domingo, 7 de agosto de 2016

Los Bingueros

Me concentraré en una escena que me llama la atención. Me la llama por cómo todo el regocijo se centra en que una de las chicas es negra.


Primero, Esteso, a la salida del bingo, donde se las “ligan”, le pregunta a la señorita negra si puede ir a su casa o eso a su marido Kunta Kinte le podría molestar.


Una vez ya en el apartamento de las chicas, ellas se desnudan demasiado rápido y ellos se acojonan. Ante la chica negra abalanzándose sobre él, a Esteso se le ocurre decir “tengo la negra”.

No contento con eso, cuando la chica le ofrece un porro él contesta, displicente, “yo sólo fumo negro”.

Caray. Esto es la repolla.

Pero... ¡Carajo con La Transición! ¡Aquello sí que era libertad! ¡Se podían hacer chistes de cosas! ¡Es increíble! ¿Cuándo perdimos el rumbo? Yo, la verdad, ya ni me acuerdo.

No me entiendas mal, no vaciles a tu colega negro ahí a saco con el puto rollo de que es negro. Una tiene gracia, pasarse es ya de gilipollas.


¡Pero coño, que el tío es un tío hecho y derecho! ¡Podrá aguantar alguna gracieta con el rollo de que es negro, joder! Tampoco seáis tan babosos, cojones.

Total, que a mi esta escena es que me desconecta el cerebro. Es que me revuelco de risa. Las líneas de código de Matrix aguijonean mi cerebro diciendo “esto es malo”, “esto no lo debes probar”. Pero la voluntad de despertar en el mundo de las máquinas es demasiado grande y acabo desgarrando mi matriz artificial.

Tío, échate unas risas, en serio. Te estás echando a perder. ¡Con lo que eras tú! ¡Menudo pájaro!