lunes, 8 de agosto de 2016

El viaje de Chihiro

Ay, el Estudio Ghibli. Cuán hasta los cojones estoy de él. Es otro de esos productos sobre los que descargo una furia que no tiene que ver nada con ellos, sino con los hipsters. Cuando alguien coge algo puro para defender su impostura cojo tal enojo (pendejo) que me lo cargo todo, incluido el pobre objeto en cuestión que no tiene culpa de nada.


Esto es como cuando te vas con los macarras y la gente fina no quiere saber nada de ti. Pues es por eso.

No es con vosotros la movida, Estudio Ghibli, pero es que os he visto con una peña que no me mola. Ya se me pasará, si no va con vosotros, es que... Es que no puedo. ¿Vale?

En fin, antes de que todo esto pasara llegó a mis manos este prístino El Viaje de Chihiro, y menos mal. Ahora no me habría gustado tanto.

De El Viaje de Chihiro digo que es la única película que no sea así de comedia y de risas y tal que me ha tenido pegado a la historia sin distraerme ni un segundo. O sea, que al loro cómo debe ser El Viaje de Chihiro. Yo me distraigo con absolutamente cualquier cosa. El discurrir corriente de la vida es tan aburrido que tengo que ver si esa mosca que hay ahí tiene algo más interesante que ofrecerme.


Pero con Chihiro no. Pegado a la movida como cinta aislante. ¡Qué cosas tan bonitas dice esta gente, madre! ¡Qué poético! ¡Bueno, bueno, es que lo vuestro sí es saber de qué va la cosa, amigos!

Si en España intentásemos hacer El Viaje de Chihiro, bueno, no sé qué saldría de ahí. Saldría El Viaje de Cirílez.

¡Ah, España! ¡Cómo te buscas! Ante mis sabios ojos resultas enternecedora. ¿Por qué buscar fuera lo que ya tienes dentro de ti, esperando que lo respetes, aunque sea un poco? ¿Qué hay de malo en tu historia, España? ¿Crees que los demás pueblos no tienen en su sangre tu misma crueldad? ¿Crees que no tienen lo que la gente llama miserias? ¡Ah, España! ¡Cómo te desprecias! ¡Cómo disfrazas de brutalidad lo que es la más bella de las noblezas!

No puedo sino estar de acuerdo con la gente del PP cuando hablan de estas cosas. Los podemitas somos así como maricones. Bueno, los podemitas lo somos bastante menos, la verdad, son más gays los del PSOE y Ciudadanos. Esos son los utilísimos tecnócratas que hacen que una sociedad del siglo XXI funcione como Dios manda. Pero, ah, en el PP y Podemos tenemos un tesoro que los otros no tienen, me temo: el respeto por saber a qué sabe la sangre. Es ahí, y no en otra parte, donde PP y Podemos nos entendemos. ¡Vamos, que si nos entendemos! ¡Con una mirada! Sí, tío, tú eres así más de casón decorada con jarrones que no tienes ni puta idea de a qué dinastía pertenecen mientras que yo sí, pero en la clave, en la cuestión radical, sí estamos de acuerdo. Por eso no sé por qué me desprecias por mi pinta de vagabundo, PP. Este es mi rollo, no es que no me guste la pasta. Es que la idea de lujo yo la interpreto así. Es sólo que yo tengo un poquitín más de estilo que tú, tío, no te vayas ahora a enfadar por eso, por favor.

España, que tanto te quiero pero que tan tonta me pareces, como todas las demás chicas: no niegues tu pasado manchadísimo de sangre. Es que la movida ha sido así, tía, tampoco hace falta hacer un drama. ¿Que nos enfadamos los unos con los otros? Bueno, pues nos enfadamos, qué le vamos a hacer. Algo hemos aprendido de la movida, ¿no? Pues para eso valen las movidas, tonta.


Es que se lo tengo que explicar todo. Esta mujer es que no... ¡Que no! ¡Que no!