Ah, Wario, joder, qué cerdo eres.
Tengo una ex que se le mojaría la braga constantemente por ti.
Menudo cochino, tío. Tú sí que sabes.
A mi como eres malo me caes mal, porque
a mi todos los malos me caen mal. Es porque yo soy bueno. Somos
enemigos genéticos. Pero eso no quiere decir que no podamos charlar
un poco.
¿Qué? ¿Qué le haces a las tías? Me
da hasta miedo saberlo. Tú... ¡Tú debes ser la hostia! ¿No, tío?
No sé si tendrás pollón o no, pero,
lo tengas o no, me temo que ese no es realmente tu secreto, ¿no? Tu
secreto es que eres un cerdo. Ya está. El secreto a la vista de
todos, el más difícil de conocer. Pues yo, ya ves, te he calado de
una mirada. Los buenos tenemos la providencia de nuestra parte.
Yo creo que tú te debes pasar de la
raya. Las debes hacer mucho daño. ¿No? La compasión no es lo tuyo.
Ni lo de ellas, visto lo visto.
Venga, va, dame un par de apuntes. Que
no mira nadie. Tú malo, yo bueno... ¡Bah! Ahora no estamos hablando
de eso. Dime cómo las haces que se las pongan los ojos en blanco.
¿En serio haces eso? Jojojojo, tío, tú sí que sabes. ¿Pero cómo
se te ocurren esas cosas? Qué hijo de puta. A mi esa mierda no se me
habría ocurrido en mi vida.
No, ya, bueno, yo soy así fino y tal,
pero ojo conmigo. A ver, yo no es que no sea tan hijo de puta como
tú, incluso más, me temo. Pero no puedo ser cruel si no veo que esa
crueldad tiene como fin un bien mayor. Para ejecutar trucos como los
tuyos tengo que ver que estoy haciendo El Bien, si no nada. ¿Ves?
Esto es lo que nos diferencia a ti y a mi.
Tú lo haces por egoísmo, yo por
filantropía. Ese es el matiz que consigue que yo, además de
conseguir que se las pongan los ojos en blanco, canten como un ángel.
¿A que a ti nunca te han cantado como un ángel? Claro, porque están
con el puto demonio, y le niegan ese placer último sólo reservado
para sus iguales.
Wario, tú y yo somos diferentes. No
digo que no nos llevemos bien, todo lo que quieras. Pero mis fines y
los tuyos divergen. Tú sólo quieres más Wario, te encanta Wario,
no eres capaz de ver que en el mundo existe algo más que Wario. Yo,
sin embargo, amo a todas las formas de vida por igual. Bueno,
entiéndeme, tengo mis favoritas, pero no pienso tanto en mi mismo
como lo haces tú. Por eso tu mundo es mucho más finito que el mío,
porque acaba donde acaba Wario. Para mi donde acaba Juan sólo es el
recibidor de casa, pero lo verdaderamente importante viene después.
Ahí es donde uno tiene que ser el puto amo, Wario, y no en tu casa.
Porque ¡boh! ¡Eso es muy facilón! Coño, si marcas tú las reglas
siempre... No eres tan buen jugador como crees. Siento decírtelo, sé
que te jode.
Por eso yo tengo más éxito que tú,
mal que te pese. Porque no soy tan cobarde como para pensar que yo
soy lo único de este mundo que debe ser protegido. Me temo que las
tías me prefieren a mi porque soy lo mismo que tú pero, encima,
buena persona. O sea, quédate con la copla. Soy la-polla. Así,
Wario. Tú a mi lado eres impotente. Así te lo digo.
Por eso, tío, no te chines cuando pase
por delante de tu casa con un par de buenas mozas. Es que las atraigo
Wario, no soy un puto cerdo como tú. A ver, lo soy, pero tengo la
casa limpia. Que sea un cerdo no quiere decir que lo tenga que estar
demostrando constantemente, como tú. Y que te piques de esa manera
tampoco ayuda. Un poquito de deportividad, tío. Por favor. Pareces
un niño ridículo.
Tú eres esa fantasía morbosa para un
día, follar con un verdadero cerdo. Pero pasado ese día se cansan y
se vienen conmigo. Eres como esas palomitas sabor campesina que probé
una vez. Las compré por, oye, por probar, pero una vez sabiendo a
qué saben me volví a las normales, a las blancas. Blancas, como yo.
Tu juego, bueno, no niego que es
divertido. Lo es. Pero es limitado, infantil, poco inspirado. Lo
siento, tío. Me encantas pero eres peor que yo. Cuánto lo siento.
Soy todo lo que tú querrías ser y no eres. Es decir, tú, pero
molando. Siendo guay. No quedándome atrapado en mi propia mierda.
Ay, Wario. Vas demasiado de guay. Te
escondes demasiado en ese rollo de machote gordo como si a ti no te
importase el colesterol. ¡Y vaya si te importa! Si no no estarías
aquí hablando conmigo, que ya sé bien que lo haces por eso. Para
tomar apuntes. Como yo hago contigo.
Basaremos en eso nuestra amistad,
¿quieres, Wario? Iremos de paseo y nos respetaremos el uno al otro.
Tú te fijarás en las exquisiteces que me adornan y yo en tus
diabluras. Y eso será nuestra vida.
¿No es maravillosa?