Me gusta que me gusten pelis que no le
gusten a nadie más. O, al menos, que la crítica las haya pasado por
alto. Me hace sentir como que soy muy listo, como que nadie ha tenido
la perspicacia, el olfato de gorrino, como para dar crédito a la
trufa en cuestión.
Esta es una de esas trufas. Me gustaría
hablar antes de nada del “apartado gráfico”, porque es algo
desmesurado. El nivel de detalle que aquí se alcanza es altísimo y
esta quizás sí merezca la pena tenerla en Blu Ray. Las demás molan
porque las cajas de Blu Ray molan más, pero no es en absoluto
necesario tenerlas en ese formato.
Rango es un camaleón doméstico. Al
vivir dentro de una caja de cristal no tiene nada por lo que
esforzarse en la vida, así que es, como ya habrás adivinado, actor.
Va dirimiendo cuestiones de la obra que tiene entre manos cuando, de
repente, el destino da el giro de acontecimientos que su obra de
teatro necesitaba: el coche de sus dueños gira súbitamente y la
caja de Rango cae, dejándole perdido en medio de una carretera en el
desierto.
Se jodió la vida de Rango. Todo lo que
daba por sentado había desparecido. ¿A quién le va a contar en
medio del desierto que él es actor y que por eso deben respetarle?
Es como esas personas que viven escondidas detrás de su tarjeta de
visita pero cuando vuelven al pueblo siguen siendo el pringado que
nunca han dejado de ser. Total, que Rango se ve desprovisto del
barniz de la vida acomodada y tiene que salir adelante él solito.
Llega a un pueblecito y hace lo que
lleva haciendo toda la vida: inventarse un personaje. De hecho él no
se llama Rango, es un nombre que se pone para la ocasión. Se inventa
un pasado, unas hazañas, una mitología... Alguno que me conozco
hace esto. Vaya pájaro. Total, que la gente del pueblo, como es de
pueblo, se traga el mondongo que allí les cuenta Rango y se creen
que es un tipo formidable, como él ha dicho. ¿Por qué iba a
mentir? Claro.
Tan de puta madre le salen las cosas a
Rango que le nombran sheriff del pueblo, a pesar de que todo su
mérito es haberse inventado su curriculum. Y Rango presume, con voz
chulesca, de lo guay que es. Hasta que se ve envuelto en una oscura
trama de intereses creados que le obliga, por si el destino no le
había obligado lo suficiente, a coger la vida por las solapas.
Como siempre suele ocurrir, suele ser
el más chungo de todos el que te pone contra la espada y la pared.
Siento que yo cuando hago esto le hago un servicio a la gente,
aunque, claro, no me lo agradezcan en su puta vida. Así que es el
bandido de la zona, una serpiente de cascabel, el que desenmascara a
Rango delante de todo el pueblo y le obliga a admitir que no es más
que un triste farsante.
A mi me ha tocado hacer demasiadas
veces de serpiente de cascabel. Pido el relevo. ¿Alguien? ¿Por allí
al fondo? ¿No?
Gracias a la serpiente de cascabel y a
la humillación que provoca en Rango, este se ve forzado a poner sus
habilidades al servicio del bien, no a esconderse como un camaleón.
Y la cosa le sale guay. Tanto, que es él el que acaba arrinconando a
la serpiente de cascabel y la obliga a huir, despavorida, ante los
grandes cojones que, de repente, han crecido en Rango.
Rango es una peli de una factura
técnica extraordinaria. El guión es un pelín inconsistente, pero
yo lo veo como una virtud, al no ser el texto tan cerrado que estamos
acostumbrados a ver en las producciones de Hollywood. No tengo ningún
problema con eso y he visto Rango innumerables veces, teniendo
grabado en mi retina a Rango diciendo “Ponme a prueba” cuando la
serpiente de cascabel le reta a dispararla. Don´t fuck with Rango.
Ojo.
Niños, pedidle a Dios que os pase lo
que a Rango. Rango era un botarate que, aparte de un actor flojito,
era un melindres. Rango era de pitiminí. Pero después de su
aventura por el desierto Rango es de acero forjado y encima se lleva
a una piba muy guay que, bueno, aunque tiene ciertos ataques que le
dejan paralizada de vez en cuando, es una piba de puta madre. A mi
eso de los ataques me parece sexy, pero vamos, que aquí ya pa gustos
colores. Yo es que soy un cabrón muy sofisticado. Me gustan las
figuras de Lladró y los marcos rococó. Flipo con la delicadeza que
te obliga a bloquearte, incluso físicamente, bajo presión. A mi me
enamora.
Así que, chicas, si sois tan finas,
tan sublimes, que os da miedo salir a la calle donde todo es
violencia, caos y agresividad, estad tranquilas: en alguna parte hay
un Jodido Hijo De Puta como yo que está deseando conoceros. Y que os
ama precisamente por lo que vosotras os odiáis.
No cambiéis jamás.