lunes, 1 de agosto de 2016

Entre pillos anda el juego

Me gustaría meterme en el mundillo de los ponedores de títulos a las películas americanas, para ver si pudiera marcar la diferencia. Entre pillos anda el juego. Tócate los huevos. En fin. El título original es Trading Places.


Yo soy muy de Eddie Murphy. Con Eddie Murphy te ríes y yo no le pido mucho más a la vida. Y luego si añades a Dan Aykroyd y a Jamie Lee Curtis pues de puta madre ya. Esta peli me gusta mucho porque yo siempre he tenido una morbosa atracción por el mundo de las finanzas. Me repugna pero a la vez me atrae por lo mezquino, por lo bajo, por lo sucio. Por cómo soy yo.

La peli trata de dos hermanos ricachones que, como no tienen nada mejor que hacer en la vida, se dedican a discutir entre ellos y a picarse. Vamos, como los millonarios de verdad. No están de acuerdo en uno de esos debates tan clásicos: genética vs crianza. Uno dice que las personas exitosas lo son porque de casta le viene al galgo. El otro dice que puede ser, pero que el ambiente en el que se desarrolla una persona influye de forma determinante en lo que vaya a ser en la vida. Mi madre y yo tuvimos el mismo debate cuando yo era pequeño y acabé muy enfadado con su empecinamiento. Os lo tengo que decir. Ya ni me acuerdo qué defendíamos cada uno. PERO SE OBCECABA DEMASIADO.


El caso es que deciden hacer una apuesta: hundirán al próspero Dan Aykroyd y elevarán al mendigo Eddie Murphy. Si Dan Aykroyd sigue siendo un chico refinado en el arroyo y Eddie Murphy sigue siendo un jeta en el mundo de las finanzas querrá decir que gana la genética. Si no, gana el ambiente. He de reconocer que estos putos ricos saben cómo divertirse.

Recurren a los típicos trucos de pastoso de manipulación de las pruebas y consiguen su objetivo. Pero los damnificados descubren el pastel y deciden vengarse. Cómo se vengan no te lo cuento porque tampoco te quiero destripar todas las películas de las que hablo.

Me atrae mucho la idea de hundir a un rico cabrón dándole donde más le duele: dejarle sin un puto duro. Siento que El Camino de la Revolución pasa no tanto por hacer manifestaciones en las calles, que oye, están muy bien, sino por hacerte tú más rico que los malos y convertirlos, poco a poco, en indignados del 15-M. Sí, podríamos decir que ese es un objetivo para mi en la vida. Como veis soy rastrero, infame, obsceno, astuto, peligroso. Como un rico. Tengo todas las cualidades para tener éxito en mi plan.

Salivo sólo con la idea de ver a los tiranos del mundo protestando en las calles porque yo, Juan, su Amo, no está siendo todo lo justo que debería ser con sus raquíticos salarios. Me gustaría verlos haciendo carteles que pongan “¡Ya está bien!” con sus baratísimos rotuladores Carioca, ni siquiera Edding, mientras yo les observo, pagado de mi mismo, desde la ventana de mi enorme edificio. No porque tenga ninguna empresa que albergar, sólo por ver cómo se joden cuando yo tengo un rascacielos para mi solo y ellos no. Verles llorar, purgando sus pecados, mientras yo me río a carcajadas. Manipularles diciendo que ya pronto llegará esa reforma que tanta falta hace y sintiendo sus gargantas tragando mi polla, agradecidos por la mentira que les acabo de contar. Verles llorar, una vez más, cuando descubran que todo lo que salió de mi boca eran falacias y, lo peor, que no pueden hacer nada, nada, NADA para evitar su destino fatal.


¿No es así cómo lo ves tú?