martes, 9 de agosto de 2016

Smoking Room


-¡Déjeme fumar, jefe!
-¡No, merluzo! ¡Y le voy a dar una paliza de órdago!


No, no es Mortadelo y Filemón, como parecía, es Smoking Room. La dignidad del luchador de oficina. Ese inocente currito que cree que tiene derechos. ¡Bendito ganapanes! En verdad, en verdad estás equivocado.

No, querido. Tu lucha tiene un final trágico. ¿No te lo habíamos contado? Todo guay hasta que no nos toques lo que esperábamos que ya sabías que no nos tienes que tocar: las pelotas. Ahí has cometido un error crucial, pequeño.

No, porque... Así todo se va a la mierda. ¿Entiendes? Pensábamos que teníamos una relación de confianza y tú nos vienes con este capricho de que te pongamos una smoking room. Si sabes que esto a los de internacional les toca las pelotas. ¿Por qué lo haces?

Nos estás poniendo en un apuro jodido. Porque por ti no vamos a dar la cara, eres un mierda. Joder, pero tampoco queremos hacerte daño. Retírate tú. Has mostrado una gran valentía llegando hasta aquí. ¿Por qué no lo dejas?


No se puede dejar. Eso es lo que no saben ellos. La bestia siempre pide más libertad. Es insaciable de ella. Es muy difícil de tratar.

Preferirá llevarse una paliza antes de que tú pases por encima de ella por tus santos cojones. Tiene ese mal carácter. Ese punto francés. Ese je ne sais quoi.

Por eso el error es tuyo, amigo forrado. No es que la bestia sea fiera, es que no sabes cómo tratarla. Te dejaría a mi gata para que practicases, pero me temo que no serías capaz de hacerte con ella.

El problema son tus formas zafias, tu caminar por la vida pagado de ti mismo, estar tan gordo también ayuda. Eres feo y desagradable y pretendes que ante ti se rinda una mujer. Qué osado eres.

No, no me entiendas mal, yo no tengo nada contra ti. Yo sólo soy tu coach. Tu mentor. Sí, gratis, sí. A los amigos les hago precio de amigo. Y tú es que eres un botarate, amigo.

El problema es que eres un botarate. Por eso siempre que apagas un fuego te acabas quemando. Porque eres de pueblo, te tiras sobre el fuego intentando cubrirlo con todo el cuerpo, cuando lo que tendrías que hacer es coger un elegante extintor.

Tus curritos no son como tus colegas gordos. Son más delicados, por eso son curritos. Y no es plan de que, tío, cada vez que tengas un problema con un currito le pises el cuello. ¿Qué diría tu mujer si te viese? Estoy seguro de que esa noche dormías en el sofá.


No, hombre, tú dices ser un hombre de mundo. ¡Actúa como tal! Entiende, de una vez por todas, que a golpes no se arreglan todas las cosas. Unas cuantas sí, vaya que sí, pero otras no. Y esto del smoking room lo estás enfocando mal.

¡Dale el puto smoking room, tonto! ¿No ves que no se trata de la habitación, se trata de su dignidad? Pero para ti sólo es una habitación. Joder, pues cojonudo, al precio de una puta habitación le devuelves la dignidad a un engranaje de tu empresa. Y yo no sé si te has fijado, pero los gilipollas estos cuando tienen dignidad trabajan mucho mejor. Es un truco que he aprendido.

Aprende, tú, de mi y trátales como yo les trato. Como a amigos, aunque sean gusanos. ¿Ves? No se me nota nada el asco que me dan. Es un poco de refinamiento, un poco de Mozart, un poco de poker. Un poco de gracia, tío.

Que lo haces todo fatal.