lunes, 1 de agosto de 2016

Portal 2

Valve es la mejor compañía de videojuegos del mundo. Su clase y estilo hacen que me arrodille. Yo no me arrodillo ante nadie, pero ante Valve sí lo hago. Hacer las cosas de una forma tan exquisita, no sé, me hace tener mucho respeto por ellos.


Valve no sólo hace unos juegos excepcionales, sino que sólo hace los que tiene que hacer. Valve sólo habla cuando tiene algo que decir. Su idea no es exprimir la gallina de los huevos de oro hasta que reviente, sino alimentarla día a día para que ponga unos huevos gordos y brillantes al ritmo que ella los quiera poner. Si el mundo fuera más como Valve viviríamos en el paraíso.

Valve no quiere tu dinero, o sí, pero no de cualquier manera. Quiere darte algo de extraordinario valor a cambio de él. En Valve no pasan los días y las noches pensando cómo sacarle la pasta a los incautos, como el 99% de las compañías. Prefieren pensar en cómo ofrecer algo superior al mundo, algo no no haya sido visto todavía. Hacen aquello que deberían hacer todos y no hacen por la escandalosa falta de talento que no se atreven a reconocer.

El primer Portal fue un juego casi experimental, de relleno, podríamos decir siendo burdos. Como dato me gustaría decir que fue un juego dirigido por una mujer, y esto lo digo por algo que explicaré más tarde. Fue desarrollado ex profeso para el pack The Orange Box que incluía la mayoría de éxitos de la compañía y metieron este para ofrecer algo nuevo también. La crítica se postró ante ellos y con mucha razón.


Portal ofrecía un concepto completamente novedoso. Se trataba de salir de un laberinto usando una pistola de portales. Es decir, disparas contra una pared y abres la entrada de un portal. Disparas contra otra y pones la salida. Así puedes llegar a sitios donde no podías llegar con muy poco esfuerzo. Hablaba de que este juego estaba dirigido por una mujer por lo curioso que resulta que sea el primer juego que no usa una pistola de forma agresiva sino receptiva. En fin, lo que tiene que hacer una mujer.

El antagonista en Portal era una inteligencia artificial llamada GLaDOS que, por cierto, también es una mujer. La protagonista también es una mujer. Aquí todo son mujeres. Otro síntoma de que Valve mola mucho. GLaDOS es la retorcida zorra que si te toca delante estás bien jodido pero que si te ponen de mala en un videojuego la amas y te cae bien. Como Cruela de Vil.

Portal 2 retoma el mismo concepto pero lo desarrolla con una historia mucho más elaborada en la que descubriremos la historia del complejo científico del que debemos salir usando la pistola de portales, Aperture Science, y de la misma GLaDOS. Como en todos los grandes juegos el protagonista es mudo para que no manche la experiencia, para que seamos nosotros los absolutos protagonistas, para que, de decir alguien algo, seamos nosotros los que lo digamos. Esta es una idea atribuida a Shigeru Miyamoto y que a mi me parece buena.

Si quieres tener algo que hacer en el mundo en el que nos encontramos tienes que saber jugar a Portal. Tienes que ser capaz de tener pensamiento crítico, tienes que ser capaz de ofrecer soluciones originales. Tienes que saber resolver los problemas de una forma creativa. Si no me temo que el mundo macroscópico en el que vives te acabará devorando como un tiburón devora a una sardina. No digas que no te lo advertí.

¿Es tarde para ti? Quizás sí. Quizás deberías haberte comprado The Orange Box y haber aprendido a jugar a Portal. Quizás deberías habértelo bajado del Xbox Live. Quizás deberías haberte comprado Portal 2. Pero no hiciste nada de eso. Como el cerdito flautista y el cerdito violinista seguiste bailando en el barro, confiado en que los amos del mundo no podían ser tan malos como sugerían las películas. Más que eso, no fuiste lo bastante valiente como para aceptar que eso podía ser verdad y poner tus barbas a remojar, como hicimos algunos. Por eso pienso que, sí, quizás es tarde para ti.

¡Pero para mi no! ¡Yo hice todas esas cosas y las hice bien! Como el cerdito de mono azul construí una sólida casita de ladrillos que me protegerá de cuando llegue el lobo feroz que, impotente, no podrá derribarla como derribará tus casitas de palo y paja. Y, como los cerditos vagos, vendrás a llamar a mi puerta suplicando que te deje entrar. Pero yo soy un hijo de puta, no como el cerdo del mono azul del cuento. Yo soy Un Cerdo De La Hostia, y no te voy a dejar entrar. Voy a dejar que el lobo te coma y luego me haré su colega. Me reiré con él de ti y los dos hablaremos, animadamente, de lo estúpido que eres.


¿Ves? Esto es pensar de forma creativa. He cambiado el cuento. Y tú has resultado el perdedor.