Sonic, bienvenido a casa. ¿Dónde has
estado? Conociéndote, puede que no te hayas movido de aquí mismo
pero, como corres tan rápido, igual ni te veíamos. ¡Cómo corres!
¡Ya me gustaría a mi correr como tú!
Veo que por fin entendieron de qué vas
tú, ¿eh, Sonic? Velocidad y colores. Qué bonito, tío. A todo el
mundo le gustaría ser eso, velocidad y colores, pero, conseguirlo,
sólo lo consigues tú. ¿Qué tienes, tío? ¿Tú qué tienes, tío,
como diría Porta?
A mi no me tienes que convencer de
nada, eso te lo adelanto desde ya. Si tienes que convencer a alguien,
que no sea a mi. Tú me tienes convencido desde que naciste.
No, hombre, no me lo agradezcas, siento
que no estoy a la altura. Eres tan listo, tan molón, tan fuera de
serie... ¿Qué voy a hacer yo contra ti? Sentarme a pedir clemencia,
naturalmente.
Me dejas llorando cuando te disparas y
te vas corriendo de todos los sitios. Ese es tu estilo, nadie te lo
reprocha. Así se va Sonic, de un momento para otro. A Sonic no le
gustan las despedidas, sólo la velocidad. Nadie puede anticipar tu
próximo movimiento porque el movimiento eres tú. ¿No ves que nos
tienes a tus pies? Definitivamente, lo has conseguido. Y lo has hecho
como no podía ser de otra manera, siendo tú.
Mira, Mario mola mucho, pero todos te
queremos más a ti. Mario lo hace todo bien excepto ser Sonic. Ahí
le gana Sonic. Eres el electrón que gira a su alrededor. ¡Dios mío,
qué velocidad! ¡Nadie mola más que tú! ¡Nadie!
Porque molar va de ser rápido. Molar
implica inteligencia y la inteligencia es la misma velocidad de la
luz concretada en una frase, en un gesto, en una mirada. Eso es
molar. Los que no molan te dirán que es otra cosa que ellos tengan y
tú no, pero aquí el que sabe qué es molar y qué no soy yo, y mi
veredicto inclina la balanza a tu favor.
Eres ese genio al que ningún trabajo
puede detener porque siempre estás pensando en tu destino final,
correr a la velocidad de la luz hasta allí donde quieres llegar.
¿Dónde irás ahora? Me temo que tu destino es el movimiento
perpetuo, por eso tu fin y tus medios coinciden.
Mario es ese tipo antipático que lo
hace siempre todo bien. Es ese marido perfecto con ese pero tan
grande: es gordo y bigotón. Eso sí, sabes que nunca te va a faltar
de nada porque todo lo que hace es un éxito. Pero siempre, siempre,
le va a faltar una cosa: no ser tú. ¡Ah! ¡Qué putada para las
mujeres! ¡El hombre que realmente quieren es inalcanzable, porque
las contempla como amigas, no como compañeras! Su única compañía
es el rock. Y así debe ser, Sonic.
Cada vez que dejes a una con el vientre
hinchado siempre ocurrirá lo mismo: te reprocharán esto y lo otro,
te dirán que una vida como la tuya no va a ninguna parte, te
acusarán de Desperado. ¡A ti, de Desperado! Desperadas ellas de
perderte.
No las hagas caso y sigue tu camino.
Porque detrás de esas palabras con hiel hay una mujer que no sabe ni
puede retenerte. Aquella que te retenga será la que te ame por ser
incontenible. Habrá de saber y apreciar que contigo la victoria no
se contempla como una opción y que siempre perderá ante ti, porque
ese es el destino de los dos.
¡La que entienda esto tendrá ganado
el Cielo porque comprenderá el significado último de la vida y es
que esta no puede ser contenida ya que ella contiene el continente
que la pretende contener! ¡Qué inocentes son las mujeres que
pretenden que te quedes a su lado, Sonic! No entienden ni siquiera el
verdadero propósito por el que estamos todos aquí.
Esa mujer es la que te conviene, Sonic.
La que ame a un caballo salvaje precisamente por ello y no por lo que
podría hacer de él. Así de sencillo es el amor, Sonic. ¿No
escuchas La Casa Azul?
Pues te pega muchísimo.