Para más inri la vi en el cine con
buena compañía y eso ya le pone la guinda al pastel.
Siempre te acuerdas, más o menos, con
quién viste tal o cual peli. El crítico negará que esto sea
trascendente, pero yo, como iconoclasta, voy a defender lo contrario.
Es crucial.
Un bonito regalo lo es más con un buen
lazo.
¿Alguien tiene alguna duda sobre esto?
Espero que nuestro buen amigo, el
crítico, tampoco.
¿Qué decir de esta puta peli? A mi el
primer recuerdo que me viene sin esforzarme, el top of mind, es la
batalla. ¡Vaya batallísima, tío! ¡Os habéis pasado! El cine
antes de los efectos digitales tenía que ser, por fuerza, de
chichinabo.
Ah, las batallas. Qué parte de la vida
tan injustamente denostada.
Como acabas jodido después de ellas
las recuerdas con hiel, desviando tu atención del verdadero cometido
del hecho: dejar clara cuál es la cuestión. Veo que con palabras tú
y yo no nos vamos a entender. Desenfunda.
Afortunadamente, en el siglo XXI hemos
aprendido a desarrollar batallas encarnizadas sin sacarnos las manos
de los bolsillos. Es todo manipulación e intimidación. La guerra
moderna es el rap.
No nos tocamos un pelo, lo que tendrás
que admitir, amigo lector, que es un avance importantísimo con
respecto a los hechos acaecidos hace menos de un siglo.
Lo digo por esas personas tan tristes
que siempre dicen “si el mundo siempre ha sido y será como es”.
Quizá en el fondo, pero no en la forma, tan importante para
salvaguardar el sagrado fondo.
A mi una peli de batallas que me cambió
la vida fue 8 Millas. Yo no sabía lo que era una “pelea de
gallos”. Los ambientes raperos nunca han sido lo mío. Pero, como
el fútbol, al rap desde mi habitación lo entiendo mucho mejor.
Yo soy una especie de Lex Luthor, venzo
a Superman sólo con la cabeza. Necesito un espacio tranquilo para
ejecutar mi maldad.
8 Millas trataba de que Eminem se abría
camino en batallas de raperos. El rollo es soltar un rap que humille
al otro, vamos, que lo hiera, da igual la manera, y luego el otro
contraataca. Un juego de rol por turnos, en definitiva.
¡Y joder con el puto Eminem! ¡Joder
con el puto blanco! ¡Ponía a todos los negratas más rectos que una
vara! ¡Qué tío!
Sobre las tablas, man, eso es lo que
cuenta.
Así que podríamos decir que 8 Millas
es un El Retorno del Rey concentrado en un rayo láser. Antes las
batallas las hacíamos removiendo Roma con Santiago y sacando ahí
unos elefantes gigantes que flipan que te pasas. Ahora se hacen como
Eminem, intimidando y manipulando al de enfrente. Guerra moderna,
tíos. Preguntad un poco por ahí.
Yo siempre pensé de pequeño que,
joder, por qué los países no resuelven sus conflictos en una
partida de Playstation. Así se ahorrarían vidas.
Vidas infinitas, es lo que tendría yo
ahí.