martes, 2 de agosto de 2016

Resonance of Fate

Con los juegos pasa lo mismo que con las mujeres que pasan por la calle: pueden gustarte sólo con verlas. No hace falta ir a tomar un café y charlar, no hace falta preguntarle sus gustos, no hace falta pasar las primeras vacaciones juntos y discutir; te gusta y punto. La belleza que entra por los ojos no es menos belleza que la que tienes que masticar, paladear y escupir, para no emborracharte.


Eso es lo que me pasa con Resonance of Fate. No he avanzado mucho más allá del tutorial. Se me hace complicadísimo, me parece un juego de rol con tanto estilo propio que hay que hacer un master especializado para él. Vamos, al menos eso es lo que me pasa a mi. Y no por eso estoy menos enamorado de este juego.

Primero, que se llama Resonance of Fate. La resonancia del destino. Bueno, me gustaría encontrar una palabra mejor que “resonancia”, pero todos sabemos lo que quiero decir. Es un nombre precioso. Luego los gráficos, que me parecen tan estilizados como los del nuevo Final Fantasy XV pero encima con ese sabor a Sega que no sé describir. Me jode mucho no saber describir algo, pero a veces me pasa. Está como mal y bien a la vez. Como infantil pero que en realidad es más adulto que yo. De nuevo, voy a insistir en que Sega sabe algo que yo no sé. Estoy deseando descubrirlo. Quizás sea la resonancia de mi destino.


No te voy a hablar mucho del juego porque, francamente, no sabría que decir. No sé muy bien de qué va. Apenas he tenido una batalla en el tutorial que me salió regular y he andado un poco por las calles. Pero estoy enamoradísimo de este juego. Si me preguntasen cuál es mi juego de rol favorito diría Resonance of Fate porque me transmite algo superior. Algo ultra recargado pero puro a la vez. ¿No os pasa a vosotros que flipáis con la belleza más pura que se transmite a través de algo super recargado? No, claro, a vosotros qué os va a pasar. Si vosotros sois un trozo de tiza. Yo también tengo unas cosas que...

Resonace of Fate resuena (tatachán) en una parte de mi que todavía no está manifestada. Es como el truco final que os tengo reservado. Tan secreto es ese truco que ni siquiera yo lo conozco. ¿Cuál será? ¿Qué os deparo? ¿Con qué os maravillaré? ¿Con qué os tiraréis a mis pies cantando hosanna? De verdad que no lo sé. No me estoy haciendo el interesante.


Podría divagar durante páginas y páginas sobre qué podría ser ese algo pero quizás no estaría siendo justo con vosotros. Ya, ya sé que cualquier cosa que yo diga para vosotros es como maná, pero aún así no os quiero tomar como peleles sobre los que descargar mis tribulaciones. Aunque os cueste creerlo, os respeto. No os lo digo mucho para no ser chupapollas.

¡Oh, hados, escuchadme esta noche de verano! ¡Reveladme, si tenéis a bien, qué es eso tan grande que siento! ¿De qué se trata? ¿Por qué habéis elegido un juego de Sega de protagonistas ultra smooth para darme pistas? ¿Qué he de hacer? ¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Os estoy ofendiendo de alguna manera?

¡No puedo aguantar más la anticipación, por favor! ¡Decidme algo!