¿Qué? El mejor juego de la historia.
No veo por qué no.
Es único. Es el único juego de Wii
que hace que sus controles sean excelentes. Todos los demás patinan
por algún lado.
Este que si pide demasiado esto cuando
el movimiento natural es este otro. Este que esto te sale más
hacerlo así pero el mando exige que se haga asá, qué putada.
Pero no. Wii Sports es exquisito. Para
que él funcione bien tú también has de hacerlo. Si no todo se va
al carajo.
Cuando digo “funcionar bien” me
refiero a dejarte llevar por esa cadencia de la que aquí hablamos
siempre, que tanto tiene que ver con molar. Sí, esa ola. Cuando te
dejas llevar por esa ola soy tuyo, muñeca.
Si te anquilosas o tienes vergüenza a
que los demás te vean haciendo el idiota con un mando, Wii Sports no
es tu juego. Lo siento de verdad, cariño.
Pero si no puede ser no puede ser.
Wii Sports busca otra cosa, que te
dejes llevar por ti mismo. ¡Oooooh sí! ¡Oooooh sí nena! ¡Esto es
lo que sabes que sabes que sabes que sabes que sabes que te gusta
hacer.
Y ahí, tras todos esos tirabuzones,
reside Wii Sports.
En lo profundo. Lo entiendes de corazón
porque te habla de corazón.
¿No es eso acaso a lo más alto que se
puede aspirar en la Tierra?
Por tanto, ¿por qué le niegas el
trono a Wii Sports? Si hace algo malo es no jugar con tus
pleistocénicos mandos.
Quizás el que esté mal eres tú por
jugar con ese mando, no Wii Sports.
Quizás hayan ganado los aburridos y
por eso Wii no llegó más lejos. ¡Quién sabe!
Lo bonito de esto es que la molonidad
nunca se rinde y si no consiguió que Wii fuera su camino eterno de
expresión lo logrará por otro lugar.
Así de peligrosa es la molonidad. Así
de sinuosa.
Te crees que la has aplastado, pero,
como el mercurio, sólo se ha descompuesto en millones de partes más
pequeñas, minúsculas, que casi ni las ves. Pero en cuanto te des la
vuelta volverán a juntarse para volver a desafiarte.
¡Ah, querido amigo! No luches contra
lo que es más fuerte que tú. Acepta que en tu vida ese loro
parlanchín, ese amigo que nunca te deja es fundamental. Sin él no
vas a ningún sitio, te lo digo de verdad. Al cementerio demasiado
pronto, me temo.
La gente longeva lo somos porque
molamos. Si no, coño, claro que te quieres ir de este puto mundo
cuanto antes. Es que estar aquí sin molar es una verdadera
pesadilla.
Por eso tienes que molar. Por salud. No
para ir a Malasaña.
El que vive en Malasaña tiene 20 años
menos de vida garantizados. Te lo digo.