de andar
haciéndome el exquisito ora sí ora también.
Aquí tenemos cuatro de esos títulos
que “definieron la Dreamcast”. El Crazy Taxi creo que es
contemporáneo del Carmaggedon, aquel juego que iba de ir
atropellando gente para conseguir puntos. No me parece para poner
tanto el grito en el cielo como se puso pero tampoco me parecía un
juego muy guay, por el tono oscuro que se llevaba. El típico hype.
La típica gloria vana que florece y no grana.
Pero Crazy Taxi sí mola mucho, he de
reconocerlo. Aquí también vas con el coche haciendo el cabra por la
ciudad, pero los transeúntes están programados para apartarse
siempre cuando pasas y así nunca les puedes atropellar. Mira qué
manera tan fácil de no meterte en líos y de que te quede un juego
colorido y luminoso al contrario que Carmaggedon, que por hacerse el
chachi no ha quedado para la historia con tanta grandeza como Crazy
Taxi.
Crazy Taxi tiene ese sabor a Sega tan
puro, quizás este es el juego que me parezca que más lo tiene. La
música es una especie de punk californiano a lo Green Day que te
pone las pilas dabuti. Y se trata de recoger y llevar a su destino al
máximo número de clientes posible antes de que se te acabe el
tiempo. Lo que es un arcade de esos hechos con escuadra y cartabón.
Olé, Sega.
Space Channel 5 (Part 2) es un juego de
bailar. Vamos, de mover el mando y dar a los botones al ritmo de la
música. La protagonista es de esas que a mi me vuelven locatis, la
típica muñequita preciosa que, como no está en tiendas, me tengo
que conformar con ejemplares de Monster High (The party never dies).
Las chicas guapas es lo mejor que hay. ¿No os habéis fijado?
Total, que son combates de bailar, los
únicos combates que merecen la pena en la vida. El enemigo te
plantea un baile con unos movimientos determinados y tú, para
vencerle, tienes que repetir el mismo baile con los mismos
movimientos. ¡Right, left, right, left, chu, chu, chu!, dicen los
colegas. “Chu”. Es la risa. Me pasaría el día jugando a este
juego sólo por oír a los enemigos decir “chu”.
Sega Bass Fishing es eso, de pescar
truchas. Yo de pequeño en el pueblo iba a pescar. Es de los mejores
recuerdos que tengo. A mi me pasa como a Lisa Simpson, que lo que es
pescar, en sí, me importa un comino. Además me da pena el pobre pez
ahí enganchado en el anzuelo. Pero chico, eso de preparar el cebo en
casa, la miga de pan con azafrán, el punto débil de las carpas, ir
en bici hasta el río, esconderla en unas zarzas, bajar hasta el
pantano y echar la tarde allí... Eso sí que me flipa. La pesca me
la suda. Pero todo lo de alrededor me flipa.
Pa la trucha tengo entendido que lo
bueno es el mosquito. No sé, le tendré que preguntar bien a mi
primo Mandi, que se pone unas fotos en el Whatsapp con unas truchas
que parecen ballenas. ¡Qué cabrón, las truchas que saca! Y luego
están bien ricas, ya aparte de todo.
El caso es que este juego es de pescar.
Echas la caña, te pica el pez, recoges y de eso va el juego. No está
mal, no es tan aburrido como podrías pensar en principio. Además
una idea tan original tiene peso de por sí y el juego te encandila
ya sólo un poco por eso. “¡Voy a echarme un Bass Fishing, hombre!
¡Voy a sacar unas truchinas!” Y te echas unas partidas y te las
sacas. Todo muy guay.
Sonic Adventure... Puf. Yo no sé si he
jugado mucho. Dicen que este es “el otro gran Sonic”, pero me
suena a que se lleva un rollo aventura que, no sé, es que yo no veo
a Sonic para ir de aventuras. Lo veo para ir a toda pastilla. Es una
putada lo de Sonic, porque no se ha conseguido llegar nunca más al
nivel del primer Sonic. Fíjate que he dicho el primero, porque luego
me enteré que el resto, menos el CD, había sido desarrollado por
otro equipo, este ya americano.
Tú te ríes cuando digo que le veo el
alma a los juegos de un vistazo, pero lo cierto es que siempre me
pareció que Sonic 2 era como, no sé, como que estaba más muerto.
Pues mira, es por eso. El alma no se puede esconder, tío. Se ve la
tostada. Yo por eso, de ser tú, me esforzaría más en trabajar por
que tu alma sea más pura, y más fuerte por lo tanto, que en
esconder el alma de chichinabo que tienes. A la larga te sale más
barato. Y te ahorras la vergüenza que en una reunión alguien más
lúcido que tú te deje en ridículo con sólo una mirada.
Sonic 1 y Sonic CD fueron hechos por el
mismo equipo. Justo los Sonics que me gustan. O sea que ese equipo
era el bueno, no necesito saber nada más. ¿Para qué quiero saber
cosas si ya las veo?