Una de esas pelis americanas de sábado
por la tarde que tanto gustaba ver. Cuando ponían estas era un
subidón porque sabías que un par de horas las ibas a pasar de puta
madre. Luego ya veríamos, pero esas dos horas guay. Luego a saber
qué ponen.
Madre mía, creo que todavía no tengo
digerido el salto de la vida alrededor de un televisor a esta especie
de ubicuidad a solas que te da Internet.
El calor del televisor era más
hogareño, había un discurso al que seguir y eso siempre mola. Hay
que agarrarse a algo, si no la movida es muy jodida.
Sin embargo Internet no tiene “un
discurso”. Bueno, puedes decirme que sí, que últimamente le
tienes el rollo pillado. Te metes en el As, en el LinkedIn, en un
periódico del movimiento y, hala, a trabajar siendo freelance.
Bueno, vale. Pero eso no es
Internet-Internet, la Internet que yo amo.
La Internet que yo amo tiene su origen
en 4Chan. Esa página absolutamente loca y desmesurada que tiene un
halo de atracción y de hostilidad alrededor. Mírala de lejos, pero
no te acerques porque tiene muy mala hostia.
Ese para mi es el corazón de Internet.
Y a raíz de ese corazón salen todas las cosas espectaculares al
margen de la oficialidad que hemos podido ver desde que nació
nuestra amiga Internet.
Espero que recordéis Goatse. ¡Cómo
olvidarlo!
Hoy en día un ano desgarrado por un
plug gigante me da ganas de bostezar. Fíjate hasta que punto, cómo
se pasa, Internet.
Y 2 Girls 1 Cup. Ah, esas chicas sabían
lo que hacían.
Yo me metí en algo “raro” de
Internet cuando entré en Newgrounds, que todavía sigue, creo. Allí
se cortaba la pana de una forma muy dabuti, men. Aquella peña sabía
de lo que iba el rollo.
Como en la calle no se puede hacer casi
nada, hoy en día las personas que sabemos de qué va el rollo
estamos en Internet. ¿Qué coño te voy a contar a ti trascendente
en la puerta de Primark? Pues poca cosa, nena, que pases y te pruebes
algo, a ver si distrae de esa cara tan fea que tienes.
La calle es un coñazo, es para dar una
vuelta y tomar así un poco el sol. E ir con tu chavala al cine o
algo así. Poco más.
¿Qué carajo hacía yo en la Era TV?
Pues nada, ser un espectador pasivo de la realidad, como diría ese
coach que te ha ido esta mañana a dar esa charla tan interesante a
la empresa.
No digo que no lo eche de menos, me da
calorcito en el corazón cuando lo recuerdo, pero, man, esto es mucho
mejor. No jodas, no compares. Willy Fogg molaba que te pasas, pero no
me digas que no mola más hacer youtubes o emitir por Twitch.
A mi porque me pilla mayor y me
sentiría un puto abuelo en esas lides, como el yonki que se venía a
jugar con nosotros teniendo 10 años más. No sé, eso es lo más
loser que puedes ser.
Pero vamos, que si no, quién me vería
a mi petándolo por Youtube y teniéndome que quitar a las fanas de
encima con mis partidas en Twitch. Y metiéndome en mil y una peleas
en foros como mandan los cánones. Si no te has peleado a navajazos
en un foro tú no sabes una mierda del mundo en el que vives hoy.
El rollo es así. Es un mundo violento,
este de Internet. No menos violento que cualquiera de nosotros,
evidentemente, ya que somos nosotros los que lo formamos. El mundo es
como nosotros. Así que si el mundo de Internet es violento es porque
lo somos nosotros.
¿Hemos, por tanto, de “domesticar”
todo aquello que por su naturaleza intimida? Falso. Lo que debemos
hacer es mostrarle respeto y jugar con sus mismas armas. Y vencerle o
acabar siendo amigo suyo, sea lo que depare la batalla.
No suelo contemplar la opción de
derrota últimamente. Y eso es porque me meto mucho en Internet.