Yo tuve un amigo que no paraba de
hablar de los hermanos Coen. Que si los Coen por aquí, los Coen por
allá. Una paliza con los Coen. Pues bueno, habrá que ver qué hacen
los putos Coen estos. A ver si me voy yo aquí a estar perdiendo la
quintaesencia de lo sublime y todavía no me había dado cuenta.
Bueno, a mi esta peli me gusta mucho.
No sé si esto es lo que yo entiendo por “la quintaesencia de lo
sublime”, pero oye, me gusta mucho. Me gusta el negro maki que es
“el infiltrado” en el casino porque me recuerda a un amigo. Me
gusta Tom Hanks porque te partes. Y porque me recuerda a mi. Me gusta
el ortoréxico que se le peta un dedo con la puta dinamita. Ese es la
risa. Y encima se dedica a movidas de atrezzo para publicidad. Qué
bien pillado tienen el rollo los cabrones estos de los Coen, la
verdad.
Supongo que a mi una peli, al final, me
gusta por estas cosas. Que el guión de puta madre y tal, guay, guay,
pero al final lo que me gusta son cuatro chorradas. El negro maki, el
ortoréxico que se le peta un dedo y el refinadísimo profesor, tipo
Frasier. Ya está.
Como en la vida. Mis amigos creen que
les quiero por cosas que a mi me importan un comino. No me importan
sus logros en la vida, ni el coche que tienen, ni la piba. Me trae
floja, tíos, lo siento. Vuestra mierda me importa un huevo. Me
gustan porque este es un maki y siempre anda haciendo movidas. Me
gusta este otro porque es más tonto que un zapato pero tiene buen
corazón. Y este porque te partes de risa con él. Ya está. El resto
de tu mierda me importa cero. Y, francamente, yo creo que deberías
agradecérmelo.
Así conmigo siempre vas a encajar.
¿Que te han echado del curro? ¡Cuánto lo siento! En fin, supéralo
y vámonos a hacer movidas por ahí. ¿Qué podemos inventar hoy?
Pero de tu coche paso. Lo siento.
Así que esta forma de ver la vida
condiciona mi videoteca. Mis “grandes éxitos” son la mayoría
películas de dibujos animados y comedias, comedias, muchas comedias.
Estoy seguro que El Acorazado Potemkin es una obra magna. No te digo
yo que no. Pero a mi me siguen gustando exactamente las mismas pelis
que me gustaban cuando era niño. Y es que yo de pequeño me ponían
El Acorazado Potemkin y me iba corriendo de la habitación. ¡Menudo
palo de peli! ¡En blanco y negro y sin hablar! ¡Vamos,
de-pu-ta-ma-dre! ¡Mami, papi, me piro!
No te digo tampoco que me haya quedado
en un nostálgico. Eso me parece como lo peor. Pero si quieres entrar
en mi videoteca, querida, tendrás que conectar con el niño que soy.
Y el niño que soy pa sus cosas es muy suyo, querida. Querida amiga.
Querida amiga peli.
Así que si me montas dramones,
buuuuuuu, paso. Si eres mazo pedante, buuuuuu, quita quita. Si vas de
gracioso y no lo eres, pírate, tío, te lo estoy diciendo. Por
favor.
Así que Ladykillers, aunque se me hace
como un poco sesuda de trasfondo (los Coen estos se conoce que son
dos coquitos andantes) y un poco de ese tipo “tío, si no eres tan
gracioso no vayas de tan gracioso” del que hablábamos antes, pues
es una peli que me mola. Me río. Los colores que tiene son muy vivos
y eso sí es lo mío. Sale una vieja y las viejas molan. También
salen coros de negros que cantan en la iglesia, y esos coros molan
cantidad. Sale un tronco dirigiéndolos que no sé si es Eddie
Murphy, en plan extraño cameo, lo que molaría bastante. ¡No sé,
tíos, esas cosas! ¡Si soy muy facilito!
Chicas: aquí se entra así. Ya más
claro no os lo puedo decir.