jueves, 11 de agosto de 2016

Super Paper Mario


Ah, exquisito. Sí señor. Un acabado magnífico. ¡Qué lecciones de diseño se pueden aprender de Super Paper Mario! ¡Qué osado es! ¡Cómo desafía las convenciones! ¡Esta Nintendo sí que sabe lo que hace!


Hombre, es que no desafías las convenciones... Ya ves tú. ¿Para qué sirves, entonces? No lo entiendo.

Aunque sea un poquito. Joder.

Y, fíjate, un juego “como para niños” es mil veces más osado que tú. Aprende, piojo.


Super Paper Mario me da la sensación que me daba Dragon Ball en manga: que el dibujante, no sé, realmente era un niño. Se veía que se estaba flipando con lo que estaba haciendo, que sentía dentro las batallas. “¡Y ahora, fuuuuu, se transforma en... en...! ¡En super guerrero! ¡Eso eso, en super guerrero! ¡Y Piccolo se arranca un brazo, buuuu vaya pasada!”

En Super Paper Mario ves esa misma pasión, esas ganas de decir “Pues esto... ¡Así! ¡Hala! ¡Y que me echen un galgo!”. Y lo dice. Con formas que son dos palos. De verdad. No hay complejidades gráficas en Super Paper Mario, sólo un trabajo fino-fino.

Si este juego en Nintendo 64 fue algo que, bueno, era una pasada gráficamente, con unos gráficos que te dormías del cloroformo... en el buen sentido, digo, pues en Wii tienen más de sharp y de cool y de Aston Martin conducido por Mourinho. De que te grita lo guay que es y no se cansa. Y, ya te digo, todo con unos dibujitos como de niño. Asombroso.


No me lo he conseguido acabar, me da rabia. No sé si lo volveré a retomar porque ya ha pasado algún tiempo y me ha pasado, también, la flipadez, pero para que veas el poso que deja. Cosa fina.

Hay una fase que tienes que ganar monedas por saltar, porque estás en una cadena de esclavos. Y tienes que saltar 150 veces, o así. O sea, un montón. Y luego esa es otra, que el guión es la pera limonera. Super chulo. Super divertido. Que no te falte.

Un trabajo que, entiendo, se lo dejarían a los tíos más top que haya en Nintendo, porque esto no lo hacen unos aficionados ni puestos de Red Bull hasta el colodrillo.

Tienes que tomar Red Bull como refresco, no como bebida energética. Te estás quedando atrás, abuelo.


No, no me vengas con cuentos de que “este no es tu rollo”. No lo es porque no llegas, cabizbajo hombre. No me vendas motos, que tengo coche.

Super Paper Mario te tiene que gustar, aunque sólo sea para quedar bien en las reuniones de culturetas del futuro. Os aseguro que este juego será de los más mencionados y tú, tonto del bote, triste patán, lo estás dejando pasar. Eres gilipollas.


Tío.