-¡Déjeme fumar, jefe!
-¡No, merluzo! ¡Y le voy a dar una
paliza de órdago!
No, no es Mortadelo y Filemón, como
parecía, es Smoking Room. La dignidad del luchador de oficina. Ese
inocente currito que cree que tiene derechos. ¡Bendito ganapanes! En
verdad, en verdad estás equivocado.
No, querido. Tu lucha tiene un final
trágico. ¿No te lo habíamos contado? Todo guay hasta que no nos
toques lo que esperábamos que ya sabías que no nos tienes que
tocar: las pelotas. Ahí has cometido un error crucial, pequeño.
No, porque... Así todo se va a la
mierda. ¿Entiendes? Pensábamos que teníamos una relación de
confianza y tú nos vienes con este capricho de que te pongamos una
smoking room. Si sabes que esto a los de internacional les toca las
pelotas. ¿Por qué lo haces?
Nos estás poniendo en un apuro jodido.
Porque por ti no vamos a dar la cara, eres un mierda. Joder, pero
tampoco queremos hacerte daño. Retírate tú. Has mostrado una gran
valentía llegando hasta aquí. ¿Por qué no lo dejas?
No se puede dejar. Eso es lo que no
saben ellos. La bestia siempre pide más libertad. Es insaciable de
ella. Es muy difícil de tratar.
Preferirá llevarse una paliza antes de
que tú pases por encima de ella por tus santos cojones. Tiene ese
mal carácter. Ese punto francés. Ese je ne sais quoi.
Por eso el error es tuyo, amigo
forrado. No es que la bestia sea fiera, es que no sabes cómo
tratarla. Te dejaría a mi gata para que practicases, pero me temo
que no serías capaz de hacerte con ella.
El problema son tus formas zafias, tu
caminar por la vida pagado de ti mismo, estar tan gordo también
ayuda. Eres feo y desagradable y pretendes que ante ti se rinda una
mujer. Qué osado eres.
No, no me entiendas mal, yo no tengo
nada contra ti. Yo sólo soy tu coach. Tu mentor. Sí, gratis, sí. A
los amigos les hago precio de amigo. Y tú es que eres un botarate,
amigo.
El problema es que eres un botarate.
Por eso siempre que apagas un fuego te acabas quemando. Porque eres
de pueblo, te tiras sobre el fuego intentando cubrirlo con todo el
cuerpo, cuando lo que tendrías que hacer es coger un elegante
extintor.
Tus curritos no son como tus colegas
gordos. Son más delicados, por eso son curritos. Y no es plan de
que, tío, cada vez que tengas un problema con un currito le pises el
cuello. ¿Qué diría tu mujer si te viese? Estoy seguro de que esa
noche dormías en el sofá.
No, hombre, tú dices ser un hombre de
mundo. ¡Actúa como tal! Entiende, de una vez por todas, que a
golpes no se arreglan todas las cosas. Unas cuantas sí, vaya que sí,
pero otras no. Y esto del smoking room lo estás enfocando mal.
¡Dale el puto smoking room, tonto! ¿No
ves que no se trata de la habitación, se trata de su dignidad? Pero
para ti sólo es una habitación. Joder, pues cojonudo, al precio de
una puta habitación le devuelves la dignidad a un engranaje de tu
empresa. Y yo no sé si te has fijado, pero los gilipollas estos
cuando tienen dignidad trabajan mucho mejor. Es un truco que he
aprendido.
Aprende, tú, de mi y trátales como yo
les trato. Como a amigos, aunque sean gusanos. ¿Ves? No se me nota
nada el asco que me dan. Es un poco de refinamiento, un poco de
Mozart, un poco de poker. Un poco de gracia, tío.
Que lo haces todo fatal.