jueves, 11 de agosto de 2016

Sam & Max Season One


Ah, Sam & Max. El juego en el que empezó a dejar de molar Lucasarts. A ver, no fue culpa de ellos, es que... Es que la cosa va así. Ya lo dijo Sick Boy en Trainspotting: hay un momento de la vida en que lo tienes, luego dejas de tenerlo, dejas de molar y mueres.


Ese no es mi caso. Yo molo siempre, la eternidad está de mi lado.

Es mi amiga porque la trato muy bien. De eso trata todo en esta vida. De tratar bien a tu amiga.


No habrá mayor poder en el mundo para obtener. Si tratas bien a tu amiga eres invencible. Punto.

No, queridos bonachones, por mucho que ladréis si no tratáis bien a vuestra amiga vais a fracasar. El fracaso está escrito en vuestras frentes. Ahí lo pone, claramente, en comic sans: “Fracasados”.

Si hay que escribir “Fracasados”, mejor hacerlo en comic sans.

¿No os parece?

Podría terminar de humillaros y escribíroslo en helvética, ya que a la comic sans la tengo cariño, por ser la fea. A mi la fea me seduce, me inspira.

Pero ya la helvética sería con el mayor de mis desprecios, no regalándoos ni un poquito de cariño. Hala, como una puta res, fuera de aquí. En helvética. Sin personalidad.

¿Creo que vuestro fracaso exige medidas tan graves? No. Después de todo, ey, tampoco ha sido para tanto. Porque dejéis de molar un poco no pasa nada. Así queda más para mi.

Pero eso de grabaros con un hierro candente en la cabeza “Fracasados”, mmmm, me tienta. Por forma y fondo.


Sam & Max mola mucho más que vosotros, os da sopas con ondas en molonidad. Es, sencillamente, un juego molón. Que Monkey Island 1 y 2 fueran la puta rehostísima hostia no es culpa de Sam & Max, que sólo tuvieron la culpa de que nosotros ya estuviésemos a otras cosas cuando aparecieron. ¿Eso es un pecado? Imposible, eso no es así.

Sam & Max os peta el culo, niñatos, porque dice groserías y no come muffins. Si os sueltan a Max en la tetería de Malasaña os enseña lo que es molar dejándoos preñadas a todas. Y de un solo lefazo. Como los grandes, tío.

Sam, bueno, probablemente os jodiera vivos mientras hace como que es amigo vuestro. Un hijo de puta de cuidado, el Sam.


Así que, mis queridos niños, ¿qué armas tenéis en vuestro poder para resistir ante Sam & Max? Me temo que no tenéis ninguna. Os pasarán por encima como un torbellino y una apisonadora, los dos a la vez, en comandita, en descerebrada armonía. Como dos 486 conectados en LAN.

Chico, no sé. Es que no sé qué deciros. Es que no tenéis nada que hacer. Sam & Max fueron diseñados para molar, ese era su objetivo, como el de Terminator era matar. Son el Terminator de la molonidad. No sé, es que os veo ahí con vuestros huertos urbanos y vuestros pantalones remangados y, por si no fuera suficiente, lleváis unos zapatitos castellanos... Joder, es que con los zapatitos castellanos ya os habéis pasado. ¿Pero no sabéis que en los barrios de verdad, no como Malasaña que es de juguete, te pegan por llevar esos putos zapatos? Es que... ¡Es que es así! ¡Es que vais pidiendo que os partan la cara! ¿Es ese vuestro propósito final?


Ah, que es ese. Vale, vale. No, ya lo había yo notado por esos exagerados tatuajes portuarios, como disfrazándoos de hombres. Lo que estáis buscando es ser un hombre. Por eso lo de suplicar que os partan la cara, lo de los tatuajes con los que obtenéis una masculinidad prefabricada... Vale, vale.

¡No, coño, es que si no os explicáis no os entiendo! ¡Joder, que no soy adivino! Molón, todo lo que quieras, pero adivino no.