Valve es la mejor compañía de
videojuegos del mundo. Su clase y estilo hacen que me arrodille. Yo
no me arrodillo ante nadie, pero ante Valve sí lo hago. Hacer las
cosas de una forma tan exquisita, no sé, me hace tener mucho respeto
por ellos.
Valve no sólo hace unos juegos
excepcionales, sino que sólo hace los que tiene que hacer. Valve
sólo habla cuando tiene algo que decir. Su idea no es exprimir la
gallina de los huevos de oro hasta que reviente, sino alimentarla día
a día para que ponga unos huevos gordos y brillantes al ritmo que
ella los quiera poner. Si el mundo fuera más como Valve viviríamos
en el paraíso.
Valve no quiere tu dinero, o sí, pero
no de cualquier manera. Quiere darte algo de extraordinario valor a
cambio de él. En Valve no pasan los días y las noches pensando cómo
sacarle la pasta a los incautos, como el 99% de las compañías.
Prefieren pensar en cómo ofrecer algo superior al mundo, algo no no
haya sido visto todavía. Hacen aquello que deberían hacer todos y
no hacen por la escandalosa falta de talento que no se atreven a
reconocer.
El primer Portal fue un juego casi
experimental, de relleno, podríamos decir siendo burdos. Como dato
me gustaría decir que fue un juego dirigido por una mujer, y esto lo
digo por algo que explicaré más tarde. Fue desarrollado ex profeso
para el pack The Orange Box que incluía la mayoría de éxitos de la
compañía y metieron este para ofrecer algo nuevo también. La
crítica se postró ante ellos y con mucha razón.
Portal ofrecía un concepto
completamente novedoso. Se trataba de salir de un laberinto usando
una pistola de portales. Es decir, disparas contra una pared y abres
la entrada de un portal. Disparas contra otra y pones la salida. Así
puedes llegar a sitios donde no podías llegar con muy poco esfuerzo.
Hablaba de que este juego estaba dirigido por una mujer por lo
curioso que resulta que sea el primer juego que no usa una pistola de
forma agresiva sino receptiva. En fin, lo que tiene que hacer una
mujer.
El antagonista en Portal era una
inteligencia artificial llamada GLaDOS que, por cierto, también es
una mujer. La protagonista también es una mujer. Aquí todo son
mujeres. Otro síntoma de que Valve mola mucho. GLaDOS es la
retorcida zorra que si te toca delante estás bien jodido pero que si
te ponen de mala en un videojuego la amas y te cae bien. Como Cruela
de Vil.
Portal 2 retoma el mismo concepto pero
lo desarrolla con una historia mucho más elaborada en la que
descubriremos la historia del complejo científico del que debemos
salir usando la pistola de portales, Aperture Science, y de la misma
GLaDOS. Como en todos los grandes juegos el protagonista es mudo para
que no manche la experiencia, para que seamos nosotros los absolutos
protagonistas, para que, de decir alguien algo, seamos nosotros los
que lo digamos. Esta es una idea atribuida a Shigeru Miyamoto y que a
mi me parece buena.
Si quieres tener algo que hacer en el
mundo en el que nos encontramos tienes que saber jugar a Portal.
Tienes que ser capaz de tener pensamiento crítico, tienes que ser
capaz de ofrecer soluciones originales. Tienes que saber resolver los
problemas de una forma creativa. Si no me temo que el mundo
macroscópico en el que vives te acabará devorando como un tiburón
devora a una sardina. No digas que no te lo advertí.
¿Es tarde para ti? Quizás sí. Quizás
deberías haberte comprado The Orange Box y haber aprendido a jugar a
Portal. Quizás deberías habértelo bajado del Xbox Live. Quizás
deberías haberte comprado Portal 2. Pero no hiciste nada de eso.
Como el cerdito flautista y el cerdito violinista seguiste bailando
en el barro, confiado en que los amos del mundo no podían ser tan
malos como sugerían las películas. Más que eso, no fuiste lo
bastante valiente como para aceptar que eso podía ser verdad y poner
tus barbas a remojar, como hicimos algunos. Por eso pienso que, sí,
quizás es tarde para ti.
¡Pero para mi no! ¡Yo hice todas esas
cosas y las hice bien! Como el cerdito de mono azul construí una
sólida casita de ladrillos que me protegerá de cuando llegue el
lobo feroz que, impotente, no podrá derribarla como derribará tus
casitas de palo y paja. Y, como los cerditos vagos, vendrás a llamar
a mi puerta suplicando que te deje entrar. Pero yo soy un hijo de
puta, no como el cerdo del mono azul del cuento. Yo soy Un Cerdo De
La Hostia, y no te voy a dejar entrar. Voy a dejar que el lobo te
coma y luego me haré su colega. Me reiré con él de ti y los dos
hablaremos, animadamente, de lo estúpido que eres.
¿Ves? Esto es pensar de forma
creativa. He cambiado el cuento. Y tú has resultado el perdedor.